Mi muro y opiniones de autoridades

Mostrando entradas con la etiqueta pedagogía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pedagogía. Mostrar todas las entradas

sábado

Dando pasos más allá de la gamificación

 Los alumnos inventaron un juego en clase de filosofía, con el objetivo de que fuese una manera divertida de desarrollar competencias filosóficas. Dimos un paso más allá de la gamificación: la clase de filosofía sirvió para hacerles creadores prácticos.

https://youtu.be/7D3SFV7wuY0

domingo

Una reflexión sobre las innovaciones como avidez de novedades

SER PERIODISTA, VIAJERO, SIN DINERO Y NO MÁS QUE ALUMNO

"Pero al igual que un hombre que camina solo y en la oscuridad, tomé la resolución de avanzar tan lentamente y de usar tal circunspección en todas las cosas que aunque avanzase muy poco, al menos me cuidaría al máximo de caer" ( Discurso del método, Descartes"

 En educación hoy estamos en la era de la innovación. Las leyes educativas, los medios de poder público, el mundo de las grandes empresas, los ideólogos de la globalización economicista, los profetas del futuro coloreado por la fantasía proyectiva, las modas y hasta los publicistas nos persuaden de que ese es el camino a seguir por todos. Entre otras razones porque todos podemos llegar a ser más que individuos personales o personas humanas: emprendedores, líderes, competidores y ganadores, llamados a correr la maratón del éxito en una sociedad que promete la piedra filosofal a los jóvenes al mismo tiempo que demuestra sus crisis, divisiones, fracturas y miserias cuando encubre sus limitaciones para compensar las desigualdades, para prometer paraísos de bienestar y justicia social que ya no son ni siquiera utopías filantrópicas sino discursos ideológicos convenientes al interés de facciones invisibles y que con salir a la calle se desenmascaran...

El problema no lo veo yo en la innovación, pues viniendo del mundo de la filosofía creo profundamente que vivir humanamente es un estrenarse con sagacidad cada día y, a veces, reinventarse. El problema lo veo si el ansia de innovación se convierte en avidez de novedades que termine por igualar a todos en esa noche en que todos los gatos son pardos. Es decir, donde el docente que se suponga innovador sea un reproductor de metodológías standarizadas que lo que tienen de novedad es que sea " lo último" que nos llega de fuera, de otros que hayan convertido en modus vivendi el vender libros y dar cursos sobre modelos a seguir y reproducir masivamente. ¿ Puede ser tal cosa innovar en un sentido ni siquiera esencial, simplemente educativo? Creo que la educación es una tarea tan vocacional que se vive, sí, con grandes dosis de inventiva pensando en las necesidades y posibilidades de los alumnos, en su ventura y en su bien. Pero toda pràctica innovadora es, si se me permite la metáfora, como expirar el aire de libertad que el espíritu de cada docente tiene antes que inspirar gustosamente a pleno pulmón. Asi puede hincharse de motivación y pasión comunicadora, así como de deseo de aunar imaginación, reflexión, sagacidad con una necesaria y continua investigación para la que cada vez va disponiendo de menos tiempo debido a la complejificación burocrática a la que se somete su vida profesional; vida que debería ser más de espiritu que de papeleos. Sólo desde la libertad y la autonomía personal puede formarse la savia que de vida a cada parte de ese gran organismo que es cada institución educativa. 

En resumen, que no tengo nada en contra de lo que proponen otros como modelos a seguir para el cambio educativo, pero no veo que esto deba hacernos perder de vista que cada docente, como cada persona, tiene en sí todo lo que permite abrir sus propios caminos, porque, como decía el poeta, " caminante, no hay camino / se hace camino al andar". Todos podemos responder a la voz "sapere aude!" y personalizar el modo de aportar lo mejor nuestro a los demás valiéndonos de inventiva, tacto y, por supuesto, juicio prudencial para aplicar los modelos a alumnos diversos y en circunstancias cambiantes.

