Este último trabajo sobre la doctrina angélica y Descartes, lo dedico a persona muy querida de mi muy querida amiga Ana.Gracias amiga, tu sabes que a tu madre lo dedico.
NOTA IMPORTANTE:
Finalmente, después de terminar esta entrada, estoy convencido de que Descartes por "theses" , en mayo de 1647 entiende y se refiere a las"quaestiones infinitae" y no a una "quaestio finita". Son cuestiones generales, problemas,
y no - como diría David García-Bacca-, tema o toma de postura o respuesta concreta a una "quaestio" general y abstracta. Tomar posición sobre una cuestión disputada sería en la época formular una hipótesis. No se
olvide que Descartes arrastra una educación escolástica, aunque quiere
romper con ella. Los hispanoparlantes pueden confirmar mi aclaración en este libro descargable gratuitamente de Fray Luis de Granada sobre retórica, consultando la página 92 pinchar aquí
He encontrado una declaración privada de Descartes que parece reforzar todo lo que llevo investigado y mi interpretación. Se lo dice a Huygens en un momento que parece de gran tensión en su vida, pues tuvo que preparar su defensa ante los "Curateurs" o responsables de la Universidad de Leyde por las acusaciones dirigidas contra él por teólogos calvinistas. En ese mes, Descartes reitera frecuentemente en su correspondencia el tema del Dios engañador, con preocupación. Y a Huygens le declara confidencialmente: " ie me plaindray seulement des censures de Synodes ou des facultez de
Theologie, et aussy des THESES où ils passent à la condenation auant que
d'auoir examiné les raisons ny les parties ( Descartes to Huygens, 12
may 1647. Oeuvres...,vol. V. Adam & Tannery. Vrin, 1996. pag. 650 ). ¿ Qué quería decir? Aunque , por la época, "où" podría significar "cuando", y en tal caso, Descartes vendría a decir: " ...y me lamentaré ... de las tesis cuando
ellos lleguen a la condenación antes de haber examinado las razones y
oído a las partes"; sin embargo, no creo que sea la traducción correcta al castellano. Parece lo más correcto, siguiendo el uso que Descartes hizó de "theses" en latin y francés en la correspondencia de mayo de 1647, interpretarlo de otra forma. En primer lugar, porque con "theses" significaba una cuestión o pregunta general ( quaestio infinita) y no como lo que hoy entendemos por mantener una tesis o proponer una solución o hipótesis determinada sobre un asunto ( quaestio finita). En segundo lugar, porque se ve muy claro esto en su escrito en latín del 4 de mayo dirigido "aux Curateurs de L'Université de Leyde" donde alude a esas "theses" de sus adversarios y que Descartes dice adjuntar en
un texto perdido : "Haec acta esse dicuntur disputationibus quatuor,
quarum Theses his literis adiungo, ut, si ipsas inspicere dignemini,
measque etiam Meditationes forte aliquando legeritis, euidenter videatis
quam vera sint quae ab ipisis studiosis de illo Regente animaduersa
sunt, eique publice inter disputandum exprobrata" ( ib.idem, pag 4)
Y para más confirmación podemos aducir otro ejemplo: Si se analiza el uso del término "theses" en la correspondencia de otro dia de mayo, puede verse que Descartes utiliza el término para referirse
a cuestiones planteadas por sus adversarios contra sus ideas. Véase
la carta dirigida a Elisabeth el 10 de mayo: " La preuve de cecy est
que , depuis trois ou quatre mois, un certain Regent du College des
Theologiens de Leyde, nommé Reuieus, a fait disputer quatre disuerses
Theses contre moy..." ( tesis de Revius que versaban sobre las ideas de
Descartes sobre Dios) ( En Oeuvres de Descartes. V. Adam & Tannery.
Vrin,1996. pag. 16)
Entonces, pues, ¿ cómo traducir correctamente la confidencia cartesiana a Huygens? Creo que debería traducirse sin duda de la siguiente manera: " Lamentaré solamente las censuras de los Sínodos y de las Facultades de Teología ( católicas),así como también las cuestiones ( theses) en las que ellos lleguen a la condenación antes de haber examinado y escuchado a las partes". Y, obviamente, si nos fijamos en la referencia a las partes de una disputa, queda claro que Descartes entendía por "theses" las " quaestiones infinitae".
Si esto es así, creo que ya he llegado a aportar a todos los estudiosos un elemento importantísimo para acreditar la tesis - ahora sí, en el sentido más actual de "hipótesis"-de que llevo avisando desde mi humilde posición como profesor de bachillerato a la comunidad de especialistas. Y es lo siguiente: En este texto, contextualizado en todo un mes de mayo difícil para Descartes, éste manifiesta conocer las cuestiones que podía plantear Roma y, por ende, las posiciones o argumentos mantenidos por la Curia y los teólogos católicos, ( y, claro, los parisinos - igual que lo manifestó Mersenne en torno a 1634 en su carta a Peiresc y en los cambios que realizó en sus "Questions thèologiques" oponiendo a Galileo la angélica doctrina del Papa, como me reconoció el prestigioso Prof. M. Lerner al manifestarme que él aludió al asunto en uno de sus estudios académicos-). En relación con esas cuestiones teológicas se tenía que incluir necesariamente y por muchos conocida, la actitud escéptica del Papa apelando a la omnipotencia divina, la angélica doctrina, para relativizar las ideas científicas. Pero esta declaración está expresada con duda, cierta inseguridad y yo, personalmente, creo que con la desazón de un hombre que desde 1641 o incluso antes había trazado un plan de influir en personalidades de la Curia para cambiar la mentalidad y la actitud de Roma ante las nuevas ideas científicas. Y hoy estoy cada vez más seguro de que en aquella misiva, donde Descartes manifestaba que buscaba amistad con un consultor ( teológico) que participó en el juicio contra Galileo, él se podía interesar más por Agostino Oreggi y no sólo por el cardenal Francesco Barberini. Pasado el tiempo, las hostilidades de los teólogos protestantes provocaron en Descartes más desazón añadida al posible sentimiento de frustración de haber comprobado que su proyecto relacionado con Roma no había surtido el efecto deseado y que seguiría siendo un extraño dentro del mundo académico universitario católico dominado por los teólogos y filósofos escolásticos... y por los seguidores de las tesis de Roma. Todo ello puede acreditarse con la revisión de la correspondencia de Descartes .
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miércoles
APORTACIÓN IMPORTANTE A TODAS MIS INVESTIGACIONES SOBRE EL CASO DESCARTES, MAYO 1647
Publicado por
Aletheia
2 comentarios:


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domingo
LO QUE NO ENTENDIÓ O CON LO QUE NO CONTÓ KARL POPPER
“Había
una vez un famoso científico llamado Galileo Galilei. Fue
enjuiciado por la Inquisición y se vio obligado a retractarse
de sus doctrinas. Esto provocó un gran alboroto, durante más
de doscientos cincuenta años el caso continuó
despertando indignación y acaloramiento, aun mucho después
de que la opinión pública hubiera conquistado la
victoria y la Iglesia se hiciera tolerante frente a la ciencia.
Pero en la
actualidad, esa historia es ya muy vieja, y creo que ha perdido su
interés. Pues la ciencia de Galileo no tiene enemigos, al
parecer: en lo sucesivo, su vida está asegurada. La victoria
ganada hace tiempo fue definitiva, y en este frente de batalla todo
está tranquilo. Así, tomamos ahora una posición
ecuánime frente a la cuestión, ya que hemos aprendido,
finalmente, a pensar con perspectiva histórica y a comprender
a las dos partes de una disputa. Y nadie se preocupa por oír
al fastidioso que no puede olvidar una vieja injusticia.
A fin de cuentas,
¿cuál era el tema de esa vieja discusión?. Era
acerca del carácter del “sistema del mundo”
copernicano, el cual, entre otras cosas, explicaba el movimientos
diurno del Sol como un desplazamiento aparente debido a la rotación
de la Tierra. La Iglesia estaba muy dispuesta a admitir que el nuevo
sistema era más simple que el viejo, que era un instrumento
más conveniente para los cálculos astronómicos y
para las predicciones. En la reforma del calendario auspiciada por el
Papa Gregorio se hizo gran uso de él. No había ninguna
objeción a que Galileo enseñara la teoría
matemática del sistema, mientras pusiera en claro que su valor
era solamente instrumental; que no era más que una
“suposición”, como decía el cardenal
Bellarmino; o una “hipótesis matemática”,
una especie de estratagema matemática, “inventada y
supuesta con el fin de abreviar y facilitar los cálculos”.
En otras palabras, no había ninguna objeción mientras
Galileo estuviera dispuesto a compartir la opinión de Andreas
Osiander, quien, en su prefacio al De revolutionibus de
Copérnico, había dicho: “No hay ninguna necesidad
de que estas hipótesis sean verdaderas, o siquiera que se
asemejen a la verdad; sólo se pide de ellas que permitan
realizar cálculos que sean concordantes con las
observaciones”.
Galileo mismo, por
supuesto, estaba muy dispuesto a destacar la superioridad del sistema
copernicano como instrumento de cálculo. Pero al mismo tiempo,
conjeturaba y hasta creía que era una descripción
verdadera del mundo; y para él (como para la Iglesia) éste
era, con mucho el aspecto más importante de la cuestión.”
