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La Estructura de la Causalidad en el Cosmos

 

"La Estructura de la Causalidad en el Cosmos: Un Análisis Filosófico y Científico de la Causa Necesaria" 

Primera parte


Basado en las conversaciones críticas tenidas con las IA



Introducción

La exploración de la causalidad se sitúa en el corazón mismo de la filosofía y la ciencia, sirviendo como un puente conceptual que une la indagación metafísica con la investigación empírica. Este estudio se propone adentrarse en la compleja trama de la causalidad, un concepto que, a lo largo de la historia, ha desempeñado un papel crucial tanto en el pensamiento filosófico como en el desarrollo científico. La causalidad, entendida como la relación entre causas y efectos, fundamenta nuestra comprensión del universo y nuestra capacidad para interactuar con él. Sin embargo, a pesar de su omnipresencia en nuestras explicaciones y modelos del mundo, la causalidad sigue planteando preguntas profundas acerca de la naturaleza de la realidad y nuestra capacidad para conocerla.

La motivación de este ensayo reside en la necesidad de esclarecer y defender la idea de una causa necesaria dentro del vasto marco de la causalidad, especialmente en el contexto de los avances contemporáneos en física teórica y cosmología. A medida que la ciencia amplía nuestro horizonte de comprensión, desde el intricado tejido del espacio-tiempo hasta las fuerzas fundamentales que moldean el cosmos, surge una oportunidad única para revisitar y profundizar en el concepto filosófico de la causa necesaria y su papel en el origen y la estructura del universo.

El objetivo de este ensayo es doble. En primer lugar, busca establecer una defensa sólida y convincente de la existencia y relevancia de una causa necesaria como fundamento de la trama causal del universo, apelando tanto a demostraciones lógicas y matemáticas como a la evidencia científica disponible. En segundo lugar, el estudio aspira a ilustrar cómo la intersección entre la filosofía de la causalidad y la ciencia física puede enriquecer nuestra comprensión del cosmos, proporcionando una perspectiva más coherente y unificada sobre los fundamentos de la realidad.

Para abordar estas ambiciones, el ensayo se sumerge en la relación entre la causalidad y las leyes de la física, con especial atención al Modelo Estándar de la física de partículas y las teorías del Big Bang, explorando cómo estos marcos científicos se alinean o desafían las nociones filosóficas tradicionales de causalidad. Mediante la integración de perspectivas filosóficas y científicas, este estudio no solo busca arrojar luz sobre la estructura causal subyacente del universo sino también reflexionar sobre las implicaciones de este entendimiento para la filosofía de la ciencia.

Así, este ensayo se adentra en la fascinante encrucijada de la filosofía y la ciencia, con la esperanza de contribuir al diálogo continuo entre estas disciplinas y ofrecer una visión renovada sobre uno de los conceptos más fundamentales y persistentes en el esfuerzo humano por comprender el mundo en el que vivimos.







Capítulo 1: Fundamentos de la Causalidad

Definición de Conceptos Clave

Causalidad: En su esencia, la causalidad describe la relación entre eventos o estados donde uno, la causa, induce la ocurrencia de otro, el efecto. Este vínculo fundamental es piedra angular en la construcción de nuestro entendimiento del universo, permitiéndonos predecir y explicar fenómenos dentro de un marco lógico y empírico.

Causa Necesaria: Una causa necesaria se refiere a aquella sin la cual su efecto no podría ser. Este concepto introduce una jerarquía en la cadena de eventos, señalando ciertos eslabones como indispensables para la manifestación de determinados estados o procesos en el universo.

Esencialidad y Actualidad: Estos atributos complementan nuestra comprensión de la causalidad. La esencialidad sugiere que la relación entre causa y efecto es intrínseca y no meramente accidental, mientras que la actualidad se refiere a la operatividad efectiva de dicha relación en el momento de producirse el efecto.

Revisión Histórica de la Causalidad en la Filosofía y la Ciencia

Desde Aristóteles, quien clasificó las causas en cuatro tipos (material, formal, eficiente y final), hasta David Hume, que cuestionó nuestra capacidad para percibir la causalidad directamente, la noción de causalidad ha sido central en la filosofía. Kant más tarde intentaría resolver el escepticismo de Hume proponiendo la causalidad como una categoría a priori necesaria para la experiencia.

En la ciencia, la visión newtoniana del universo como un sistema mecánico gobernado por leyes causales universales dominó hasta el siglo XX. La emergencia de la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica introdujo complejidades en esta visión, sugiriendo que las relaciones causales en el nivel fundamental podrían no ajustarse a nuestras intuiciones clásicas.




La visión newtoniana del universo, establecida por Isaac Newton en el siglo XVII, propuso un universo regido por leyes matemáticas universales, donde cada evento tiene una causa clara y predecible, y donde la causalidad opera de manera lineal y determinista. Esta perspectiva permitió explicaciones mecánicas de fenómenos naturales, desde el movimiento de los planetas hasta la caída de una manzana, fundamentando la idea de un cosmos como un reloj gigante, cuyas partes interactúan en armonía predecible según principios causales fijos.

Sin embargo, a principios del siglo XX, esta visión comenzó a ser desafiada profundamente por dos revoluciones científicas: la teoría de la relatividad, formulada por Albert Einstein, y la mecánica cuántica, desarrollada por científicos como Max Planck, Niels Bohr, Werner Heisenberg, y Erwin Schrödinger. Ambas teorías transformaron radicalmente nuestro entendimiento de la causalidad en el universo.

La teoría de la relatividad, especialmente la relatividad general, replantea la naturaleza del espacio y el tiempo, fusionándolos en una entidad única: el espacio-tiempo. La gravitación se entiende no como una "fuerza" en el sentido newtoniano, sino como el efecto de la curvatura del espacio-tiempo causada por la masa y la energía. Esta concepción introduce una causalidad más compleja, donde la geometría del universo mismo responde a su contenido de masa-energía, y viceversa. La causalidad, bajo esta luz, ya no se limita a relaciones lineales entre eventos discretos, sino que implica la estructura dinámica del espacio-tiempo.