Por ello he querido recordar del viejo Descartes esas palabras suyas, paradójicamente tan viejas y tan nuevas, pues él era hombre que realizó un acto de valor en su vida aunque bien maquillado por su cautela en tiempos barrocos en que debía uno cuidarse de decir todo lo que hubiese pensado. Nuestro Descartes decidió no seguir ni las modas ni la opinión de ningún otro por muy docto o mucho prestigio que recibiese de las masas cultivadas o populares. De sentirse como un náufrago en medio de su época llena de controversias entre los doctos y preceptores de la sociedad, llegó a identificar su verdadera necesidad: seguir algún criterio basado exclusivamente en su entendimiento y, como el entendimiento no es otra cosa que pensamiento, guiarse por la luz de su propio pensamiento que es la misma de la que todo el mundo participa y él llamaba "buen sentido". Así que rechazó los métodos de su tiempo porque les encontró muchos defectos y se resolvió a seguir el suyo propio.

Yo recuerdo a aquel que fue prócer de modernidad, quien encendió la antorcha prometéica y, con sana envidia, deseo seguirle sólo en una cosa: ninguna verdadera innovación que en cualquier campo de actividad humana sea útil consistirá en fidelizarnos acriticamente a metodologías o procedimientos diferentes por ser diferentes de los que nuestro buen sentido y experiencia humana integral nos diga que funcionan. Y menos si se nos venden como mercancía que todos los amigos del éxito y las apariencias ( recuérdese al viejo Platón en la República) deben desear para ser alguien entre los iguales. 

Vuelvo a repetirlo, no digo que no haya de tenerse en cuenta las propuestas de otros. Creo que muchos son muy dignos de interés. Incluso echo de menos la falta de atención- y no sé si por miopía- a las propuestas tan interesantes de la práctica filosófica o la corriente en defensa de la filosofía para niños. Sólo afirmo que cada uno, haciendo uso de su buen sentido, debe someterlas a su propio examen y que toda técnica requiere la maestría y el espíritu de una persona de carne y hueso, encarnada en su entorno, atenta a las circunstancias y capaz de superar rigideces con la ayuda de un pensamiento creativo, con más interrogaciones que respuestas. Y, por supuesto, haciendo equilibrismos entre la lógica de su ámbito y la apertura de una imaginación capaz de sobrepasar tres cosas: la cotidianeidad, la contemporaneidad y la contemporanización. 

Igual que un gran chef es capaz de hacer nuevo un plato a partir de viejas recetas, también todos somos capaces de poner nuestro toque personal a las novedades que nos venden o a las que nos tratan de enseñar a renombrar: basta con ser uno mismo y tomarse cada día con ganas de comunicar y de escuchar, de estimular esa apertura que el entendimiento tiene con la imaginación para soltar el pensamiento en la aventura de conjugar lo que ya hemos recibido y nuestra libertad de seguir en búsqueda de verdades y valores que sigan alentando nuestro goce y fascinación por lo bello de vivir.

Yo, por mi parte, me comprometo a compartir un método que he ideado para un día y para unas personas que quieren moverse y tienen que permanecer en sus pupitres. Pero diré como el viejo Descartes: a mi me sirvió pero no pretendo recomendarlo a nadie... Y como ahora estoy en proceso de verificar los resultados, me comprometo a contarlo y a mostrar, si es posible, algunos de los resultados cognoscitivos a los que por sí mismos hayan llegado estos alumnos. 

He titulado así esta entrada porque he anticipado objetivos que me he propuesto en la experiencia: hacer viajar a los alumnos proponiéndoles que experimenten lo que podrían hacer si fuesen jóvenes periodistas de investigación sin trabajo. Son chicos de 15 años



 

martes

Un interesante artículo de Juan David Malagón sobre el MIR educativo

Un MIR educativo como fórmula para llevar la profesión docente a la élite


Han vuelto a saltar las alarmas tras las declaraciones del ministro Méndez de Vigo en la Convención Nacional de Educación del PP, en la que propone, como medida a incluir en el ansiado Pacto Nacional por la Educación, un nuevo modelo de acceso a la profesión docente, mediáticamente conocido como MIR educativo. No es la primera vez que tenemos esta propuesta encima de la mesa, otros partidos como PSOE o Ciudadanos ya lo habían incluido entre sus propuestas; además, destacados portavoces en educación, como Narrase y López Rupérez (2011), han desarrollado la posibilidad de establecer una especie de MIR educativo con un período de prácticas similar al de los médicos internos residentes aplicado en la sanidad española.