POPPER, K. (1967),
El desarrollo del conocimiento científico, Buenos
Aires, Paidós, pp. 116-117."
Desde que comencé mis estudios de filosofía en la Universidad de Comillas no sé cuántas veces oí entre los profesores estas ideas de Popper a modo de descarga de lo que aconteció en el famoso caso Galileo. Nunca lo discutí. De hecho, hasta el presente lo he tenido en cuenta en mis indagaciones sobre el caso con el que me comprometí, ese interrogante sobre la génesis de la duda metódica cartesiana y las reflexiones que lo han acompañado. Creo que incluso fue motivo para que el Dr. Hermes Benitez, desde Canadá, me objetase justamente en su crítica que había en mi posición un punto de inflexión que él consideraba condescendiente con la actitud de la Iglesia católica. El profesor intuyó acertadamente que yo debía de ser católico - algo de lo que no me desdigo. Y digo con acierto, pues su inteligencia le hizo ver entre líneas en mis escritos.
Ahora bien, este sabio profesor me dejó con preguntas que yo debía macerar en mi después de considerar todo lo que yo había desenterrado de los escritos y correspondencias de los autores de aquel siglo. Y una de ellas tenía que ver con las razones que mis profesores esgrimían para rebajar la polvareda que desde siempre levantaba el conflictivo Caso Galileo. En efecto, Popper venía a decir que los teólogos y jueces en el juicio contra Galileo estaban dispuestos a admitir que el modelo teórico copernicano era geométricamente más simple que el ptolemaico y, por tanto, reconocían su valor como instrumento de cálculo astronómico. Pero, atención: sólo como hipótesis ficticia, tratando de frenar la posición realista de Galileo con razones que Popper consideró muy pertinentes lógicamente, pero que en las coordenadas históricas de esos jueces provenían de reparos teológicos que, ya sabemos, provenían del dogmatismo cargado de escepticismo del Papa Urbano VIII: la angélica doctrina.
De lo que, en mi humilde opinión, Popper no se apercibió fue de un hecho históricamente innegable. Un hecho cuya profundización requiere del historiador que pase por la obra de Morpurgo-Tagliabue, a saber: se trataba de la emergencia de un nuevo paradigma científico que conjugaba teorización matemática con experimentación, matemáticas y observaciones sensatas. Era el nacimiento de la nueva física matemática. Para los partidarios de esta orientación era importante la atención al principio de simplicidad como criterio para el proceso analítico que conducía a ensayar hipótesis científicas formuladas matemáticamente, en aras de la claridad resolutiva de los problemas científicos planteados por los hechos observables. Creo que estos pensadores se tomaron muy en serio el denominado "tenedor de Ockham" o el principio de economía que se remontaba a Aristóteles. Sólo que en aquellas coordenadas históricas del S. XVII, siguiendo el sentir de Galileo, hacer honor a Aristóteles era no despreciar la ayuda que aportaban las matemáticas para develar el orden inteligible del libro de la naturaleza. Más tarde, en la escena de la Ilustración, ese espíritu llevaría a apartar del camino de la empiria científica toda especulación teológica, paradójicamente en la obra de un ferviente creyente: Newton. Recordemos su dicho: "Hypotheses non fingo". No me atrevería a decir ahora que el gran físico aludiese oblicuamente a los cartesianos, pero creo que hacía un barrido de las disputas teológico-filosóficas en que se escolló el pensamiento científico del S. XVII. Y, anecdóticamente, por un Papa y Galileo
Descartes, perfectamente, entra en esas coordenadas y jugó su partida de ajedrez en aquél "terreno de choque" propiciado por el Papa, y ya veladamente para sobrepasar el escepticismo o relativismo teológico-científico planteado por el Papa mismo. Pero Descartes no se salió del campo de juego delimitado por el Papa, al mezclar su proyecto con el principio teológico de la infinitud y omnipotencia divinas, aunque sólo fuese en el intento de salvaguardar la autonomía de la razón científica.
Popper interpretó el momento histórico al que se refiere su texto del encabezamiento desde su posición falsacionista, pero con olvido de que en ese momento se estaba batallando en favor o en contra de la física-matemática, y que los detractores, en buena medida, se basaban en presupuestos teológicos. Si Popper no advirtió esto nosotros debemos no olvidarlo.
La cuestión sobre los cometas
Ciertamente pueden encontrarse argumentaciones contrarias a opiniones de Galileo acusándole de incurrir en la falacia del modus tollens. Es el caso de la disputa sobre los cometas entre aquél y Horacio Grassi, y que llevó al gran físico a publicar "Il saggiatore". En "Libra astronomica ac philosophica", el autor jesuita refuta las opiniones de Galileo sobre la naturaleza evanescente de los cometas (1), objetándole, entre otras razones, que incurría en la susodicha falacia. Y dice allí:
"Tertio aio ne ullum quidem augumentum inde inferri posse. Logicorum enim lex est, quotiescumque effectus aliquis a pluribus causis haberi potest, male ex effectu ipso, unam tantum illarum inferri, v.g., cum calor haberi possit ab igne, a motu, a sole, aliisque causis; male quis inferet, hic calor est, ergo ab igne. Cum ergo hoc quod est videri alique. cum prius no videretur, a multis etiam causis pendere possit; non poterit ex illa visibilitate, una tantum illarum causarum deduci" ( Op.cit, Lottario Sarsi Sigensano, Typographia Marci Naccarini, Perusiae, 1619, p.12)
Debe tenerse en cuenta que la refutación de la opinión de Galileo no se dirige directamente a sus ideas heliocéntricas sino a su opinión divulgada por Guiducci sobre las apariencias visibles de los cometas . Se trata de poner en duda ésta diciendo que el fenómeno perceptible sideral no tiene que ser necesariamente efecto de la causa con que los galileanos lo explican y que, por ende, Galileo razonaba mal ( "male")
Ahora bien, cuando a Galileo se le condena por aseverar firmemente el movimiento de la Tierra la objeción de base filosófico-teológica, a parte de las mecánicas, físicas o teológicas, era aquella de la que tanto he tratado: la angélica doctrina del Papa Urbano, paradójicamente, quien procuró protegerlo enviando a los archivos denuncias teológicamente más graves.
Y este reparo dogmático o escéptico, basado en el principio de la Potentia Dei absoluta, influirá no sólo en el juicio de Galileo sino en el desarrollo de las ideas publicadas por los autores precursores y protagonistas de la modernidad, llegando a Francia y, desde ahí, condicionando aspectos importantes de los sistemas metafísicos y críticos de toda la modernidad ( incluso después de haber olvidado el peso de las opiniones del Papa Urbano)
El caso del amigo y confidente de Descartes
Y como prueba de que lo que he dicho era cosa del siglo recordaré lo que ya estudié en la figura de Mersenne:
Comparto con todos el texto de Mersenne. Ruego se observe la alusión a la voluntad y poder infinitos de Dios para elegir entre infinitas posibilidades, es decir, no encontrarse determinado a elegir el camino más corto para obrar un efecto natural. Puesto que si una de las razones más importantes aducidas por los copernicanos era la paradigmática simplicidad y claridad del constructo matemático, ello era considerado por la duda epistémico-teológica de Urbano VIII como una patente contradicción de la omipotencia divina, en cuanto que era una presunción intelectual humana con la que se sometía a Dios a una forzosidad matemática:
Popper interpretó el momento histórico al que se refiere su texto del encabezamiento desde su posición falsacionista, pero con olvido de que en ese momento se estaba batallando en favor o en contra de la física-matemática, y que los detractores, en buena medida, se basaban en presupuestos teológicos. Si Popper no advirtió esto nosotros debemos no olvidarlo.
La cuestión sobre los cometas
Ciertamente pueden encontrarse argumentaciones contrarias a opiniones de Galileo acusándole de incurrir en la falacia del modus tollens. Es el caso de la disputa sobre los cometas entre aquél y Horacio Grassi, y que llevó al gran físico a publicar "Il saggiatore". En "Libra astronomica ac philosophica", el autor jesuita refuta las opiniones de Galileo sobre la naturaleza evanescente de los cometas (1), objetándole, entre otras razones, que incurría en la susodicha falacia. Y dice allí:
"Tertio aio ne ullum quidem augumentum inde inferri posse. Logicorum enim lex est, quotiescumque effectus aliquis a pluribus causis haberi potest, male ex effectu ipso, unam tantum illarum inferri, v.g., cum calor haberi possit ab igne, a motu, a sole, aliisque causis; male quis inferet, hic calor est, ergo ab igne. Cum ergo hoc quod est videri alique. cum prius no videretur, a multis etiam causis pendere possit; non poterit ex illa visibilitate, una tantum illarum causarum deduci" ( Op.cit, Lottario Sarsi Sigensano, Typographia Marci Naccarini, Perusiae, 1619, p.12)
Debe tenerse en cuenta que la refutación de la opinión de Galileo no se dirige directamente a sus ideas heliocéntricas sino a su opinión divulgada por Guiducci sobre las apariencias visibles de los cometas . Se trata de poner en duda ésta diciendo que el fenómeno perceptible sideral no tiene que ser necesariamente efecto de la causa con que los galileanos lo explican y que, por ende, Galileo razonaba mal ( "male")
Ahora bien, cuando a Galileo se le condena por aseverar firmemente el movimiento de la Tierra la objeción de base filosófico-teológica, a parte de las mecánicas, físicas o teológicas, era aquella de la que tanto he tratado: la angélica doctrina del Papa Urbano, paradójicamente, quien procuró protegerlo enviando a los archivos denuncias teológicamente más graves.