Por otro lado, la mecánica cuántica reveló un mundo subatómico donde la incertidumbre y la probabilidad juegan roles fundamentales. El principio de indeterminación de Heisenberg, por ejemplo, establece límites intrínsecos a nuestra capacidad de conocer simultáneamente ciertas propiedades de las partículas, como su posición y velocidad. Esto sugiere que en el nivel más fundamental, los eventos no son deterministas, sino probabilísticos. La causalidad, en este contexto, no puede entenderse en términos de cadenas lineales y unívocas de causa y efecto, sino que debe incorporar nociones de superposición, entrelazamiento y colapso de la función de onda, donde las "causas" y "efectos" entran en un tejido más intrincado y menos intuitivo.

Estas teorías no solo amplían nuestra comprensión del universo, sino que también desafían nuestra intuición sobre cómo funciona la causalidad. La idea de un universo determinista y predecible da paso a una realidad donde la causalidad se manifiesta de maneras que trascienden la simple secuencialidad y donde la certeza absoluta es reemplazada por probabilidades inherentes. Este cambio de paradigma nos obliga a reconsiderar no solo cómo entendemos los eventos y procesos en el universo, sino también cómo conceptualizamos la noción misma de causalidad.

En resumen, la evolución de la ciencia desde la física newtoniana hasta la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica ilustra un profundo cambio en nuestra comprensión de la causalidad. Nos enfrentamos al desafío de integrar estas complejidades en nuestro marco conceptual, un desafío que no solo es científico, sino también profundamente filosófico. Este diálogo entre ciencia y filosofía es crucial para desarrollar una comprensión más rica y matizada de la causalidad en el universo.

La Causalidad en la Física Contemporánea: el Modelo Estándar y la Cosmología del Big Bang

El Modelo Estándar de la física de partículas ha logrado unificar tres de las cuatro fuerzas fundamentales conocidas bajo un marco teórico coherente que describe las partículas elementales y sus interacciones. A pesar de su éxito, el modelo no incluye la gravedad y deja preguntas sin respuesta sobre la materia oscura, la energía oscura y la asimetría materia-antimateria, lo que sugiere que nuestra comprensión de la causalidad en este nivel todavía está incompleta.

La cosmología del Big Bang, por otro lado, proporciona una narrativa sobre el origen y la evolución del universo. La noción de una singularidad inicial, aunque desafiante desde el punto de vista de la causalidad clásica, sugiere un punto de partida definido para el cosmos. Esta teoría, junto con la inflación cósmica y la estructura a gran escala del universo, plantea preguntas fundamentales sobre la causa inicial y las condiciones iniciales del universo.

Estas áreas de la física contemporánea, mientras avanzan en nuestro entendimiento del universo, también nos invitan a reflexionar profundamente sobre la naturaleza de la causalidad.




Me propongo en este trabajo demostrar que la visión no newtoniana de la física, representada principalmente por la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica, no es necesariamente incompatible con las tesis sobre la causalidad que se van a defender. En cambio, puede ofrecer una perspectiva más amplia y profunda sobre cómo se manifiesta la causalidad en el universo.




La interacción entre estas teorías científicas y la filosofía de la causalidad es rica en implicaciones tanto para la metafísica como para la epistemología, ofreciendo un fértil terreno para explorar la estructura fundamental de la realidad y nuestro lugar en ella. En el siguiente capitulo trataré no solo de revisar estos fundamentos sino también preparar el terreno para una discusión más detallada sobre cómo las teorías contemporáneas de la física pueden ser reconciliadas con, o desafían, la posición que defiendo sobre una forma de causalidad especialmente importante para explicar señalados aspectos del mundo real observable.





































Capítulo 2: El Modelo Estándar, el Big Bang y la Causalidad



Exploración de las Fuerzas Fundamentales y su Papel en el Modelo Causal

El Modelo Estándar se erige como una columna vertebral en la física de partículas, proporcionando un marco teórico que describe con gran precisión las partículas fundamentales y las fuerzas que median entre ellas. Este modelo engloba tres de las cuatro fuerzas conocidas: la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil, cada una gobernada por su respectivo conjunto de partículas mediadoras, conocidas como bosones gauge. Aunque la gravitación, descrita por la relatividad general, permanece fuera de este marco, los intentos de integrarla en una teoría de todo representan uno de los frentes más activos de la investigación física.

Las fuerzas fundamentales delinean el esqueleto sobre el cual se articula la dinámica del cosmos. Desde el confín de partículas elementales hasta la vastedad de las galaxias, estas fuerzas no solo dictan la estructura del universo sino que también dirigen su evolución temporal. La causalidad, en este contexto, se manifiesta a través de la interacción de estas fuerzas, estableciendo un nexo ineludible entre causa y efecto a lo largo de la trama del cosmos.

Análisis del Big Bang como Punto de Origen y su Implicación para la Causalidad

La teoría del Big Bang se presenta como el relato dominante sobre el origen del universo, proponiendo un comienzo extremadamente denso y caliente que marca el nacimiento del espacio-tiempo. Este instante inicial, a menudo conceptualizado como una singularidad, establece las condiciones iniciales desde las cuales el universo ha seguido un curso de expansión y enfriamiento, dando lugar a la formación de estructuras complejas.

Este punto de partida ofrece una base sobre la cual reflexionar acerca de la causalidad universal. Al concebir el Big Bang como el evento fundacional, se sugiere que todas las cadenas causales encuentran su raíz en este momento, subrayando la idea de un universo cuya complejidad y orden emergen de condiciones iniciales precisas. Este enfoque, sin embargo, también plantea preguntas fundamentales: ¿Cuál es la naturaleza de la causalidad en un punto donde las leyes físicas convencionales colapsan? ¿Cómo se articulan las fuerzas fundamentales en este contexto inicial para dar forma al universo?

Discusión sobre la Singularidad y las Limitaciones actuales de la comprensión científica

La singularidad asociada al Big Bang representa uno de los mayores enigmas de la cosmología y la física teórica. En este punto, las densidades de energía y curvatura del espacio-tiempo se vuelven teóricamente infinitas, y el marco conceptual de la física tal como la conocemos se ve desafiado. Este límite en nuestra comprensión señala hacia la necesidad de nuevas teorías que puedan describir de manera coherente el universo en estos extremos.

Los esfuerzos por superar estas limitaciones han llevado a la exploración de teorías como la gravedad cuántica de bucles y la teoría de cuerdas, las cuales buscan reconciliar la relatividad general con los principios de la mecánica cuántica. Estas aproximaciones no solo aspiran a proporcionar una descripción más completa del universo en su estado primigenio sino también a ofrecer una nueva visión sobre la causalidad, una donde el tejido mismo del espacio-tiempo y las interacciones fundamentales se entrelazan de maneras aún por descubrir.

