Mi muro y opiniones de autoridades

sábado

Contra la barbarie, más humanismo: Addenda para las entradas de " Platón y la alienación" y " ¿ Nietzsche y África?"



Después de pasados meses de la publicación de estas entradas, quiero desvelar ( " alethein") las claves con que fueron redactados estos artículos. Los escribí intentando comunicar un pensamiento con la sutileza barroca del doble sentido, pues lo que en apariencia se podía entender como una relectura del mito de Platón o una extraña asociación de un pensamiento nietzscheano a una realidad totalmente ajena a su obra, sin embargo, sabiendo leer entre líneas y desplazando el mensaje al contexto de nuestro tiempo presente, cobraba otro cariz, otra significación, otras connotaciones y valencias...

No todo lo que se piensa debe decirse o quizás no sea el momento (kairós) en que el verbo sea revelador de su pleno sentido. Por eso, en su momento, " Platón y la alienación " sería entendido como un mero comentario de un texto histórico, abismalmente separado de nuestro tiempo. Pero si se sabe leer entre líneas, el énfasis que puse en los que diseminan las apariencias encubiertos por el tabique... podría haberse reparado que mi relectura de Platón tiene una vigencia muy actual, muy circunscrita a nuestras muy reales circunstancias condicionantes. Era como un aviso para náufragos... para nuestro tiempo y el bullir y manoseo de las pasiones y las fantasías explotables en la masa, sobre todo en los tiempos de crisis. Que entienda, pues, quien pueda completar el espacio de lo que dejé sin decir ni apuntar a las circunstancias de la sociedad española.

En cuanto a Nietzsche y África , en gran medida estaba pensando no sólo en los problemas de África, sino en los movimientos globales antioccidentales cuya explosiva emergencia sólo estamos comenzando a presenciar. Trataba de advertir de los fallos del proceso de globalización en la justicia social así como de las políticas sociales deficitariamente integradoras y cohesivas dentro de las sociedades occidentales. Es incomprensible cómo pueden crearse dentro de los países avanzados ghetos de exclusión, de marginación, de desesperanza, de miseria material y cultural, de odios y resentimientos, en definitiva, colectivos humanos que, por diversas razones, han podido sentirse "humillados y ofendidos" por el insensible desprecio de la sociedad del egoísmo y la opulencia narcisista, del consumismo desenfrenado, del individualismo y el materialismo.

Traté de advertir que los movimientos globales antisistema y antioccidentales no deben entenderse como meros fenómenos originados por integrismos religiosos, pues no es así. Son fenómenos contraculturales globales con una etiología más compleja, pues están determinados por causas sociales, económicas, culturales y educacionales que deberían analizarse detenidamente para enfrentar esta grave problemática. Para estos problemas no basta con tomar medidas policiales.

Creo que Europa ha primado la cultura tecnológica y economicista para producir especialistas y trabajadores tecnológicamente competitivos y eficientes;  pero  ha perdido de vista su esencia y su raíz humanística. Se ha producido una sociedad opulenta en medios y bienes de consumo pero vacía, ignorante o escéptica ante los valores que de verdad importan para darle sentido y finalidad a lo que, desde su concreta circunstancia y posición histórica, cada persona está llamada a aportar en la construcción de un gran proyecto común de sociedad. Hemos educado más para ser técnicos profesionales competentes, que para ser buenos ciudadanos y buenas personas. De hecho, hoy se desprecia como inútiles aquellos estudios que constituían las "humaniores litterae", cosas como las lenguas clásicas, la filosofía, la historia del arte, la cultura religiosa, el pensamiento ético, la historia... En la medida que sigamos la senda de la infidelidad con las raíces humanísticas que han dado vida a los ideales más ilustrados de la cultura europea, estaremos debilitando nuestro sistema inmunitario contra todas las amenazas de la barbarie y la irracionalidad presente y futura.

La barbarie no se previene económica, tecnológica ni coercitivamente sino con más humanismo y justicia social.


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