Y este reparo dogmático o escéptico, basado en el principio de la Potentia Dei absoluta, influirá no sólo en el juicio de Galileo sino en el desarrollo de las ideas publicadas por los autores precursores y protagonistas de la modernidad, llegando a Francia y, desde ahí, condicionando aspectos importantes de los sistemas metafísicos y críticos de toda la modernidad ( incluso después de haber olvidado el peso de las opiniones del Papa Urbano)
El caso del amigo y confidente de Descartes
Y como prueba de que lo que he dicho era cosa del siglo recordaré lo que ya estudié en la figura de Mersenne:
Comparto con todos el texto de Mersenne. Ruego se observe la alusión a la voluntad y poder infinitos de Dios para elegir entre infinitas posibilidades, es decir, no encontrarse determinado a elegir el camino más corto para obrar un efecto natural. Puesto que si una de las razones más importantes aducidas por los copernicanos era la paradigmática simplicidad y claridad del constructo matemático, ello era considerado por la duda epistémico-teológica de Urbano VIII como una patente contradicción de la omipotencia divina, en cuanto que era una presunción intelectual humana con la que se sometía a Dios a una forzosidad matemática:
"Cuestión XXXIV: ¿Qué razones se tienen para demostrar y
persuadir del movimiento de la Tierra alrededor de su eje en el
espacio de veinticuatro horas?
1. La primera razón que utilizamos para probar que la tierra se
mueve, y que hace cada día su ruta entera, se deduce del hecho de
que no hay apariencia de que toda la gran máquina del universo se
mueva, y que el firmamento y las estrellas recorran 6.000 leguas cada
día, lo que parece incomprensible: mientras que si la tierra se
mueve, únicamente recorre 7.200 leguas al día, es decir, 14.000
menos que las estrellas.
2. El orden natural parece mejor establecido si los cuerpos más
pequeños se mueven más rápido y los cuerpos más grandes, más
lentamente.
3. Puesto que la tierra tiene necesidad del Sol, ella debe buscarlo
como nosotros buscamos el fuego, del que tenemos necesidad...
4. No se pueden asignar dos movimientos contrarios al mismo cuerpo,
lo que hacen, sin embargo, aquellos que dicen que las estrellas y
otros cuerpos celestes se mueven y que la tierra es inmóvil, porque
es mucho más fácil afirmar que se mueve de oeste a este, mientras
que la luna y los demás planetas se mueven únicamente en su propio
movimiento. Lansberge cree que la primera razón es demostrativa, que
consiste en que el Sol se encuentra a 1.498 1/2 semidiámetros
terrestres de la Tierra, cuando se encuentra a su media distancia y
las estrellas a 10.302.927 semidiámetros; de lo que resulta que las
estrellas recorren cada hora 23.178.529.692 leguas alemanas, y en un
abrir y cerrar de una arteria, o un segundo minuto, 643.848 leguas, o
alrededor: mientras que la tierra con un circuito neto de 400 leguas,
únicamente hace la decimosexta parte de una legua, es decir, 250
pasos de un segundo: que es poco más que lo que una bala de mosquete
haría en el mismo tiempo.
Dejo muchas otras razones, que se ofrecen para demostrar el
movimiento de la Tierra: por ejemplo, que explica todas las
apariencias o fenómenos con mayor claridad, y más brevemente; que
de ello se desprende que ella se mueve, si los cielos se mueven,ya
que deben arrastrarla con ellos, puesto que no tiene ninguna
resistencia, ya que no se aleja de su centro, y muchas otras, a las
que el Sr. Morin, Profesor real, respondió en un libro particular;
de manera que no hay ninguna razón que pruebe el movimiento de la
Tierra, porque puesto que Dios envió a su Hijo para favorecernos con
su muerte, no debería sorprendernos que haga girar el cielo para
nosotros, y si creó todo el mundo corporal para el uso y el placer
de los hombres... Pero hasta el presente tampoco sabemos nada que
demuestra su inmovilidad, ya que no hay nada más absurdo que hacer
las estrellas de primera magnitud 127 veces más grandes que la gran
del orbe terrestre y 1.575.473.627 veces más grande que el sol, que
hacer que las estrellas se muevan tan rápido que hacen seiscientas
mil leguas en el tiempo de un latido de arteria. Y a pesar de que no
sabemos por qué hay 59.967.010 leguas, entre saturno y las
estrellas, no se deduce que este espacio no sea real. No es tan
necesario conocer la causa del movimiento de la tierra para admitir
que se mueve, ya que los que ponen el movimiento de las estrellas, no
conocen la causa...
Corolario I
La razón fundamental que se ha utilizado hasta el presente para
demostrar la movilidad de la Tierra, no es buena, porque demuestra
demasiado, o supone una gran ignorancia porque puesto que Dios no ha
seguido en el estado de gracia el camino más corto de todos los
posibles, para salvarnos, al ver que podía hacer un acto de
voluntad, ¿por qué concluiremos que ha tomado el camino más corto
en la naturaleza? ¿No sería el más corto para la salud o para la
cura de los cuerpos, que hubiera algún agujero hacia el talón, por
el cual todos los humores innecesarios pudieran salir sin utilizar
tantos medicamentos? Por cierto, si quieren entretenerse
considerando todas las obras de la naturaleza y discurrir sobre ello,
siempre nos encontraremos con reprimendas, pero será con las razones
de Momus, que se basan en la presunción del hombre y la ignorancia
de aquellas ( razones) que Dios tuvo estableciendo la firmeza de la Tierra y la
movilidad de los astros, o creando cualquier otra parte del universo,
de lo que todos admiran el artificio mucho más que en las oraciones de
Cicerón, los poemas de Virgilio, o las proposiciones de Euclides
(aunque algunos sostengan que no se puede eliminar una dicción, o
una letra, sin que se estropee todo o se le quite la gracia) si de
todo ello conocen las razones y los resortes, que vamos a ver muy
claramente cuando aquel que gobierna la gran máquina del mundo nos
descubra los secretos y la ciencia.
Corolario II
Hablaré del movimiento de la tierra en las cuestiones 44 y 45, que
contienen el compendio de los Diálogos que Galileo hizo sobre dicho
movimiento, para confirmar las hipótesis de Aristarco y Copérnico.
Ahora podemos imaginar nuevas razones a favor del movimiento diario
de la Tierra, que no son de ninguna utilidad para el anual, del que
hablaré en la cuestión 37: por ejemplo, que si las estrellas y los
planetas se mueven, que es necesario que la Tierra, que no tiene
ningún apoyo o impedimento que la libre de ser arrastrada por dichas
estrellas para girar sobre su eje, da siempre su vuelta; y muchas
otras que omito, por temor a extenderme demasiado. Pero siempre nos
encontramos con nuevas razones, sobre todo porque nunca sabremos la
forma en que las partes del universo se han establecido, hasta que
Dios ha convenido revelárnoslas, de manera que siempre podemos decir
con San pablo: "nunc per speculum, et in aenigmate, tunc autem
facie ad faciem"
Cuestión XXXVII: ¿Qué razón puede haber para creer que la Tierra
gira alrededor del Sol, al que hemos situado en el centro del mundo?
Con todo lo que he hablado del movimiento diario de la Tierra en la
cuestión 34 y que se puede imaginar que la causa por la que se
mantiene en su lugar sin ir de aquí para allá, debe entenderse este
movimiento, como es el caso de que las piedras corren tan rápido en
el aire, que no se pueden caer, y los vasos y otros recipientes
llenos de vino..., no se derraman cuando los giramos lo
suficientemente rápido, sin embargo hay que considerar su otro
movimiento, que llamamos anual, que en la escuela de Aristarco se
cree que compensa el movimiento del Sol; les explico aquí las
razones...
...Dejo las otras razones, porque se pueden leer en Lansberge y
Kepler, para añadir solo que no se ha dado hasta ahora ninguna
razón, que demuestre que el Sol sea el centro del mundo, o que la
tierra gire en lugar del Sol y por lo tanto que es también
preferible abrazar las hipótesis de Tycho y los demás que guardan
todos los fenómenos sin el movimiento terrestre anual, que seguir
las de Aristarco; cada uno es libre de servirse de tal hipótesis que
quiera para explicar las apariciones del cielo y para el cálculo: y
puede ser que se presenten otras hipótesis diferentes de todas las que
se han formulado hasta el presente, que serán tan SIMPLES y FÁCILES de
comprender ( y por ende no contradictorias) que las de Copérnico e, incluso, más ciertas ... Sin embargo esta dificultad puede
servirnos para hacernos reflexionar sobre los principios de otras
ciencias que no son más que hipótesis que podrían no ser más
reales que las de la astronomía, puesto que no nos resultan más
evidentes.