En conclusión, el Modelo Estándar y la teoría del Big Bang delinean un panorama donde la causalidad se manifiesta en el corazón mismo de la existencia, desde las interacciones subatómicas hasta la expansión del cosmos. Sin embargo, la singularidad del Big Bang y las preguntas sin responder sobre la integración de la gravitación en el Modelo Estándar destacan las fronteras actuales de nuestro entendimiento, invitando a una continua reflexión filosófica y científica sobre la naturaleza de la causalidad en el tejido del universo. Este capítulo, al profundizar en estas cuestiones, no solo pretende arrojar luz sobre los fundamentos de la física contemporánea sino también inspirar una indagación más profunda sobre el marco causal que sostiene la realidad misma.







Capítulo 3: Demostraciones Lógicas y Matemáticas sobre la finitud de las causas



Causalidad y Patrones Causales




En la búsqueda de entender la trama que teje el universo, nos encontramos con un modelo teórico de causalidad definible por patrones de causas esencial y actualmente subordinadas en la causación del efecto. Este modelo no solo proporciona un esquema para interpretar fenómenos bien estudiados en el cosmos sino que también nos invita a considerar cada ocurrencia como parte de una serie causal finita y deliberadamente estructurada. Una serie causal necesaria, según este marco, es aquella sin la cual el efecto no podría manifestarse; es el hilo que, de no estar presente, desharía el tejido mismo de la realidad. Esta necesidad se acompaña de la esencialidad, un principio que afirma que la relación entre causa y efecto es tan intrínseca que uno no puede concebirse sin el otro, como si estuviesen unidos por un lazo indisoluble.

La actualidad de esta relación refuerza la idea de que estas causas no son meras posibilidades o potencialidades esperando ser activadas, sino realidades efectivas que actúan aquí y ahora. Tal es la causalidad que funciona cuando el pincel crea una pintura gobernado o dirigido por la acción esquelético-muscular de las extremidades del pintor, que a su vez está gobernada por la actividad nerviosa y cerebral, la cual estaría ejecutando ciertos procesos mentales superiores.

Adentrándonos en el análisis conceptual, comprendemos que una causa es cualquier elemento o evento capaz de producir otro. Esta definición abarca una vasta gama de relaciones, desde la simple interacción entre moléculas hasta los complejos procesos que rigen la formación de galaxias. La cadena causal, o serie, se revela como una secuencia ordenada de tales eventos, donde cada paso es consecuencia del anterior, dibujando una línea continua desde el inicio hasta el efecto presente. Este concepto encuentra resonancia en la evolución estelar, donde una nube de gas interestelar, a través de una serie de pasos cuidadosamente orquestados por las leyes de la física, puede dar origen a una estrella.

El patrón causal emerge como la estructura recurrente dentro de estas relaciones, un esquema que se repite y que puede ser discernido a través de la observación y el análisis. Un ejemplo emblemático de un patrón causal puede ser observado en la fotosíntesis, un proceso que, siguiendo una secuencia precisa de pasos, transforma la luz solar, el agua y el dióxido de carbono en oxígeno y glucosa, sustentando la vida en la Tierra.

Finalmente, la clasificación de patrones causales nos permite distinguir entre aquellos que son no esenciales, posiblemente marcados por el azar o la contingencia, y los esencialmente subordinados, donde la conexión entre causa y efecto es directa y necesaria. Mientras que el clima puede ser un ejemplo del primer tipo, donde la variabilidad y el azar juegan roles significativos, la ley de la conservación de la energía ejemplifica el segundo, presentando una relación causa-efecto fundamental y predecible en todos los procesos físicos.

Este modelo teórico, al enfocarse en la necesidad, esencialidad y actualidad de la causalidad, ofrece una lente a través de la cual podemos examinar el cosmos en su complejidad. Desde la física que describe las partículas elementales hasta la biología que explora los mecanismos de la vida, este marco nos provee de una base para desentrañar los misterios más profundos del universo, recordándonos que, en cada esquina de la realidad, se encuentra una historia de causalidad esperando ser contada.




Este modelo teórico nos abre las puertas a un universo donde la causalidad es la protagonista detrás del telón de cada fenómeno, desde las partículas subatómicas hasta las complejidades de la conciencia. En la física, observamos esta causalidad en la relación entre materia y energía, encapsulada en la famosa ecuación de Einstein, E=mc², que nos habla de cómo la masa puede convertirse en energía y viceversa, bajo condiciones precisas. En el vasto escenario de la astrofísica, la formación de agujeros negros a partir de estrellas moribundas es un testimonio de las causas esenciales y actuales, donde la gravedad desempeña un papel ineludible en su nacimiento.

Explorando la Tierra bajo nuestros pies, la geología nos muestra cómo la tectónica de placas, moviéndose lentamente pero inexorablemente, modela la superficie de nuestro planeta, causando terremotos y formando montañas en un proceso milenario. En el reino de la biología, el mecanismo de la evolución por selección natural ilustra cómo cambios genéticos, aparentemente aleatorios, pueden, bajo la presión del entorno, dar lugar a la diversidad de vida que adorna nuestro mundo, uniendo a todas las especies en un árbol genealógico común que se extiende hacia atrás hasta los orígenes de la vida misma.

Adentrándonos en la complejidad de la mente humana, la neurología revela cómo las neuronas, mediante patrones precisos de activación y conexión, dan lugar a pensamientos, emociones y conciencia. Este intrincado baile de señales eléctricas y químicas, regido por las leyes de la biología y la física, muestra la causalidad esencial y actual en su forma más sofisticada, conectando el funcionamiento de diminutas células nerviosas con la experiencia subjetiva de la realidad.

Cada uno de estos ejemplos, extraídos de distintos campos del saber científico, resalta inductivamente la generalidad del modelo teórico de causalidad propuesto. Sin embargo, el objetivo de este ensayo trasciende el simple estudio inductivo de estas manifestaciones. Ciertamente serviría para justificar su aplicabilidad práctica en el estudio y explicación de los fenómenos naturales, pero no buscamos simplemente catalogar ejemplos que se ajusten a nuestro modelo; más bien, nos proponemos deducir, a partir del concepto mismo de un patrón de causas necesarias, esenciales y actuales, las implicaciones profundas que este tiene para nuestra comprensión del cosmos. A través de un riguroso análisis deductivo, aspiramos a demostrar que este modelo no solo encaja con los hechos reales y sus explicaciones científicas, sino que provee una base sólida sobre la cual se puede construir una comprensión más cohesiva y profunda de la realidad que nos rodea.




