BARBARIES CONTRA
PHILOSOPHIAM, DEMOCRATIAE CULTURAEQUE MATREM
Siempre permanecerá en
nuestra memoria la destrucción de la Biblioteca de Alejandría como
un atentado de la sinrazón contra el conocimiento, las ciencias, la
cultura, las humanidades, pues supuso un lamentable episodio
histórico que se saldó con un alto precio: la aniquilación de
pensamientos, de ideas y de descubrimientos que podrían haber seguido impulsando y sosteniendo un avance acumulativo y continuo de la
civilización que, sin embargo, se vio frenado por el azote de la barbarie destructora durante los ss. IV y VII d.c. Los secretos develados por la reflexión científica posibilitada por la aparición del pensamiento filosófico en Grecia y cuyo acervo auguraba progresos y beneficios crecientes para la humanidad venidera, fueron reducidos al olvido por las ambiciones políticas o los fanatismo ideológicos.
Igualmente, el S. XX, un
tiempo de auge para la ciencia y el desarrollo tecnológico, también
pudo ser testigo de la sinrazón de la barbarie anticultural más
desaforada. El 10 de mayo de 1933, por iniciativa de las asociaciones
estudiantiles nacionalsocialistas alemanas, estudiantes, profesores y
adeptos del totalitarismo organizaron una macabra celebración de
quema pública de libros. Aquel simbólico crimen contra la razón y
la cultura se materializó inevitablemente en otras muchas formas de
tortura y de criminalidad contra la humanidad.
Creo que no me equivoco si confieso que el preludio de aquél capítulo tristísimo de la historia europea fue el odio hacia el pensamiento filosófico y que serían filosóficas gran parte de aquellas víctimas que con más inquina fueron consumidas en las hogueras de los bárbaros. Y, como digo, con los esfuerzos totalitarios de acallar la voz de la filosofía pudo imponerse el discurso ideológico para legitimar la barbarie que llevó al genocidio. Porque sólo la tentación totalitaria de la dominación se encapricha con acosar, amordazar y despreciar la filosofía como inútil o peligrosa para el programa de sociedad que sea de su interés.
Creo que no me equivoco si confieso que el preludio de aquél capítulo tristísimo de la historia europea fue el odio hacia el pensamiento filosófico y que serían filosóficas gran parte de aquellas víctimas que con más inquina fueron consumidas en las hogueras de los bárbaros. Y, como digo, con los esfuerzos totalitarios de acallar la voz de la filosofía pudo imponerse el discurso ideológico para legitimar la barbarie que llevó al genocidio. Porque sólo la tentación totalitaria de la dominación se encapricha con acosar, amordazar y despreciar la filosofía como inútil o peligrosa para el programa de sociedad que sea de su interés.
La historia puede enseñarnos
sobradamente que los enemigos de la cultura ( de la ciencia, la filosofía) suelen ser también enemigos de la humanidad: Se empieza matando la cultura y se acaba destruyendo y matando todo lo humano. Descuidar la cultura, las humanidades, la ciencia y la filosofía aboca inexorablemente a una civilización al precipicio de la barbarie o de la destrucción. Porque es condenar al sujeto social ( un pueblo, una sociedad, una generación) a la amnesia de la tradición y al raquitismo intelectual; y, por ende, indefenso, impotente y manipulable.
La mentalidad utilitarista que impone un general desprecio hacia todo aquello que, como la filosofía o el arte, no proporciona directamente un beneficio económico ¿ servirá para defender mejor el futuro de las sociedades democráticas, el sistema de derechos y de libertades conquistado en larga y dura lucha histórica?. ¿ Qué precio tendrá que pagar aquella sociedad que descuida la educación, las humanidades, las artes, la filosofía? Con gran claridad lo ha visto Emilio Lledó, al afirmar que " hay políticos que creen en la ignorancia como una manera de hacernos manipulables". En algunos casos, probablemente sólo se trate de un utilitarismo economicista, no obstante, lo sepan o no, despreciar en la cultura los saberes aparentemente inútiles es a la larga algo tan mortífero para una sociedad como la censura, la quema o la demolición de las creaciones culturales.
Sin embargo, afortunadamente, la historia nos demuestra que, finalmente, la razón también se toma su venganza contra todos sus verdugos. Recordemos, por ejemplo, el merecido oprobio con que universalmente son recordados aquellos que propiciaron la condena a muerte de Sócrates, simplemente porque éste era una conciencia crítica molesta para cuantos, en lugar de preocuparse por mejorar la democracia, contribuían al deterioro y corrupción crecientes de la vida pública.