(Cuestiones teológicas..., Mersenne, Chez Henry Guenon. París,
MDCXXXIV. pp. 158-167, 174-176) (3)
https://filosofiabetica.blogspot.com.es/2015/01/les-questions-theologiques-physiques.html
(1)
Con ocasión de la aparición de tres cometas en el cielo durante el año 1618, el jesuita Grassi escribió a partir de una conferencia en Roma un pequeño tratado anónimo titulado "Disputatio astronomica de tribus cometis", donde defendía que los cometas eran verdaderos cuerpos celestes opacos que giraban entre las esferas lunar y solar. Grassi, como buena parte de sus socios en la Compañía de Jesús, era defensor del modelo astronómico de Tycho Brahe. En respuesta a éste, Mario Guiducci publicó "Discorso delle comete" replicando que los cometas no eran más que vapores telúricos percibidos como si fuesen cuerpos como consecuencia de la iluminación solar. Grassi y otros de la S.J. juzgaron que el verdadero autor de la obra atribuida a Guiducci era Galileo y que, desde el heliocentrismo, atacaba al ticonismo. Por ello la respuesta de los científicos de la Compañía de Jesús no tardó en llegar y se trataba de un ataque en toda regla a las ideas de Galileo. Bajo el seudónimo de Lottario Sarsi, Grassi, publica "Libra astronomica ac philosophica qua Galilaei Galilaei opiniones de cometis a Mario Guiducio in Florentina Academia expositae" ( 1619) . Es asombroso que en el transcurso de un año se diese tan intensa discusión, que llevaría a Galileo a escribir "Il saggiatore", en el que trató de justificar la teoría de la naturaleza evanescente de los cometas a partir del carácter corpuscular de la luz y del movimiento de las partículas materiales para producir los efectos sensibles que se podían interpretar "erróneamente" como cuerpos celestes. Fue el principio de las graves hostilidades que abocarían ineluctablemente a la condena de 1633, pese a los benévolos intentos del Papa Urbano VIII por archivar y dejar caer en el olvido las acusaciones que más graves que llegaron al Santo Oficio contra Galileo por su atomismo incompatible con el misterio de la transustanciación eucarística - y por lo que hasta hoy sabemos, incoadas por miembros de la S.J. El Papa consideró probablemente que, ya que el dictamen de la Comisión de 1632 presidida por su sobrino Francesco Barberini ( y formado por Agostino Oreggi, Niccolo Ricardi, Melchior Inchofer, Zaccaria Pasqualigo) concluía que Galileo debía ser llamado a juicio, el menor de los males para Galileo era sustanciar la causa sobre la denuncia de heliocentrismo. Así se llegó al juicio de 1633.
(1)
Con ocasión de la aparición de tres cometas en el cielo durante el año 1618, el jesuita Grassi escribió a partir de una conferencia en Roma un pequeño tratado anónimo titulado "Disputatio astronomica de tribus cometis", donde defendía que los cometas eran verdaderos cuerpos celestes opacos que giraban entre las esferas lunar y solar. Grassi, como buena parte de sus socios en la Compañía de Jesús, era defensor del modelo astronómico de Tycho Brahe. En respuesta a éste, Mario Guiducci publicó "Discorso delle comete" replicando que los cometas no eran más que vapores telúricos percibidos como si fuesen cuerpos como consecuencia de la iluminación solar. Grassi y otros de la S.J. juzgaron que el verdadero autor de la obra atribuida a Guiducci era Galileo y que, desde el heliocentrismo, atacaba al ticonismo. Por ello la respuesta de los científicos de la Compañía de Jesús no tardó en llegar y se trataba de un ataque en toda regla a las ideas de Galileo. Bajo el seudónimo de Lottario Sarsi, Grassi, publica "Libra astronomica ac philosophica qua Galilaei Galilaei opiniones de cometis a Mario Guiducio in Florentina Academia expositae" ( 1619) . Es asombroso que en el transcurso de un año se diese tan intensa discusión, que llevaría a Galileo a escribir "Il saggiatore", en el que trató de justificar la teoría de la naturaleza evanescente de los cometas a partir del carácter corpuscular de la luz y del movimiento de las partículas materiales para producir los efectos sensibles que se podían interpretar "erróneamente" como cuerpos celestes. Fue el principio de las graves hostilidades que abocarían ineluctablemente a la condena de 1633, pese a los benévolos intentos del Papa Urbano VIII por archivar y dejar caer en el olvido las acusaciones que más graves que llegaron al Santo Oficio contra Galileo por su atomismo incompatible con el misterio de la transustanciación eucarística - y por lo que hasta hoy sabemos, incoadas por miembros de la S.J. El Papa consideró probablemente que, ya que el dictamen de la Comisión de 1632 presidida por su sobrino Francesco Barberini ( y formado por Agostino Oreggi, Niccolo Ricardi, Melchior Inchofer, Zaccaria Pasqualigo) concluía que Galileo debía ser llamado a juicio, el menor de los males para Galileo era sustanciar la causa sobre la denuncia de heliocentrismo. Así se llegó al juicio de 1633.
sábado
Mersenne et l'angelique doctrine. Un intellectuel politiquement correct ou un penseur masqué. Segunda parte
Dédié au Dr M. Lerner. Merci, professeur, puisque vous avez prêté attention à mon étude sur Mersenne. Votre approbation des conclusions de mon travail sur Mersenne est un grand encouragement pour mes recherches.
Mersenne, un pensador disfrazado
Mersenne escribió a Peiresc en el verano de 1634:
" Monsieur
Je vous envoie les trois petits traitez que j' ay faits, affin que vous en puissiez recevoir quelque contentement parmi vos occupations plus sérieuses. Je vous prie d' envoy à Mr. Doni, quand vous en trouverez l' occasion, ceux où son nom est. Dont les Questions morales, mathematiques, etc. sont differentes de vostres, parce qu' il y a des raisons pour le mouvement de la Terre sans réfutation, pour lesquelles j' avois mis la sentence des cardinaux pour medecine, comme vous verrez. Mais parce qu' on me dist qu' il y avoit eu quelque bruit parmi les docteurs de Sorbonne à cause des raisons que ye ne refutois pas, j'ay osté toutes les questions dont ils se pouvoient formaliser, et en ay mis d' autres que vous verrez dans le livre pour Mr. Doni, qui sera plus prope pour Rome (1)
Gracias a la Profesora Sylvie Taussig , sabemos:
" Ainsi existe-t-il dès juillet 1634 deux versions des Questions, qui diffèrent par les questions 34, 37, 44 et 45. À voir les questions litigieuses ..., on comprend que l’affaire ait pu faire quelque bruit ; mais, des questions de rechange que Mersenne formule, si la dernière est carrément ironique (« Est-il permis d’enseigner dans les Écoles que la terre est immobile ? ») et permet de découvrir chez notre minime un pince-sans-rire, les trois autres sont de vraies questions" ( " Marin Mersenne, moine mathématicien et philosophe" en la biblioteca Bibnum, 22 de febrero de 2010, p. 15)
Es decir:
" Existen, pues, a partir de julio de 1634 dos versiones de las Questions, que difieren en las cuestiones 34, 37,44, 45. Al ver las cuestiones polémicas... se comprende que el caso podría hacer algún ruído; pero de las cuestiones de reemplazo que Mersenne formula, si la última (45) es francamente irónica ( " ¿ Está permitido enseñar en las escuelas que la tierra es inmóvil?") y permite descubrir en nuestro mínimo a un sarcástico, las otras tres son cuestiones reales"
Y es que, tras la condena de Galileo, Mersenne cambió algunas cuestiones contenidas en la primera edición por otras cuestiones en la segunda edición de 1634. Las sustituyó porque en las primeras se presentaban opiniones galileanas sobre el movimiento terráqueo que no iban acompañadas de razones contrarias. Por eso envía a su corresponsal, Peiresc un tratado modificado y distinto del que ya tenía éste en su poder, para que fuese enviado a Monsieur Doni, en Roma.
En efecto, de acuerdo con la investigación de Taussig, sabemos, por ejemplo, que la cuestión 34 (" A sçavoir si l' on peut établir une nouvelle science des sons, qui soit nommé Psophologie, ou de tel autre nom que l' on voudra") fue sustituida por " Quelles raisons a- t' on prouver & pour persuader le mouvement de la Terre, autour de son axe, dans l' espace de vingt-quatre heures?". Vemos en la publicación definitiva que Mersenne expone razones para dudar de la rotación.
La cuestión 37 de la primera edición era " À sçavoir combien l' on doit estre élevé sur la surface de la terre, ou sur tel autre corps que l' on voudra plus grand ou plus petit, pour voir un espace donne"; mientras que en 1634 fue sustituida por " Quelle raison peut on avoir pour croire que la Terre se meut autour du Soleil, que lòn met au centre du monde?". El monje francés también aquí declara que " hasta aquí no se ha dado ninguna razón que demuestre que el Sol sea el centro del universo o que la tierra se mueva en torno al Sol".