Clarificación analítica




Al adentrarnos en un análisis analítico-deductivo de la causalidad y sus manifestaciones en el universo, resulta imperativo clarificar y definir explícitamente los conceptos centrales que fundamentan nuestro modelo teórico: causa, serie causal, patrón causal y sus clasificaciones. Esta precisión conceptual es esencial, pues nos permite construir y seguir una línea argumentativa rigurosa sin caer en ambigüedades o malentendidos sobre el significado y alcance de los términos utilizados. Al hacerlo, nos aseguramos de que nuestras deducciones y conclusiones se sostengan sobre una base sólida y coherente, permitiendo una exploración profunda y sistemática de la estructura causal que subyace a los fenómenos del cosmos.

La causa se entiende como aquel elemento o evento que, al presentarse, precipita la ocurrencia de otro. Este vínculo causa-efecto es la piedra angular de nuestras explicaciones y comprensiones científicas y cotidianas del mundo. Por ejemplo, el impacto de un meteorito en la Tierra puede causar un cráter, o la presión aplicada a un interruptor puede encender una luz. En cada caso, la causa precede y precipita un efecto observable, ilustrando una relación directa y verificable entre dos eventos.

Esta relación se extiende en lo que denominamos cadena o serie causal , una secuencia de eventos en la cual cada suceso es el resultado directo del anterior. Estas cadenas son fundamentales para entender procesos complejos como el desarrollo de un organismo desde una célula única o la secuencia de reacciones químicas que alimentan la vida en nuestro planeta. La cadena causal, al ser finita, sugiere un principio y, posiblemente, un fin, marcando un recorrido que puede ser rastreado y comprendido.

Dentro de este marco, emerge el concepto de patrón causal, que se refiere a la estructura recurrente observada en las relaciones causales. Estos patrones pueden ser identificados en fenómenos naturales, como los ciclos del agua o las estaciones, donde un conjunto determinado de condiciones y eventos produce resultados predecibles y repetitivos. Estos patrones no solo nos permiten prever eventos futuros con base en condiciones presentes o pasadas sino también, en muchos casos, intervenir en estos ciclos de manera que podamos alterar sus resultados.

La clasificación de patrones causales nos brinda una herramienta esencial para navegar la complejidad del universo, distinguiendo entre aquellos patrones donde el azar y la contingencia juegan roles cruciales y aquellos donde la conexión causa-efecto es tan intrínseca que se torna ineludible. En el ámbito de los patrones no esenciales, el azar interviene de manera significativa, como lo demuestra el papel de las mutaciones genéticas aleatorias en la evolución de nuevas especies, introduciendo variabilidad y diversidad en el tejido de la vida. Por contraste, los patrones esencialmente subordinados se manifiestan en aquellos fenómenos regidos por leyes físicas implacables, donde la relación entre causa y efecto se presenta como una constante universal, ejemplificado en la fuerza gravitacional que actúa entre dos cuerpos. Este enfoque no solo ilumina la rica diversidad y la intrincada complejidad de la naturaleza sino que también destaca la predictibilidad y la regularidad que fundamentan muchos fenómenos del universo.

Más allá de esta distinción, resulta imperativo considerar series causales caracterizadas por una cooperación causal en su expresión más robusta. En estos contextos, la causalidad trasciende la mera secuencia lineal de eventos, requiriendo que la serie actúe como un conjunto integrado y cohesivo en la generación de un hecho. Este enfoque reconoce que el resultado final emerge de la sinergia simultánea y coordinada de múltiples factores, en un entramado de dependencia mutua que es fundamental para la manifestación del fenómeno. Este entendimiento de la causalidad, congruente con la ciencia empírica, arroja luz sobre situaciones donde la causalidad distribuida se vuelve central.




Un ejemplo paradigmático de esta dinámica se observa en los procesos ecológicos implicados en la polinización. Aquí, la fecundación y producción de frutos no dependen exclusivamente de la intervención de un único tipo de polinizador, sino de la compleja y dinámica interacción entre diversas especies de polinizadores, plantas y elementos ambientales. Esta red de causalidad, activa en su conjunto, asegura que la polinización y la producción subsiguiente de frutos se lleven a cabo, demostrando cómo cada componente cumple un rol vital dentro de un equilibrio precario. La serie causal que subyace a este fenómeno abarca, por lo tanto, no solo secuencias lineales de causas y efectos, sino también una interacción cooperativa entre múltiples actores y procesos, evidenciando que la causalidad, en muchos casos, constituye un fenómeno distribuido y colaborativo.




Presentación de Demostraciones Lógicas sobre la Finitud de las Series Causales







Al abordar la cuestión de la finitud de las series causales desde un enfoque analítico-deductivo, es fundamental clarificar y desplegar las demostraciones lógicas que sostienen nuestra comprensión de esta temática. Partiendo de la base de que operamos dentro de un modelo teórico definido por patrones de causas esencialmente y actualmente subordinadas, de forma que cooperan estrechamente en la causación y efectuación de un aspecto o hecho del mundo, las demostraciones que siguen tratan de establecer de manera irrefutable la finitud de estas series.




a) Demostración Directa (Inductivo-Matemática)




Para abordar la finitud de las series causales, recurrimos inicialmente a una demostración directa apoyada en el principio de inducción matemática.

Consideremos una serie causal compuesta por eventos E1,E2,E3,…,En, donde cada evento Ei es esencial y actualmente subordinado a la causación del evento subsiguiente en la serie. Esta estructura nos permite modelar la serie causal como una cadena de relaciones causales C(E1)→C(E2)→C(E3)→…→C(En), donde C(Ei)C representa la causa esencialmente subordinada ii en la serie.




El principio de inducción matemática se aplica de la siguiente manera:




Paso Base : Para i=1 , la existencia de C(E1) es indispensable para la ocurrencia de C(E2). La relación esencial y actual entre C(E1 y C(E2) demuestra que sin la primera causa, el efecto subsiguiente no podría manifestarse.