El sistema de acceso al desempeño de la profesión docente, a pesar de sus transitorios intentos de mejora, no garantiza elegir a los mejor preparados. El concurso oposición sigue consistiendo en un sistema de selección “memorístico”, lo cual provoca una continua insatisfacción personal y profesional, así como unas posteriores condiciones laborales inestables con largos periodos de interinidad. A esto, añadimos la falta de consenso por parte de los diferentes colectivos, en cuanto a los posibles cambios o reformas en el sector educativo. Cuando en este país, un político, sea de la ideología que sea, habla de reformas en educación, cunde el pánico literalmente. Hecho que no nos ha de extrañar tras los torpes cambios, sin lógica ni evidencia, que ha sufrido la educación en los últimos tiempos. Llegados a este punto, solo puedo pensar en los alumnos y alumnas que hay en nuestras escuelas. Garantizar una educación inclusiva de calidad y equitativa para todo el alumnado, es un derecho bien fundamentado.

La cuestión de fondo que nos adentra en el tema es: ¿Cómo atraer, formar y retener buenos docentes en el sistema? ¿Será necesario realizar una selección docente previa a la formación –MIR educativo– o seguir invirtiendo en formación continua? ¿Cómo podemos garantizar que cada aula tenga un docente que sepa enseñar, que se sienta valorado y comprometido con la profesión y, además, pueda demostrarlo en su práctica?

La educación es una actividad profesional muy especial, que combina ciencia, ética y arte. En este sentido, encontramos ciertas debilidades en la profesión docente española si la comparamos con la medicina. Y es que, rara vez, los resultados de las investigaciones científicas que aportan evidencias sobre las prácticas educativas de éxito son difundidos y compartidos entre los diferentes miembros del sistema. Quizás puedan llegar a profesores y profesoras, pero estos, con dificultad logran implicarse personalmente en el desarrollo de investigaciones empíricas sobre su propia práctica. En este caso, como contrasta con la medicina, la falta de una preparación investigadora, en la mayor parte del profesorado, y los escasos medios para su consecución, han provocado una falta de difusión científica. Por otro lado, sería inexacto afirmar que dentro del colectivo de profesorado se haya asumido un “código ético” que apliquen en sus funciones docentes, tal y como, por ejemplo, tiene la medicina con el Juramento hipocrático. Algunas organizaciones docentes como puede ser el Consejo General de Colegios de Doctores y Licenciados, han formalizado un Código deontológico con valor meramente orientativo, ya que este no es prescriptivo ni está asumido por los profesionales de la educación.

Asimismo, dentro de los procesos escolares de enseñanza aprendizaje, además del importante papel que juega la investigación en su avance, tiene real importancia el componente del arte. El arte de educar, entendida como la capacidad o habilidad para actuar en consecuencia, tomando en consideración la individualidad de cada sujeto y adaptando la actuación al contexto. A pesar de que los profesionales de la educación hayan desarrollado esta habilidad para aplicar conocimiento y ejercer competencias, en España queda evidenciado el escaso reconocimiento de la profesión, en términos prácticos. Solo debemos remitirnos a los Reales Decretos que establecen el currículo, documentos minuciosamente desarrollados que poco margen dejan a la innovación. Los poderes públicos, de esta manera, tienen un control burocrático de la competencia docente llegando a invalidar la capacidad profesional para adecuar procedimientos de enseñanza o elegir las metodologías que mejor se ajusten a la práctica.

Este hecho de burocratizar la enseñanza conduce a un mayor control –poco efectivo a mi parecer– de los resultados. Y en esta dinámica de preocupación incesante por los resultados de la calidad educativa aparecen, con una posición destacada, una serie de organizaciones internacionales como la OCDE, la Comisión Europea, la Unesco, el Banco Mundial o la OEI. Todas ellas han trasladado al profesorado de este tiempo la exigencia social y económica de mejorar los resultados de su alumnado, fenómeno que nos deja mal parados y sin defensa alguna. Los recortes educativos sufridos, la suspensión de oposiciones, la expulsión de profesorado interino del sistema o las bajas sin cubrir durante semanas, entre otros hechos, podrían hacer de la idea de un “MIR educativo” una nueva amenaza para el sistema.