La cuestión 44 ( "Quelle doit estre la force de la voix pour estre portée et entendue jusque à la Lune, au Soleil et au firmament, soit naturellement ou par artifice?") será modificada por esta otra: " Qu' y a-il de plus notable dans les Dialogues que Galilée a faits du mouvement de la terre"
Y la cuestión 45 pudo haber sido "Est-il permis d' enseigner dans les Escoles que la terre es immobile?", pero la verdadera formulación que hallamos en el tratado es "Est-il permis de soustenir que la terre es mobile: où la Censure des Dialogues de Galilée est rapportée tout au long"
Todo esto parece bastante extraño, pero no tanto si tenemos en cuenta no sólo su curiosidad e interés por la divulgación científica, sino también la cautela y prevención que demuestra al conocerse la dureza de las decisiones tomadas desde Roma contra la posición representada por Galileo ( cosa que demuestra por el hecho de publicar en la segunda edición la sentencia contra el sabio florentino) y las razones en las que se apoyaron los inquisidores. Y hemos visto en las cuestiones 34 y 37 que Mersenne presentaba razones profundamente coherentes con la angélica doctrina del Papa. ¿ Trataba de protegerse de toda sospecha a la par que satisfacía su curiosidad científica e informaba sobre controversias de máxima actualidad e interés científicos?
Como afirma Massimo Bucciantini, como consecuencia de la condena de Galileo, Mersenne tuvo que adoptar una gran precaución, lo cual explica los cambios que introdujo en relación con las tesis contenidas en los Diálogos de Galileo, dentro de sus Questions theologiques ( véase: Bucciantini Massimo, " Descartes, Mersenne et la philosophie invisible de Galilée ", Dix-septième siècle, 2009/1 nº 244, p. 19-30. DOI: 10.3917/dss.091.0019)
Aun cuando no nos es posible cotejar las cuestiones cambiadas, si hacemos caso a lo que confesó Mersenne en su carta, parece que trató de corregir aquellos puntos de vista controvertidos relacionados con el copernicanismo que en las primeras cuestiones podían levantar sospechas. Y por ello decía que " hay consideraciones sobre el movimiento de la Tierra sin refutación, para las cuales he puesto la sentencia de los cardenales como medicina...Pero puesto que se me ha dicho que hubo algún ruido entre los doctores de la Sorbona a causa de las consideraciones que yo no refuté, he suprimido todas las cuestiones en las que se podían formular y he colocado otras que V. verá en el libro para Mr. Doni, que será más apropiado para Roma".
Como vemos, Mersenne eliminó los párrafos referidos a Galileo contenidos en la primera edición, colocando otros "más apropiados para Roma" y al gusto de "los doctores de la Sorbona".
Pienso que es altamente razonable extraer la siguiente conclusión: si en la nueva versión de las "Questions theologiques" aparecen claras referencias a la angélica doctrina para contrarrestar la afirmación del movimiento de la Tierra, y si Mersenne lo hace para contentar a Roma y a los doctores de la Universidad de París, entonces, en París, la objeción papal contra la movilidad de la Tierra era muy probablemente conocida y aceptada por algunos doctores de la Facultad de Teología. Mersenne estaba exponiendo algo que los doctores de la Sorbona aceptarían de buen grado o, al menos, algo en lo que no hubiese encontrado la oposición de los teólogos mejor informados.
Pero creo que los estudios históricos no han profundizado suficientemente todavía en el hecho de que Mersenne aduzca razones asociadas con la angélica doctrina para contentar a los teólogos parisinos que "exigían una refutación en buena y debida forma" (2). Por eso, estando en lo esencial de acuerdo con el estudio de Lerner , creo que la utilización por parte de Mersenne del argumento escéptico favorito del Papa contra Galileo es un aspecto tan significativo que, incluso, trasciende el libro de Mersenne, pues demuestra que jugó un papel determinante en la cultura científica y filosófica del S.XVII. Como es evidente, Mersenne no sólo procuró "curarse en salud" publicando la sentencia de los cardenales contra la posición galileana, sino que cambió su libro para que fuese "plus prope pour Rome". Y lo hizo exponiendo razones teológicas que armonizan a la perfección con la objeción anticopernicana representada por la angélica doctrina.
Pues, bien, si esto es así, tenemos la prueba en Mersenne de un " penseur masqué" que, por cautela o temor, expresa sus opiniones y pensamientos sin tratar de salirse de lo políticamente correcto ni levantar sospechas entre las autoridades eclesiásticas y académicas.
Pero también es la prueba de que las objeciones papales contenidas en la angélica doctrina estaban pesando en el ambiente académico parisiense, francés. ¿ Cómo podía pasarle desadvertido a Descartes.?. Trataré de probar en futuras entradas, remitiéndome a la correspondencia entre Descartes y Mersenne que es sumamente probable que este aspecto tuviese notable influencia en el pensador francés.
Ahora bien, si se me permite hacer una analogía con su gran amigo Descartes, podría decir que, inevitablemente, también Descartes tuvo que servirse de tanta o más cautela y prudencia que el mínimo, sólo que el talento y sagacidad del gran filósofo francés le permitió poder salvar tan apurada situación con la inventiva de una estrategia de largo alcance: su sistema metafísico. Y esto es lo que yo he tratado de explicar en el libro "El caballo de Troya de Descartes".
Pero es llamativo el distinto modo en que reaccionaron estos amigos al conocer la condena de Galileo. Mersenne modificó sus " Questions Theologiques" adaptando capítulos enteros al gusto de Roma y de los doctores de la Sorbona. Descartes retiró de imprenta su "Monde", pues, como escribió en una carta a Mersenne en noviembre de 1633:
" Comme je ne voudrais pour rien du monde qu' il sortît de moi un discours, où il se trouvât le moindre mot qui fût désapprouvé de l' Église, aussi aimé-je, mieux le supprimer, que de le faire paraître estropié... Il y a déja tant d' opinions en philosophie ...qui peuvent être soutenues en dispute, que si les miennes n' ont rien de plus certain, et ne peuvent être approuvées sans controverse, je ne les veux jamais publier" ( Correspondence, 1 Éditée et annotée par Jean-Robert Amorgathe. Gallimard,2013, pp.108-109)
" Como no querría por nada del mundo que salga de mí un discurso en el que se encontrase la menor palabra que fuese desaprobada por la Iglesia, es por ello que he preferido mejor suprimirlo que hacer que parezca amputado ... Hay ya tantas opiniones en filosofía ... que pueden ser sostenidas en disputa, que si las mías no tienen nada de más cierto, y si no pueden ser aprobadas sin controversia, no las quiero publicar nunca"
O quizás recelaba de la oposición de los jesuitas, pues : " Je me suis laissé dire, que les ( P. jésuites) avaient aidé à la condamnation de Galilée" ( Op. cit, p. 110). Es decir: " Me han dicho que los Padres jesuitas habían ayudado a la condenación de Galileo".
Mersenne no llegó a mutilar su libro, pero sí a amputarle partes que sustituyó por otras. Y lo hizo intercalando razones basadas en la angélica doctrina papal, razones "apropiadas" para Roma. Ya hemos visto en una entrada anterior el juicio que en 1632 le merecían a Descartes las razones por las que Roma podía haber convertido en "dogma de fe" el geocentrismo...
Lo cierto es que Descartes no adoptó la actitud tomada por Mersenne. No publicó su tratado de física, pero se concentró en desarrollar una filosofía primera que ya, entre 1629 y 1630, había esbozado en unas cuantas páginas, matrices de sus futuras "Meditaciones". Y lo que a ciencia cierta sabemos es que en esos esbozos el concepto de la omnipotencia divina tenía un lugar privilegiado y central. Pero, claro, las implicaciones que Descartes extraerá de su concepción de la " Potentia Dei" serán opuestas al escepticismo teológico anticientífico que se seguía de la doctrina papal. En efecto, esta ponía potencialmente en duda el orden inteligible y limitaba nuestra capacidad cognoscitiva, mientras que lo que perseguía Descartes era fundamentar la cognoscibilidad de la realidad a partir de la idea de la inmutabilidad y la omnipotencia divinas.
Es muy razonable pensar que , cuando se ilusionó con la esperanza de ganar fuertes apoyos en Roma, pensaba en poder obtener una victoria para sus ideas metafísicas que preparase el terreno para que la Iglesia cambiase de actitud ante las nuevas ideas científicas. Pero ello forzosamente pasaba no sólo por un replanteamiento exegético ( cosa que escapaba completamente a la competencia, al deseo e influencia de un filósofo como Descartes), sino también por la desactivación ( inteligentemente estratégica) del gran reparo anticientífico contenido en la doctrina puesta de moda por el Papa y de la que, como hemos visto, encontramos ecos incluso en el amigo de Descartes, el Padre Mersenne. Por cierto, un sacerdote que mantenía relaciones con personajes influyentes dentro del Colegio Cardenalicio, como, por ejemplo, el mismísimo sobrino del Papa y uno de los hombres a su servicio: Giambattista Doni...