Hipótesis Inductiva : Asumimos que para un ii arbitrario, la existencia de C(Ei)es necesaria para la ocurrencia de C(Ei+1)C .

Paso Inductivo : Demostramos que esta propiedad se sostiene para i+1. Es decir, la existencia de C(Ei+1)es necesaria para C(Ei+2). Dado que C(Ei+1) es esencial y actualmente subordinado en la causación de C(Ei+2) , se confirma que C(Ei+1)es necesaria para la ocurrencia de C(Ei+2).




Esta demostración, al seguir los pasos de la inducción matemática, confirma que la serie causal debe ser finita, dado que cada evento depende esencialmente de su predecesor, y esta dependencia se mantiene a través de la serie.




b) Demostración Indirecta (Por Reducción al Absurdo)







Complementariamente, exploramos una demostración indirecta que asume la posibilidad de una serie causal infinita, E1→E2→E3→…E1​→E2​→E3​→… donde cada evento EiEi​ es esencial y actualmente subordinado en la causación eficiente del evento siguiente en la serie.

Dado que estamos considerando una serie causal infinita, podríamos tener un número infinito de causas subordinadas C(E1),C(E2),C(E3),…C(E1​),C(E2​),C(E3​),….

Sin embargo, si la serie causal funciona como un todo de manera actual y eficiente, esto implicaría que en cualquier momento dado, todos los eventos de la serie deberían estar presentes y activos simultáneamente para causar el siguiente evento en la secuencia.

Esto significa que en un instante dado, tendríamos un número infinito de eventos actuando simultáneamente para producir el siguiente evento en la serie, lo que contradice la noción de que la serie pueda funcionar como un todo de manera actual y eficiente. En la realidad, la causalidad en una cadena de eventos está limitada por el tiempo y el espacio, lo que hace imposible que un número infinito de eventos actúen simultáneamente.

Por lo tanto, hemos llegado a una contradicción al suponer que existe una serie causal infinita bajo la definición dada de una serie causal esencial y actualmente subordinada en la causación eficiente. Por lo tanto, es imposible que una serie causal de este tipo contenga un número infinito de eventos.




En conclusión, estas demostraciones, tanto la directa como la indirecta, no solo fortalecen el argumento de la finitud de las series causales dentro del modelo teórico establecido sino que también subrayan la necesidad de una primera causa. Esta causa primera, al no tener precedentes, emerge como un fundamento necesario para la existencia de la serie misma y, por extensión, de todo el universo observable. Este enfoque deductivo nos permite no solo defender la coherencia de nuestro modelo teórico sino también proporcionar una base sólida para la comprensión profunda de la causalidad como un principio organizador del cosmos.







Modelización matemática y evidencia científica: Desde la singularidad a la complejidad emergente



Dentro del marco de nuestro análisis, la transición de la singularidad primordial a la complejidad emergente que caracteriza al universo actual representa un tema fascinante que se presta a una exploración profunda mediante el análisis matemático y la evidencia científica. Este viaje desde el punto de infinita densidad y temperatura que definimos como la singularidad del Big Bang, hasta la intrincada trama del cosmos lleno de galaxias, estrellas, planetas y la vida misma, ofrece una ventana única hacia la comprensión de la causalidad esencial y actual que subyace a la existencia.

La modelización matemática ha demostrado ser una herramienta invaluable en este empeño, proporcionando un lenguaje mediante el cual podemos describir y predecir el comportamiento del universo desde sus condiciones más primitivas. Las ecuaciones de la relatividad general de Einstein, junto con los principios de la mecánica cuántica, nos permiten vislumbrar cómo las fuerzas fundamentales y las constantes universales, que emergen de este punto de origen aparentemente simple, dan lugar a una complejidad y una diversidad inconmensurables. Este proceso, regido por leyes físicas precisas, respalda firmemente el concepto de causalidad que hemos delineado, en el cual cada fenómeno en el universo se encuentra encadenado a sus precursores de una manera esencial y actual.

Sin embargo, al sumergirnos en este análisis, nos encontramos también con los límites de nuestro entendimiento actual y las preguntas sin respuesta que permanecen como desafíos para la ciencia contemporánea. La singularidad del Big Bang, ese punto donde nuestras leyes físicas conocidas cesan de aplicarse, plantea preguntas fundamentales sobre el origen del universo y la naturaleza misma de la causalidad en condiciones extremas. Del mismo modo, la búsqueda de una teoría unificada que armonice la relatividad general con la mecánica cuántica, y que pueda explicar la unificación de las fuerzas fundamentales, continúa siendo uno de los objetivos más esquivos y, a su vez, más intrigantes de la física teórica.

Esta reflexión crítica nos lleva a reconocer tanto la potencia como las limitaciones de nuestro marco teórico y metodológico actual. Aunque hemos logrado describir y entender una vasta gama de fenómenos naturales, desde la mecánica de las partículas subatómicas hasta la dinámica de las galaxias, aún nos enfrentamos a la tarea de profundizar nuestra comprensión de los principios fundamentales que rigen el universo. La singularidad del Big Bang y la esperada unificación de las fuerzas fundamentales no son solo desafíos técnicos para la física; son también invitaciones a reflexionar sobre la naturaleza de la causalidad y la estructura última de la realidad.

Así, mientras continuamos explorando y ampliando las fronteras de nuestro conocimiento, estos temas siguen estimulando no solo la investigación científica sino también la indagación filosófica. Nos recuerdan que nuestro viaje hacia la comprensión del cosmos está lejos de completarse y que cada respuesta que encontramos nos lleva a nuevas preguntas, cada vez más profundas y fundamentales, sobre el origen, la evolución y el destino final del universo.




Capítulo 4: Demostrando la necesidad de la primera causa necesaria.




Precisiones terminológicas sobre lo necesario.




La exploración de la causalidad, un pilar que sostiene nuestra comprensión del universo, nos lleva a distinguir con precisión entre dos conceptos fundamentales: la causalidad necesaria y la causa necesaria. Aunque ambos comparten la denominación de "necesarios", iluminan aspectos diferentes y cruciales de la estructura causal que subyace a todo lo existente. Esta distinción es esencial para avanzar en nuestra indagación con claridad conceptual y metodológica.