Si analizamos de fondo la cuestión del problema, parece ser, que en los rankings no salimos bien parados y eso inquieta a nuestros políticos. Si optamos por una postura comparativa entre España y Singapur en materia educativa, es posible situar al país asiático en la primera posición, según el informe PISA (2017). En cambio, nuestro país se sitúa en la trigésima posición, a pesar de mejorar dos puntos respecto a evaluaciones anteriores. Sin embargo, cuando la comparación se refiere a sanidad, Singapur se coloca en la posición 21ª, mientras que España alcanza una octava posición en el ranking internacional. Como demuestra este ejemplo comparativo, la sanidad española cuenta con un modelo sostenible y sólidamente configurado, virtud que puede atribuirse, entre otras cosas, a su proceso de acceso a la profesión. Quizás esta sea una de las poderosas razones por las cuales merece la pena transponer el modelo médico al ámbito docente, siendo estas profesiones tan distintas y a la vez tan parecidas.

El MIR educativo

El MIR educativo, a rasgos generales, tratará de “atraer a las personas más capacitadas, seleccionarlas y proporcionarles la formación inicial y permanente adecuada”, así lo deja recogido el filósofo y pedagogo español José Antonio Marina en el Libro Blanco de la profesión docente. El mismo documento defiende que los mejores maestros vayan a los centros considerados de difícil desempeño. Es cierto que en su propuesta no se incluye ningún dato económico, siendo desde mi opinión, un aspecto relevante para poner en marcha cambios estructurales bastante costosos.
A continuación, quisiera mostrar las claves del cambio mencionado. Para una mayor comprensión tomo la ilustración publicada por Pilar Álvarez en El País, dada su claridad y pertinencia en la comparativa del sistema de acceso que tenemos y el que nos plantean para el futuro próximo.

Lo más significativo del cambio sería la temporalización, frente a los cuatro años para ser maestro y los cinco, incluyendo el máster de formación del Profesorado en Secundaria, este nuevo proceso de formación y acceso tendría una duración de siete años.

Como podemos ver en la imagen, comenzaría de igual modo. El estudiante cursaría un grado, bien de magisterio de Educación Infantil o Primaria, y otros para docente de Secundaria. Tras el grado se realizaría una prueba de selección homogénea a nivel nacional, hecho que contrasta con lo realizado hasta el momento, donde cada comunidad autónoma gestionaba sus propias oposiciones. Sería una prueba que garantizaría los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad que persiga la excelencia profesional. Dicha evaluación supone un papel fundamental en el sistema de formación, ya que, conforme a la previsión de necesidades, que decidiría la Conferencia Sectorial de Educación, se formará a profesorado, maestras y maestros en las diferentes especialidades tomando como base un año de máster teórico-práctico. Este hecho provocaría un significativo desequilibrio entre el número de titulados especialistas y las necesidades reales del sistema educativo español.

Después de cursar el máster, de un año de duración, los futuros profesionales serían Docentes en Prácticas (DEP) en centros educativos durante dos o tres años. Estos estarían, supuestamente, en el centro con carácter formativo, no para cubrir una plaza. Asimismo, tendrían asignado un sueldo aún por determinar. Todos estos aspectos, aún en el aire, son fácilmente discutibles, en relación con cuáles serán las instituciones diseñadas para impartir el máster, sueldo aportado al “docente interno residente”, tutores y tutoras responsables en el centro educativo, quién les formará y cómo se les recompensaría esta labor, así como el proceso de evaluación continua y final durante el periodo de prácticas.

Al acabar, el profesional educativo conseguiría un diploma de aptitud, el cual podría emplear sin distinción en centros educativos privados y concertados; no obstante, si quisiera ser funcionario, tendría que pasar por una evaluación final en la que se comprobaría la adquisición de las capacidades necesarias para el desempeño profesional.

En resumen, un modelo inspirado en el sistema de formación y de acceso a la profesión médica partiría de una serie de principios, tal como concreta López Rupérez (2011):

La selección ha de proceder a la formación del docente.
Deberá configurarse en enseñanza de postgrado.
Un sistema universal, aplicando a todos los aspirantes a maestros y profesores.
Con carácter nacional.
Que persiga la excelencia en el sistema educativo.
Con el fin de aclarar la polémica de estos días, he querido describir la posible reforma en el sistema de acceso a la docencia, digo posible porque este tema aún está siendo objeto de negociación en el Congreso para establecer un Plan Nacional por la Educación. De salir adelante estas propuestas, hemos de revisar con cautela las condiciones concretas, ya que la educación en España está muy resentida y podríamos quebrarla por completo.