(1) "Marin Mersenne, Correspondence. PUF, Paris 1945-1988. IV, pp. 267-268
(2) La réception de la condamnation de Galilée en France au XVII siècle, M. P. Lerner, en "Largo campo di filosofare" editado por J. Montesinos y C. Solís. Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 2001. pp.524-526
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Mersenne, un pensador disfrazado
Mersenne escribió a Peiresc en el verano de 1634:
" Monsieur
Je vous envoie les trois petits traitez que j' ay faits, affin que vous en puissiez recevoir quelque contentement parmi vos occupations plus sérieuses. Je vous prie d' envoy à Mr. Doni, quand vous en trouverez l' occasion, ceux où son nom est. Dont les Questions morales, mathematiques, etc. sont differentes de vostres, parce qu' il y a des raisons pour le mouvement de la Terre sans réfutation, pour lesquelles j' avois mis la sentence des cardinaux pour medecine, comme vous verrez. Mais parce qu' on me dist qu' il y avoit eu quelque bruit parmi les docteurs de Sorbonne à cause des raisons que ye ne refutois pas, j'ay osté toutes les questions dont ils se pouvoient formaliser, et en ay mis d' autres que vous verrez dans le livre pour Mr. Doni, qui sera plus prope pour Rome (1)
Gracias a la Profesora Sylvie Taussig , sabemos:
" Ainsi existe-t-il dès juillet 1634 deux versions des Questions, qui diffèrent par les questions 34, 37, 44 et 45. À voir les questions litigieuses ..., on comprend que l’affaire ait pu faire quelque bruit ; mais, des questions de rechange que Mersenne formule, si la dernière est carrément ironique (« Est-il permis d’enseigner dans les Écoles que la terre est immobile ? ») et permet de découvrir chez notre minime un pince-sans-rire, les trois autres sont de vraies questions" ( " Marin Mersenne, moine mathématicien et philosophe" en la biblioteca Bibnum, 22 de febrero de 2010, p. 15)
Es decir:
" Existen, pues, a partir de julio de 1634 dos versiones de las Questions, que difieren en las cuestiones 34, 37,44, 45. Al ver las cuestiones polémicas... se comprende que el caso podría hacer algún ruído; pero de las cuestiones de reemplazo que Mersenne formula, si la última (45) es francamente irónica ( " ¿ Está permitido enseñar en las escuelas que la tierra es inmóvil?") y permite descubrir en nuestro mínimo a un sarcástico, las otras tres son cuestiones reales"
Y es que, tras la condena de Galileo, Mersenne cambió algunas cuestiones contenidas en la primera edición por otras cuestiones en la segunda edición de 1634. Las sustituyó porque en las primeras se presentaban opiniones galileanas sobre el movimiento terráqueo que no iban acompañadas de razones contrarias. Por eso envía a su corresponsal, Peiresc un tratado modificado y distinto del que ya tenía éste en su poder, para que fuese enviado a Monsieur Doni, en Roma.
En efecto, de acuerdo con la investigación de Taussig, sabemos, por ejemplo, que la cuestión 34 (" A sçavoir si l' on peut établir une nouvelle science des sons, qui soit nommé Psophologie, ou de tel autre nom que l' on voudra") fue sustituida por " Quelles raisons a- t' on prouver & pour persuader le mouvement de la Terre, autour de son axe, dans l' espace de vingt-quatre heures?". Vemos en la publicación definitiva que Mersenne expone razones para dudar de la rotación.
La cuestión 37 de la primera edición era " À sçavoir combien l' on doit estre élevé sur la surface de la terre, ou sur tel autre corps que l' on voudra plus grand ou plus petit, pour voir un espace donne"; mientras que en 1634 fue sustituida por " Quelle raison peut on avoir pour croire que la Terre se meut autour du Soleil, que lòn met au centre du monde?". El monje francés también aquí declara que " hasta aquí no se ha dado ninguna razón que demuestre que el Sol sea el centro del universo o que la tierra se mueva en torno al Sol".
La cuestión 44 ( "Quelle doit estre la force de la voix pour estre portée et entendue jusque à la Lune, au Soleil et au firmament, soit naturellement ou par artifice?") será modificada por esta otra: " Qu' y a-il de plus notable dans les Dialogues que Galilée a faits du mouvement de la terre"
Y la cuestión 45 pudo haber sido "Est-il permis d' enseigner dans les Escoles que la terre es immobile?", pero la verdadera formulación que hallamos en el tratado es "Est-il permis de soustenir que la terre es mobile: où la Censure des Dialogues de Galilée est rapportée tout au long"
Todo esto parece bastante extraño, pero no tanto si tenemos en cuenta no sólo su curiosidad e interés por la divulgación científica, sino también la cautela y prevención que demuestra al conocerse la dureza de las decisiones tomadas desde Roma contra la posición representada por Galileo ( cosa que demuestra por el hecho de publicar en la segunda edición la sentencia contra el sabio florentino) y las razones en las que se apoyaron los inquisidores. Y hemos visto en las cuestiones 34 y 37 que Mersenne presentaba razones profundamente coherentes con la angélica doctrina del Papa. ¿ Trataba de protegerse de toda sospecha a la par que satisfacía su curiosidad científica e informaba sobre controversias de máxima actualidad e interés científicos?
Como afirma Massimo Bucciantini, como consecuencia de la condena de Galileo, Mersenne tuvo que adoptar una gran precaución, lo cual explica los cambios que introdujo en relación con las tesis contenidas en los Diálogos de Galileo, dentro de sus Questions theologiques ( véase: Bucciantini Massimo, " Descartes, Mersenne et la philosophie invisible de Galilée ", Dix-septième siècle, 2009/1 nº 244, p. 19-30. DOI: 10.3917/dss.091.0019)
Aun cuando no nos es posible cotejar las cuestiones cambiadas, si hacemos caso a lo que confesó Mersenne en su carta, parece que trató de corregir aquellos puntos de vista controvertidos relacionados con el copernicanismo que en las primeras cuestiones podían levantar sospechas. Y por ello decía que " hay consideraciones sobre el movimiento de la Tierra sin refutación, para las cuales he puesto la sentencia de los cardenales como medicina...Pero puesto que se me ha dicho que hubo algún ruido entre los doctores de la Sorbona a causa de las consideraciones que yo no refuté, he suprimido todas las cuestiones en las que se podían formular y he colocado otras que V. verá en el libro para Mr. Doni, que será más apropiado para Roma".
Como vemos, Mersenne eliminó los párrafos referidos a Galileo contenidos en la primera edición, colocando otros "más apropiados para Roma" y al gusto de "los doctores de la Sorbona".
Pienso que es altamente razonable extraer la siguiente conclusión: si en la nueva versión de las "Questions theologiques" aparecen claras referencias a la angélica doctrina para contrarrestar la afirmación del movimiento de la Tierra, y si Mersenne lo hace para contentar a Roma y a los doctores de la Universidad de París, entonces, en París, la objeción papal contra la movilidad de la Tierra era muy probablemente conocida y aceptada por algunos doctores de la Facultad de Teología. Mersenne estaba exponiendo algo que los doctores de la Sorbona aceptarían de buen grado o, al menos, algo en lo que no hubiese encontrado la oposición de los teólogos mejor informados.
Pero creo que los estudios históricos no han profundizado suficientemente todavía en el hecho de que Mersenne aduzca razones asociadas con la angélica doctrina para contentar a los teólogos parisinos que "exigían una refutación en buena y debida forma" (2). Por eso, estando en lo esencial de acuerdo con el estudio de Lerner , creo que la utilización por parte de Mersenne del argumento escéptico favorito del Papa contra Galileo es un aspecto tan significativo que, incluso, trasciende el libro de Mersenne, pues demuestra que jugó un papel determinante en la cultura científica y filosófica del S.XVII. Como es evidente, Mersenne no sólo procuró "curarse en salud" publicando la sentencia de los cardenales contra la posición galileana, sino que cambió su libro para que fuese "plus prope pour Rome". Y lo hizo exponiendo razones teológicas que armonizan a la perfección con la objeción anticopernicana representada por la angélica doctrina.
Pues, bien, si esto es así, tenemos la prueba en Mersenne de un " penseur masqué" que, por cautela o temor, expresa sus opiniones y pensamientos sin tratar de salirse de lo políticamente correcto ni levantar sospechas entre las autoridades eclesiásticas y académicas.
Pero también es la prueba de que las objeciones papales contenidas en la angélica doctrina estaban pesando en el ambiente académico parisiense, francés. ¿ Cómo podía pasarle desadvertido a Descartes.?. Trataré de probar en futuras entradas, remitiéndome a la correspondencia entre Descartes y Mersenne que es sumamente probable que este aspecto tuviese notable influencia en el pensador francés.
Ahora bien, si se me permite hacer una analogía con su gran amigo Descartes, podría decir que, inevitablemente, también Descartes tuvo que servirse de tanta o más cautela y prudencia que el mínimo, sólo que el talento y sagacidad del gran filósofo francés le permitió poder salvar tan apurada situación con la inventiva de una estrategia de largo alcance: su sistema metafísico. Y esto es lo que yo he tratado de explicar en el libro "El caballo de Troya de Descartes".