- Causalidad necesaria hace referencia a la relación ineludible entre causa y efecto. En este tipo de conexión, la presencia de una causa específica garantiza invariablemente la ocurrencia de su efecto correspondiente. La característica distintiva de esta relación es su inevitabilidad: si se da la causa, el efecto no puede dejar de manifestarse. Esto subraya un orden subyacente en el universo, donde determinadas condiciones desencadenan consecuencias predecibles y obligatorias.

- Causa Necesaria, por otro lado, se concentra en la cualidad de la causa misma, señalando a aquellas sin las cuales un efecto determinado, o incluso la existencia de ciertos estados de cosas, sería imposible. Este concepto va más allá de asegurar la producción inevitable de un efecto (como lo hace la causalidad necesaria) para enfatizar que sin la existencia de tal causa, el efecto o la realidad que depende de ella simplemente no podrían ser.

Al contemplar la idea de una primera causa necesaria, nos encontramos en un territorio donde estos dos conceptos se entrelazan de manera singular:

- La primera causa necesaria es aquella que no solo da inicio a la serie causal sino que también fundamenta la existencia de todo cuanto sigue. Desde la óptica de la causalidad necesaria, esta causa establece una relación ineludible con el primer efecto, y consecuentemente, con todos los acontecimientos subsecuentes en la cadena. Esto implica que la ocurrencia de estos efectos es una consecuencia directa e inevitable de la primera causa.

- Mirado desde el ángulo de la causa necesaria, este principio inicial se erige como el fundamento sin el cual ni el primer efecto ni ninguno de los que le siguen podrían existir. La primera causa necesaria, entonces, es indispensable no solo para el desencadenamiento de la serie causal sino para la existencia misma del cosmos.




Características deducibles del concepto de causa necesaria




Una vez que se demuestre la necesidad de una primera causa necesaria, su existencia y acción son fundamentales e incondicionales para el inicio y la continuación de una serie causal finita, dentro del marco de causalidad definido. Esta causa se caracteriza por las siguientes propiedades esenciales:




Primacía : Es la primera en la serie causal, no precedida por ninguna otra causa, evitando así una regresión infinita de causas y asegurando la finitud de la serie.




Incondicionalidad : Su existencia y capacidad causal no dependen de ninguna condición, factor o causa externa, siendo por tanto absolutamente necesaria dentro del contexto del sistema causal definido.




Suficiencia : Posee, por sí misma, la capacidad de iniciar la serie causal sin requerir la actuación o presencia de ninguna otra entidad o proceso adicional.




Unicidad : Dada su naturaleza incondicional y primacía, es única en el sentido de que no puede haber múltiples entidades o procesos que cumplan todas las condiciones y propiedades necesarias para ser consideradas como la primera causa necesaria dentro del sistema causal estudiado.




Causalidad no derivada : Actúa como la fuente original de causalidad, de la cual todas las causas y efectos subsiguientes derivan, pero cuya propia causalidad no es derivada de ninguna otra fuente.




Independencia : Mientras que todas las causas y efectos subsiguientes dependen de ella para su existencia y propiedades, ella es autónoma e independiente de ellos en su existencia y operación.

En conclusión, la precedente clarificación nos permite no solo comprender más profundamente cómo se manifiesta la causalidad en el universo, sino también reconocer el papel crucial que juegan ciertas causas en el tejido mismo de la realidad. La primera causa necesaria, como punto de convergencia de estos conceptos, se revela como el cimiento sobre el cual se construye toda la estructura del cosmos, estableciendo no solo el inicio de la serie causal sino también garantizando su continuidad y coherencia. En la contemplación de esta primera causa, encontramos una síntesis de inevitabilidad y esencialidad que subraya su papel como el fundamento último de todo lo que existe, invitándonos a reflexionar sobre la naturaleza última de la causalidad y la estructura fundamental de nuestro universo.



Capítulo 5: La Necesidad de una Causa Primera: Argumentos Deductivos y Evidencia Científica







A continuación veremos si se puede utilizar la lógica matemática para expresar y validar los argumentos lógicos que sostienen la necesidad de una primera causa necesaria.




1. Primera formalización




Para formalizar y exponer la demostración de la necesidad de una primera causa necesaria dentro de un marco de lógica de predicados de primer orden, podemos emplear un enfoque que articule los principios fundamentales que hemos establecido, en términos formales. Aunque la lógica matemática puede expresarse de muchas maneras, aquí usaré un enfoque basado en premisas y conclusiones para estructurar la argumentación de forma clara y concisa.




Premisas




(P1) Toda serie causal finita y esencial requiere al menos una causa que no sea efecto de otra causa precedente.




(P2) Una causa necesaria es aquella cuya existencia es incondicional, es decir, no depende de ninguna otra causa.




(P3) Sin una primera causa necesaria, se incurre en una regresión infinita de causas, lo cual contradice la definición de una serie causal finita y esencial.




(P4) La coherencia del sistema causal (definido como un conjunto ordenado y finito de eventos causales que interactúan de manera esencial y actual) depende de la existencia de una base incondicional y no derivada que inicie y sustente la serie.




(P5) Una primera causa necesaria, por definición, no puede tener causas precedentes ni depender intrínsecamente de otras causas para su existencia y capacidad causal.




Lógica Formal




Podemos representar estas premisas en una forma que permita derivar la necesidad de la primera causa necesaria:




De (P1) y (P3) : Se establece la necesidad de una causa que inicie la serie sin ser el efecto de una causa precedente, para evitar la contradicción de una regresión infinita y asegurar una serie finita.




De (P2) y (P5) : Esta causa inicial debe ser incondicional e independiente, es decir, su existencia y capacidad de causar no dependen de ninguna otra causa.




De (P4) : La coherencia y existencia del sistema causal dependen intrínsecamente de esta causa incondicional e independiente.




Conclusión




Por lo tanto, se concluye que (C) debe existir una primera causa necesaria que es incondicional e independiente para asegurar la coherencia y finitud de cualquier sistema causal finito y esencial. Esta causa necesaria no tiene precedentes ni dependencias intrínsecas, lo cual la valida como el fundamento ineludible del sistema causal.




Para formalizar las premisas y derivar la conclusión en el marco de la lógica matemática, podemos optar por un nivel de lógica de primer orden, ya que permite la cuantificación de variables y puede manejar adecuadamente las relaciones y propiedades implicadas en las premisas y conclusiones que hemos discutido. La lógica de primer orden nos brinda la precisión necesaria para tratar con conceptos como causalidad, independencia y finitud de series, además de permitir la expresión de generalizaciones, como "toda serie causal finita y esencial".