Las políticas están para fortalecer el progreso educativo garantizando el éxito de todo el alumnado, buscando el consenso con los diferentes sectores implicados y desarrollando medidas fundamentadas en el diálogo. Una imposición unilateral de la norma solo conseguiría hastiar aún más al profesorado. Y es que, las condiciones del ejercicio docente han cambiado casi radicalmente en la última década, lo cual ha requerido un sobreesfuerzo por parte de todos los profesionales de la educación. Educar a una generación plurilingüe, nativa digital, perteneciente a realidades socioculturales diferentes, ha supuesto que la educación sea una profesión solo para valientes. Personas capaces de sobreponerse a un modelo desfasado y con una intensa formación permanente en idiomas, nuevas tecnologías, diferentes estrategias educativas para garantizar el derecho de sus alumnos y alumnas a recibir una buena educación. A pesar de ello, en las evaluaciones internacionales y en las conclusiones de algunas investigaciones científicas no se ven reflejados tales esfuerzos, lo cual me lleva a pesar que algo está fallando.

Quizás este MIR docente posibilitaría, en lugar de formar y luego seleccionar, que el proceso sea a la inversa, primero realizar una selección y después dotar de una formación. A mi parecer, y amparándome en el hecho de que algunos de los países que obtienen mejores resultados en las pruebas internacionales primero seleccionan en el acceso a los estudios y luego forman a sus futuros docentes, esto tiene un efecto significativo en la eficacia al centrarse solo en aquellos que han sido seleccionados. En cambio, en España, se decidió aplazar la formación inicial y centrar los esfuerzos en la formación permanente. Ejemplo de este hecho es haber mantenido durante treinta años los centros de formación de profesores dedicados a suplir, en muchos casos, el déficit de formación.

Por otro lado, el nuevo proceso de acceso y formación, está caracterizado por su tratamiento común y estatal, lo cual podría convertirse en un sistema homologado que garantice la calidad en el sistema educativo fortaleciendo la profesión docente. Mejoraría la formación específica de las nuevas generaciones de profesionales adaptando, con garantías, su formación a una necesidad real.

En lo relativo a la investigación, dado el carácter de experto durante la formación y al largo periodo de prácticas, que contrasta con los ocho meses de prácticas de un alumno de magisterio y los dos meses de un estudiante del Máster de Profesorado en Secundaria, algunos podrán pensar que este periodo se equipara al año de prácticas que tiene los docentes tras aprobar la oposición. Pienso que el carácter de “alumno interno residente” podría favorecer el desarrollo de la competencia investigadora centrada en generar prácticas educativas de éxito avaladas por datos empíricos, y así suplir el vacío existente en este ámbito, además de fortalecer su difusión entre las y los profesionales. El desarrollo de un MIR educativo estimularía un compromiso mayor de personas expertas por la formación de las nuevas generaciones de docentes, creando, en consecuencia, una comunidad más colaborativa.

En contra de algunos, estos argumentos inducen a pensar que el nuevo sistema de acceso y formación de la profesión docente en España puede ser la palanca de cambio para reformular un sistema que muestra pocas garantías de éxito, dadas las altas tasas de fracaso escolar.

Asimismo, si definitivamente optamos por esta medida, que sea con garantías. No es posible que, como ocurre en otros muchos casos, a la primera de cambio volvamos a empezar. Si queremos favorecer que un sistema funcione, cada cual deberá cumplir adecuadamente su parte desde un compromiso que justamente nos haga mejorar. No podemos olvidar que los imperativos económicos parecen representar el mayor obstáculo dentro de las políticas educativas españolas en los últimos tiempos. Hemos pasado por una profunda crisis que aún causa estragos debido a los recortes ocasionados. Implantar un MIR educativo no puede enmascarar, como muchos de los colectivos de la educación temen, una artimaña de ahorro económico a corto plazo. Reivindicamos unas medidas que garanticen a nuestros alumnos y alumnas las y los mejores docentes capaces de ofrecer una educación inclusiva de calidad y equitativa al servicio de todos y todas.




http://revistainnovamos.com/2018/02/06/un-mir-educativo-como-formula-para-llevar-la-profesion-docente-a-la-elite/

TAXONOMÍA DE BLOOM

Mañana me ocuparé de compartir con compañeros docentes lo más básico de la taxonomía de Bloom para aplicar a la formulación de objetivos de aprendizaje en el diseño de actividades basados en el modelo de flipped classroom.Está limitado sólo a los objetivos. Acabo de preparar este sencillo prezi:

Pinchar aquí