Pero es llamativo el distinto modo en que reaccionaron estos amigos al conocer la condena de Galileo. Mersenne modificó sus " Questions Theologiques" adaptando capítulos enteros al gusto de Roma y de los doctores de la Sorbona. Descartes retiró de imprenta su "Monde", pues, como escribió en una carta a Mersenne en noviembre de 1633:
" Comme je ne voudrais pour rien du monde qu' il sortît de moi un discours, où il se trouvât le moindre mot qui fût désapprouvé de l' Église, aussi aimé-je, mieux le supprimer, que de le faire paraître estropié... Il y a déja tant d' opinions en philosophie ...qui peuvent être soutenues en dispute, que si les miennes n' ont rien de plus certain, et ne peuvent être approuvées sans controverse, je ne les veux jamais publier" ( Correspondence, 1 Éditée et annotée par Jean-Robert Amorgathe. Gallimard,2013, pp.108-109)
" Como no querría por nada del mundo que salga de mí un discurso en el que se encontrase la menor palabra que fuese desaprobada por la Iglesia, es por ello que he preferido mejor suprimirlo que hacer que parezca amputado ... Hay ya tantas opiniones en filosofía ... que pueden ser sostenidas en disputa, que si las mías no tienen nada de más cierto, y si no pueden ser aprobadas sin controversia, no las quiero publicar nunca"
O quizás recelaba de la oposición de los jesuitas, pues : " Je me suis laissé dire, que les ( P. jésuites) avaient aidé à la condamnation de Galilée" ( Op. cit, p. 110). Es decir: " Me han dicho que los Padres jesuitas habían ayudado a la condenación de Galileo".
Mersenne no llegó a mutilar su libro, pero sí a amputarle partes que sustituyó por otras. Y lo hizo intercalando razones basadas en la angélica doctrina papal, razones "apropiadas" para Roma. Ya hemos visto en una entrada anterior el juicio que en 1632 le merecían a Descartes las razones por las que Roma podía haber convertido en "dogma de fe" el geocentrismo...
Lo cierto es que Descartes no adoptó la actitud tomada por Mersenne. No publicó su tratado de física, pero se concentró en desarrollar una filosofía primera que ya, entre 1629 y 1630, había esbozado en unas cuantas páginas, matrices de sus futuras "Meditaciones". Y lo que a ciencia cierta sabemos es que en esos esbozos el concepto de la omnipotencia divina tenía un lugar privilegiado y central. Pero, claro, las implicaciones que Descartes extraerá de su concepción de la " Potentia Dei" serán opuestas al escepticismo teológico anticientífico que se seguía de la doctrina papal. En efecto, esta ponía potencialmente en duda el orden inteligible y limitaba nuestra capacidad cognoscitiva, mientras que lo que perseguía Descartes era fundamentar la cognoscibilidad de la realidad a partir de la idea de la inmutabilidad y la omnipotencia divinas.
Es muy razonable pensar que , cuando se ilusionó con la esperanza de ganar fuertes apoyos en Roma, pensaba en poder obtener una victoria para sus ideas metafísicas que preparase el terreno para que la Iglesia cambiase de actitud ante las nuevas ideas científicas. Pero ello forzosamente pasaba no sólo por un replanteamiento exegético ( cosa que escapaba completamente a la competencia, al deseo e influencia de un filósofo como Descartes), sino también por la desactivación ( inteligentemente estratégica) del gran reparo anticientífico contenido en la doctrina puesta de moda por el Papa y de la que, como hemos visto, encontramos ecos incluso en el amigo de Descartes, el Padre Mersenne. Por cierto, un sacerdote que mantenía relaciones con personajes influyentes dentro del Colegio Cardenalicio, como, por ejemplo, el mismísimo sobrino del Papa y uno de los hombres a su servicio: Giambattista Doni...
(1) "Marin Mersenne, Correspondence. PUF, Paris 1945-1988. IV, pp. 267-268
(2) La réception de la condamnation de Galilée en France au XVII siècle, M. P. Lerner, en "Largo campo di filosofare" editado por J. Montesinos y C. Solís. Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 2001. pp.524-526
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Les questions theologiques: Mersenne et l'angelique doctrine. Un intellectuel politiquement correct ou un penseur masqué
Recordemos algunas ideas firmemente establecidas por los investigadores más prestigiosos sobre la cuestión de la omnipotencia divina en la discusión del copernicanismo durante el S.XVII, a raíz de la objeción escéptica planteada y puesta de moda por Maffeo Barberini en el famoso caso Galileo.
Antes de afirmar una teoría teológicamente problemática ( como era la afirmación copernicana del movimiento de la tierra) debían descartarse las otras posibles explicaciones teóricas rivales ( infinitas), puesto que Dios, en su infinito poder y libertad, podía haber elegido infinitos mecanismos posibles para producir los mismos efectos observables que se salvaban con el heliocentrismo. Y como esto era prácticamente imposible, lo que se seguía del principio teológico de la angélica doctrina era la forzosa conclusión de que el movimiento de la tierra era absolutamente indemostrable para nosotros, seres finitos. De acuerdo, pues, con el punto de vista papal, nuestra finitud nos incapacitaba para poder comprender los infinitos mundos posibles que Dios habría podido crear y, en la misma medida, limitaba nuestra capacidad de conocer el mundo efectivamente elegido por Dios.
Unidas a este planteamiento iban dos implicaciones:
Pues, bien, ya hemos visto la opinión que Descartes expresó al P. Mersenne sobre las razones de Morin contra el movimiento de la tierra, así como su temor de que las razones de la autoridad teológica para defender como "artículo de fe" el geocentrismo pudiesen ser incluso más irrelevantes e inconsistentes aún.
En 1634, el Padre Mersenne, publicó las " Questions theologiques". Aunque en la dedicatoria podría encontrarse alusiones indirectas, muy diluidas ciertamente, a la angélica doctrina, creo que es muy difícil de negar la influencia de ésta objeción teológica en los capítulos XXXIV y XXXVII.
Pensemos que, según declaró el mismo Mersenne en una carta a Peiresc, los cambió de modo que contuviesen puntos de vista "más apropiados para Roma" y al gusto de la Facultad de Teología de París.
Mersenne no tenía ninguna necesidad de haber incluido en esos capítulos referencia alguna a los reparos contenidos en la angélica doctrina para poder publicar su tratado en Francia. Sin embargo, lo hizo. No puedo hablar por otros, pero esto, al menos a mí, me plantea la pregunta clave: " ¿ Por qué?". Y no parece que los estudios históricos sobre la recepción de la condena de Galileo en Francia puedan arrojar mucha luz a esta pregunta que, se quiera o no, tiene su razón de ser, puesto que vamos a demostrar a continuación que en la obra de Mersenne hay ecos de la doctrina papal divulgada por Oreggi en 1629 y puesta en boca de Simplicio por Galileo.
Del estudio del Prof. Michel-Pierre Lerner se desprende que existía la posibilidad de que Mersenne hubiese adaptado sus "Questions" sin tener que oponer al heliocentrismo las razones basadas en el principio de la "Potentia Dei". Lerner, en efecto, afirma en su ensayo ( 1) que la sentencia contra Galileo fue abordada desde 1634 en varias ocasiones dentro de la Universidad de Paris; aunque en ningún momento se llegó a promulgar una declaración oficial, sin embargo, la sentencia del Santo Oficio tuvo una amplia difusión por Francia.
Mersenne, al igual que otros compatriotas, podía haber dudado de que, a falta de declaraciones oficiales por parte tanto de la Universidad de París como por parte del parlamento, la sentencia condenatoria de Roma contra las ideas de Galileo tuviese vigencia legal en Francia. Eso implicaba un pequeño margen de libertad, incluso para un sacerdote como él, ante el vacío de ley. Pero , no obstante, Mersenne optó por curarse en salud y no sólo colocó la sentencia del Santo Oficio contra Galileo en el capítulo XLV de su tratado, sino que quiso oponer a los argumentos heliocentristas las razones que podrían perfectamente derivarse de la doctrina papal. (2)
Comparto con todos el texto de Mersenne. Ruego se observe la alusión a la voluntad y poder infinitos de Dios para elegir entre infinitas posibilidades, es decir, no encontrarse determinado a elegir el camino más corto para obrar un efecto natural. Puesto que si una de las razones más importantes aducidas por los copernicanos era la paradigmática simplicidad y claridad del constructo matemático, ello era considerado por la duda epistémico-teológica de Urbano VIII como una patente contradicción de la omipotencia divina, en cuanto que era una presunción intelectual humana con la que se sometía a Dios a una forzosidad matemática:
Si reparamos en los reparos que expone el P. Mersenne a la doctrina de Aristarco y de Copérnico , (aduciendo que no se debe restringir el poder ni el saber divinos a la elección del camino más corto para producir el orden natural, junto con la implicación de que, frente a la concepción del movimiento de la tierra, " puede ser que se presenten otras hipótesis diferentes de todas las que se han formulado hasta el presente, que serán tan simples y fáciles de comprender - y por ende no contradictorias- que las de Copérnico e, incluso, más ciertas") , no podemos dudar de la gran afinidad de planteamiento con lo que, según Oreggi, el Papa Urbano VIII planteó a Galileo:
"...inquirió si hubiese podido y sabido Dios disponer y mover los orbes y también las estrellas de otra forma, de modo que cuantos fenómenos aparecen en el cielo o cuanto se sabe sobre los movimientos, orden, localización, distancia y disposición de los astros pudiese ser salvado ( explicado).