Para ilustrar cómo podríamos formalizar estas premisas y llegar a la conclusión deseada, emplearemos una combinación de cuantificación y operadores lógicos. Adaptaremos los símbolos y la notación para seguir las especificaciones proporcionadas. Se usarán variables ligadas x, y, o z para las entidades en nuestro universo de discurso (principalmente series causales y causas), y se utilizarán letras mayúsculas o expresiones encabezadas con mayúsculas para los predicados u operadores que denotan propiedades o relaciones.




Formalización completa y demostración de la inferencia:





Símbolos lógicos:




∀: cuantificador universal

∃: cuantificador existencial

→: condicional

↔: bicondicional

∧: conjunción

¬: negación




Predicados:




SF(x): x es una serie causal finita y esencial

C(y): y es una causa

ED(y,z): y es efecto de z

BN(y): y es una causa necesaria y una base incondicional

RI: hay una regresión infinita de causas

CO: el sistema causal es coherente




Reglas de inferencia:




Modus ponens

Simplificación

Generalización

Existential instantiation

Universal instantiation

Reductio ad absurdum




Premisas:




1 ∀x (SF(x) → ∃y (C(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z))))

2 ∀y (BN(y) ↔ ∀z (C(z) → ¬ED(y,z)))

3 ¬∃y (BN(y)) → RI

4 CO ↔ ∃y (BN(y))

5 ∀y (BN(y) → ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))




Conclusión:




CO → ∃y (BN(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))




Demostración:




Paso 1: Demostración de
 ∀y(C(y) → ¬ED(y,y))




Usamos la Premisa 2 (∀y (BN(y) ↔ ∀z (C(z) → ¬ED(y,z))))

Instanciamos el cuantificador universal ∀y con la variable y

Obtenemos BN(y) ↔ ∀z (C(z) → ¬ED(y,z))

Usamos la Premisa 5 (∀y (BN(y) → ¬∃z (C(z) ∧ EF(y,z))))

Instanciamos el cuantificador universal ∀y con la variable y

Obtenemos BN(y) → ¬∃z (C(z) ∧ EF(y,z))

Usamos la lógica proposicional para obtener BN(y) → ¬ED(y,y)




Paso 2: Demostración de ¬∃y(BN(y)) → ∃y(C(y) ∧ ED(y,y))




Usamos la Premisa 3 (¬∃y (BN(y)) → RI)

Suponemos ¬∃y(BN(y))

Usamos el Modus Ponens para obtener RI

Usamos la Premisa 1 (∀x (SF(x) → ∃y (C(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))))

Instanciamos el cuantificador universal ∀x con la variable x

Obtenemos SF(x) → ∃y (C(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))

Instanciamos la variable x con la constante "RI"

Obtenemos SF (RI) → ∃y (C(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))

Usamos el Modus Ponens para obtener ∃y (C(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))

Usamos la lógica proposicional para obtener ∃y(C(y) ∧ ED(y,y))




Paso 3: Demostración de 
CO → ∃y (BN(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))




Usamos la Premisa 4 (CO ↔ ∃y (BN(y)))

Instanciamos el cuantificador existencial ∃y con una nueva variable, por ejemplo, y'

Obtenemos CO → (CO ≡ ∃y' (BaseNecesaria(y')))

Usamos la Simplificación (la definición de CO):

Obtenemos (CO ≡ ∃y' (BN(y'))) → ∃y (BN(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))

Usamos el Modus Ponens del paso 2 (¬∃y(BN(y)) → ∃y(C(y) ∧ ED(y,y))):

Obtenemos (CO ≡ ∃y' (BN(y'))) → ¬∃y(BN(y)) ∨ ∃y (BN(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))

Usamos la Ley de De Morgan (de la lógica proposicional):

Obtenemos (CO ≡ ∃y' (BN(y'))) → ¬(∃y(BN(y))) ∨ ∃y (BN(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))

Usamos la equivalencia introducida en el paso 3:

Obtenemos ¬CO ∨ ∃y (BN(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))

Usamos la lógica proposicional (ley del tercio excluido):

Obtenemos CO → ∃y (BN(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))

Conclusión: ∃y (BN(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))




2. Segunda formalización


Para formalizar la argumentación sobre la necesidad de una primera causa necesaria en lógica de predicados, definiremos algunos términos y luego formularemos las premisas y conclusiones correspondientes.



Símbolos lógicos:


∀: cuantificador universal

∃: cuantificador existencial

→: condicional

∧: conjunción

¬: negación



Predicados:




C(x): x es una causa

E(x): x es un efecto

N(x): x es una causa necesaria

D(x,y): x depende de y (x es el efecto e y la causa)

P(x): x es la primera causa




Premisas:




1 ∀x (C(x) ∧ ¬E(x) → N(x))

  2∀x (N(x) → ¬∃y (C(y) ∧ D(x,y)))

3 ∃x (P(x) ∧ N(x))

4 P(x) → (C(x) ∧ ∀y (C(y) → (D(y,x) ∨ y = x)))




Conclusión:



∃x (P(x) ∧ ∀y (C(y) → (D(y,x) ∨ y = x)) ∧ N(x))


Reglas de inferencia:


Modus ponens

Simplificación

Generalización

Existential instantiation

Universal instantiation

Reductio ad absurdum


Validez:


Paso 1: Demostración de ∀y (C(y) → ¬D(y,y))


Usamos la Premisa 2 (∀x (N(x) → ¬∃y (C(y) ∧ D(x,y))))

Instanciamos el cuantificador universal ∀x con la variable y

Obtenemos N(y) → ¬∃z (C(z) ∧ D(y,z))

Usamos la lógica proposicional para obtener N(y) → ¬D(y,y)



Paso 2: Demostración de P(x) → N(x)


Usamos la Premisa 3 (∃x (P(x) ∧ N(x)))

Instanciamos el cuantificador existencial ∃x con la variable x

Obtenemos P(x) ∧ N(x)

Usamos la lógica proposicional para obtener P(x) → N(x)

Paso 3: Demostración de ∃x (P(x) ∧ ∀y (C(y) → (D(y,x) ∨ y = x)) ∧ N(x))