La mentalidad utilitarista que impone un general desprecio hacia todo aquello que, como la filosofía o el arte, no proporciona directamente un beneficio económico ¿ servirá para defender mejor el futuro de las sociedades democráticas, el sistema de derechos y de libertades conquistado en larga y dura lucha histórica?. ¿ Qué precio tendrá que pagar aquella sociedad que descuida la educación, las humanidades, las artes, la filosofía? Con gran claridad lo ha visto Emilio Lledó, al afirmar que " hay políticos que creen en la ignorancia como una manera de hacernos manipulables". En algunos casos, probablemente sólo se trate de un utilitarismo economicista, no obstante, lo sepan o no, despreciar en la cultura los saberes aparentemente inútiles es a la larga algo tan mortífero para una sociedad como la censura, la quema o la demolición de las creaciones culturales.
Sin embargo, afortunadamente, la historia nos demuestra que, finalmente, la razón también se toma su venganza contra todos sus verdugos. Recordemos, por ejemplo, el merecido oprobio con que universalmente son recordados aquellos que propiciaron la condena a muerte de Sócrates, simplemente porque éste era una conciencia crítica molesta para cuantos, en lugar de preocuparse por mejorar la democracia, contribuían al deterioro y corrupción crecientes de la vida pública.
¿ El S. XXI será el siglo
de la civilización de la democracia y de los derechos humanos?. No
dicen nada a favor de esto las primeras décadas de este nuevo siglo,
pues parece que el desprecio a la cultura y al pensamiento que, como
hemos dicho, ha sido causa de dolorosas manifestaciones de crueldad
contra la vida humana sobre la tierra, sigue coleando todavía en
nuestro tiempo. Ahora a través de un sucedáneo solapado,
edulcorado, disfrazado para disimular su totalitarismo o sus toxinas antidemocráticas:
las políticas de los gobiernos tecnocráticos que actualmente
convierten el proyecto político de construcción europea en una
celada para las generaciones futuras. Una clase de tecnocracia
economicista que sólo tiene visión para lo que valga por su
utilidad o rentabilidad económicas pero que, sin embargo, padece una
flagrante y bárbara cegera sobre los fines que fueron el alma del
gran proyecto ético de sociedad por el que lucharon los maestros que
nos precedieron y enseñaron a ponernos en el mundo de pie.
Esta tecnocracia que domina
Europa como si nunca hubiese tenido Europa una historia de
pensamiento animado por el universal interés emancipativo de la
razón crítica, ha comenzado dando el mal paso de una agresiva
política en recortes en ámbitos tan vitales para la sociedad del
bienestar como la educación, la sanidad, la asistencia social y la
cultura. Y lo ha hecho desde la lógica ( más bien, ideología)
economicista liberal que ve en la cultura un parasitismo improductivo
y concluye que una gestión política utilitarista implica
necesariamente prescindir de las inversiones en el sostenimiento de
gran parte de las estructuras institucionales que laboran en la
conservación, transmisión y animación de la vida cultural e intelectual de un pueblo. Así, a
la postre, se terminará extenuando por inanición el pensamiento sin
el cual se debilitan la conciencia cívica, los derechos humanos e,
ineluctablemente, la salud de la democracia.
Y creo que para luchar
contra este reciente ataque de la barbarie anticultural que amenaza
el porvenir de nuestra democracia, todos los ciudadanos debemos
unirnos para poner freno a las hordas de la barbarie, mostrándonos solidarios ante cada una de sus víctimas. Una de ellas es
el "Instituto de Estudios Filosóficos ( Istituto di Studi
Filosofici)", de Nápoles, que con un depósito que supera los
trescientos mil libros, ha convertido a esta ciudad italiana en una
de las emblemáticas capitales de la filosofía, tal como reconoce la UNESCO. Pero desde 2009 las
autoridades políticas han ido recortando las ayudas a esta
institución hasta ponerla al borde del colapso. En esto, los
políticos parecen haber sido inmisericordes, demostrando una miopía
que les incapacitara para apreciar la importante actividad cultural
desarrollada por el Instituto, por el que han pasado personajes de la
talla de Popper y Gadamer y que ha organizado multitud de cursos y
coloquios por muchos países europeos, convirtiéndose así en un
importante estímulo para el resurgimiento y dinamización de la vida
intelectual en esa región del sur de nuestra hermana, Italia.
Revitalización tan precisa y necesaria para esta región, como para
cualquier otra; pero si se conocen las circunstancias de Nápoles, se
entenderá por qué puede ser tan valiosa la preservación de una
institución filosófica como la del "Istituto". Supongo
que si hay políticos que amen la democracia y luchen con
inteligencia contra la corrupción se harán cargo de esta grave
circunstancia y no dejarán que desaparezca el "Istituto di
Studi Filosofici".
Por mi parte, quiero
expresar mi solidaridad con esta institución filosófica, así como
también mi gratitud al compañero Stefano Ulliana, profesor de
filosofía, de quien he recibido la información.
Más información en:
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