Usamos la Premisa 4 (P(x) → (C(x) ∧ ∀y (C(y) → (D(y,x) ∨ y = x))))

Usamos el Modus Ponens del paso 2 (P(x) → N(x)):

Obtenemos P(x) → (C(x) ∧ ∀y (C(y) → (D(y,x) ∨ y = x)) ∧ N(x))

Usamos la Simplificación:

Obtenemos ∃x (P(x) ∧ ∀y (C(y) → (D(y,x) ∨ y = x)) ∧ N(x))


Conclusión:

∃x (P(x) ∧ ∀y (C(y) → (D(y,x) ∨ y = x)) ∧ N(x))




Esta formalización representa lógicamente la estructura de nuestro argumento acerca de la necesidad de una primera causa necesaria. Indica que si existe una entidad única (la primera causa), entonces es necesaria y de ella todas las demás causas dependen o son idénticas a ella. La dependencia se interpreta como la relación causal en la que la existencia o la manifestación de cualquier otra causa o efecto dentro del sistema es condicionada por la existencia de esta primera causa. La lógica de predicados nos permite expresar estas relaciones y dependencias de una manera clara y estructurada, facilitando el entendimiento y la validación formal de nuestros argumentos.




3. Prueba por reducción al absurdo:




Para desarrollar una estrategia contundente que combine y desarrolle dos líneas argumentativas, fortaleciendo la defensa de la independencia y necesidad absoluta de la primera causa necesaria, vamos a estructurar una demostración lógico-formal que incorpore ambos enfoques, utilizando elementos de lógica de predicados para una mayor precisión.



Definiciones y Premisas

1. Definamos C como la primera causa necesaria dentro de una serie causal finita.
2. Asumamos que la serie causal no puede ser infinita, basándonos en la premisa de finitud y coherencia del sistema causal.
3. Aceptamos que para que C sea considerada la primera causa, debe ser independiente de cualquier otra causa (no puede depender de causas precedentes o intrínsecas).

Deducción Combinada

1. Supongamos, para la contradicción, que C depende de otras causas C1,C2,…,Cn o que tiene una causa C'

2. Si C depende de C 1 , C 2 , … , C n
- Dado que la serie debe ser finita, seguir esta cadena de dependencias conduciría eventualmente a una "última" causa en la serie, contradiciendo la definición de C como la primera.
- Esto implicaría que C no es la primera causa, lo cual contradice nuestra definición inicial y el propósito de C .

3. Si C tiene una causa C'
- C' se convertiría en la verdadera primera causa necesaria, desplazando a C de su posición, lo cual es una contradicción.
- Si seguimos este razonamiento ad infinitum, nunca llegaríamos a una verdadera primera causa, contradiciendo la premisa de finitud del sistema causal.

4. En ambos casos, llegamos a una contradicción con la definición y las propiedades requeridas para C . Por lo tanto, nuestra suposición inicial de que C depende de otras causas o tiene una causa C' debe ser falsa.

Conclusión

5. Concluimos que C debe ser independiente de cualquier otra entidad y absolutamente necesaria:
- Independiente, ya que no puede depender de ninguna otra causa sin incurrir en una contradicción.
- Absolutamente necesaria, porque no puede tener una causa precedente, asegurando su posición como la incausada y la fuente de la serie causal.

Esta demostración, al integrar y desarrollar las deducciones previas en una estructura lógico-formal coherente, proporciona una defensa sólida de C como la primera causa necesaria. Al recurrir a la reducción al absurdo, demostramos que cualquier suposición de dependencia o causación previa de C lleva a contradicciones con las premisas de finitud y coherencia del sistema causal, reafirmando así la independencia y necesidad absoluta de C dentro de nuestro modelo teórico causal.
 
4. Corolario de la primera deducción:

Podemos explorar otras conclusiones deducibles de las premisas dadas en los argumentos anteriores examinando las implicaciones lógicas y aplicando las reglas de inferencia. Una de esas consecuencias sumamente interesante es que si no hay una regresión infinita de causas, entonces el sistema causal es coherente, por lo que deducimos para un sistema causal dado que, la imposibilidad de una regresión infinita implica coherencia en el sistema. Veamos cómo se deduce de la primera demostración presentada en este capítulo.

Premisas:

 1   ∀x (SF(x) → ∃y (C(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z))))
 2   ∀y (BN(y) ↔ ∀z (C(z) → ¬ED(y,z)))
 3 ¬∃y (BN(y)) → RI
 4  CO ↔ ∃y (BN(y))
 5  ∀y (BN(y) → ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z)))

Conclusión:
¬RI → CO

Demostración:

1. ¬∃y (BN(y)) (Premisa 3)

2. ¬BN(a) (Instanciación universal de la 1 sobre a)

3. BN(a) ↔ ∀z (C(z) → ¬ED(a,z)) (Premisa 2)

4. ∀z (C(z) → ¬ED(a,z)) (Modus ponens de 2 y 3)

5. C(b) → ¬ED(a,b) (Instanciación universal de la 4 sobre b)

6. ¬ED(a,b) (Modus ponens de 5 y la suposición de C(b))

7. ¬∃z (C(z) ∧ ED(a,z)) (Existencia negativa con b)

8. SF(a) → ∃y (C(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z))) (Premisa 1)

9. ∃y (C(y) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(y,z))) (Modus ponens de 8 y la suposición de SF(a))

10. C(c) ∧ ¬∃z (C(z) ∧ ED(c,z)) (Existencia con c)

11. ¬∃z (C(z) ∧ ED(c,z)) (Existencia negativa con z)

12. ¬ED(c,c) (Existencia negativa con c)

13. BN(c) (Modus ponens de 12 y la definición de BN(y))

14. ∃y (BN(y)) (Existencia con c)

15. CO (Modus ponens de 14 y la definición de CO)

16. ¬RI → CO (Modus ponens de 3 y 15)




Explicación de la Conclusión:

Queda demostrado que la coherencia de un sistema causal está directamente relacionada con la ausencia e imposibilidad de regresión infinita. La conclusión 
¬RI → CO establece que si no hay una regresión infinita de causas en el sistema causal, entonces el sistema causal es coherente. En otras palabras, la coherencia del sistema causal se sigue de la inexistencia de una regresión infinita de causas. Esto sugiere que la presencia de una regresión infinita de causas podría indicar una falta de coherencia en el sistema causal.






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