Pues si niegas esto ( otras hipótesis posibles), dijo Su Santidad, debes probar que implica contradicción que estas cosas puedan ser hechas de manera distinta a lo que has concebido. Puesto que Dios en su infinito poder puede todo lo que no implica contradicción. Y como la ciencia de Dios no es inferior a su poder, si admitimos que Dios pudiese , debemos también afirmar que sabría.
Por lo que si pudo y supo Dios disponer esto de otra manera a la que ha sido concebida, igualmente no debemos restringir la potencia y sabiduría divinas a esta posibilidad (hipótesis) para salvar todas las cosas que han sido dichas" ( De Deo Uno. Tractatus I. Cap. X. pp 194-195)
(1) La récepction de la condamnation de Galilée en France au XVII siècle, M. P. Lerner, en " Largo campo di filosofare, editado por J. Montesinos y Carlos Solís. Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia. 2001. p. 519
(2) Op. cit., pp. 524-525
(3) Texto original:
" Question XXXIV: Quelles raisons a- t'on prouver et pour persuader le mouvement de la Terre, autour de son axe, dans l' espace de vingt-quatre heures?
Antes de afirmar una teoría teológicamente problemática ( como era la afirmación copernicana del movimiento de la tierra) debían descartarse las otras posibles explicaciones teóricas rivales ( infinitas), puesto que Dios, en su infinito poder y libertad, podía haber elegido infinitos mecanismos posibles para producir los mismos efectos observables que se salvaban con el heliocentrismo. Y como esto era prácticamente imposible, lo que se seguía del principio teológico de la angélica doctrina era la forzosa conclusión de que el movimiento de la tierra era absolutamente indemostrable para nosotros, seres finitos. De acuerdo, pues, con el punto de vista papal, nuestra finitud nos incapacitaba para poder comprender los infinitos mundos posibles que Dios habría podido crear y, en la misma medida, limitaba nuestra capacidad de conocer el mundo efectivamente elegido por Dios.
Unidas a este planteamiento iban dos implicaciones:
- Que la coherencia explicativa y la utilidad predictiva demostrada por el heliocentrismo para salvar los fenómenos no era razón suficiente para excluir cualquier otra posible explicación teórica y, por tanto, tomar como cierta la hipótesis copernicana.
- En segundo lugar, dado el insalvable desfase entre la finitud humana y, por tanto, también la falibilidad de su ciencia, y, por otro lado, la infinitud de Dios, el conocimiento humano del mundo natural sería esencial y necesariamente limitado y falible en esta vida terrenal; los misterios del universo sólo podrían ser conocidos por aquellos que, al dejar esta vida, alcanzasen la beatitud. Sólo la Inteligencia Suprema que gobierna el universo que ella misma ha creado podrá revelarnos perfectamente el perfecto orden inteligible de la creación. Mientras tanto, en medio de la duda, debemos cuidar que las conclusiones de nuestras investigaciones racionales no contradigan las verdades inmutables contenidas en la doctrina de la fe.
Pues, bien, ya hemos visto la opinión que Descartes expresó al P. Mersenne sobre las razones de Morin contra el movimiento de la tierra, así como su temor de que las razones de la autoridad teológica para defender como "artículo de fe" el geocentrismo pudiesen ser incluso más irrelevantes e inconsistentes aún.
En 1634, el Padre Mersenne, publicó las " Questions theologiques". Aunque en la dedicatoria podría encontrarse alusiones indirectas, muy diluidas ciertamente, a la angélica doctrina, creo que es muy difícil de negar la influencia de ésta objeción teológica en los capítulos XXXIV y XXXVII.
Pensemos que, según declaró el mismo Mersenne en una carta a Peiresc, los cambió de modo que contuviesen puntos de vista "más apropiados para Roma" y al gusto de la Facultad de Teología de París.
Mersenne no tenía ninguna necesidad de haber incluido en esos capítulos referencia alguna a los reparos contenidos en la angélica doctrina para poder publicar su tratado en Francia. Sin embargo, lo hizo. No puedo hablar por otros, pero esto, al menos a mí, me plantea la pregunta clave: " ¿ Por qué?". Y no parece que los estudios históricos sobre la recepción de la condena de Galileo en Francia puedan arrojar mucha luz a esta pregunta que, se quiera o no, tiene su razón de ser, puesto que vamos a demostrar a continuación que en la obra de Mersenne hay ecos de la doctrina papal divulgada por Oreggi en 1629 y puesta en boca de Simplicio por Galileo.
Del estudio del Prof. Michel-Pierre Lerner se desprende que existía la posibilidad de que Mersenne hubiese adaptado sus "Questions" sin tener que oponer al heliocentrismo las razones basadas en el principio de la "Potentia Dei". Lerner, en efecto, afirma en su ensayo ( 1) que la sentencia contra Galileo fue abordada desde 1634 en varias ocasiones dentro de la Universidad de Paris; aunque en ningún momento se llegó a promulgar una declaración oficial, sin embargo, la sentencia del Santo Oficio tuvo una amplia difusión por Francia.
Mersenne, al igual que otros compatriotas, podía haber dudado de que, a falta de declaraciones oficiales por parte tanto de la Universidad de París como por parte del parlamento, la sentencia condenatoria de Roma contra las ideas de Galileo tuviese vigencia legal en Francia. Eso implicaba un pequeño margen de libertad, incluso para un sacerdote como él, ante el vacío de ley. Pero , no obstante, Mersenne optó por curarse en salud y no sólo colocó la sentencia del Santo Oficio contra Galileo en el capítulo XLV de su tratado, sino que quiso oponer a los argumentos heliocentristas las razones que podrían perfectamente derivarse de la doctrina papal. (2)
Comparto con todos el texto de Mersenne. Ruego se observe la alusión a la voluntad y poder infinitos de Dios para elegir entre infinitas posibilidades, es decir, no encontrarse determinado a elegir el camino más corto para obrar un efecto natural. Puesto que si una de las razones más importantes aducidas por los copernicanos era la paradigmática simplicidad y claridad del constructo matemático, ello era considerado por la duda epistémico-teológica de Urbano VIII como una patente contradicción de la omipotencia divina, en cuanto que era una presunción intelectual humana con la que se sometía a Dios a una forzosidad matemática:
"Cuestión XXXIV: ¿Qué razones se tienen para demostrar y
persuadir del movimiento de la Tierra alrededor de su eje en el
espacio de veinticuatro horas?
1. La primera razón que utilizamos para probar que la tierra se
mueve, y que hace cada día su ruta entera, se deduce del hecho de
que no hay apariencia de que toda la gran máquina del universo se
mueva, y que el firmamento y las estrellas recorran 6.000 leguas cada
día, lo que parece incomprensible: mientras que si la tierra se
mueve, únicamente recorre 7.200 leguas al día, es decir, 14.000
menos que las estrellas.
2. El orden natural parece mejor establecido si los cuerpos más
pequeños se mueven más rápido y los cuerpos más grandes, más
lentamente.
3. Puesto que la tierra tiene necesidad del Sol, ella debe buscarlo
como nosotros buscamos el fuego, del que tenemos necesidad...
4. No se pueden asignar dos movimientos contrarios al mismo cuerpo,
lo que hacen, sin embargo, aquellos que dicen que las estrellas y
otros cuerpos celestes se mueven y que la tierra es inmóvil, porque
es mucho más fácil afirmar que se mueve de oeste a este, mientras
que la luna y los demás planetas se mueven únicamente en su propio
movimiento. Lansberge cree que la primera razón es demostrativa, que
consiste en que el Sol se encuentra a 1.498 1/2 semidiámetros
terrestres de la Tierra, cuando se encuentra a su media distancia y
las estrellas a 10.302.927 semidiámetros; de lo que resulta que las
estrellas recorren cada hora 23.178.529.692 leguas alemanas, y en un
abrir y cerrar de una arteria, o un segundo minuto, 643.848 leguas, o
alrededor: mientras que la tierra con un circuito neto de 400 leguas,
únicamente hace la decimosexta parte de una legua, es decir, 250
pasos de un segundo: que es poco más que lo que una bala de mosquete
haría en el mismo tiempo.
Dejo muchas otras razones, que se ofrecen para demostrar el
movimiento de la Tierra: por ejemplo, que explica todas las
apariencias o fenómenos con mayor claridad, y más brevemente; que
de ello se desprende que ella se mueve, si los cielos se mueven, ya
que deben arrastrarla con ellos, puesto que no tiene ninguna
resistencia, ya que no se aleja de su centro, y muchas otras, a las
que el Sr. Morin, Profesor real, respondió en un libro particular;
de manera que no hay ninguna razón que pruebe el movimiento de la
Tierra, porque puesto que Dios envió a su Hijo para favorecernos con
su muerte, no debería sorprendernos que haga girar el cielo para
nosotros, y si creó todo el mundo corporal para el uso y el placer
de los hombres... Pero hasta el presente tampoco sabemos nada que
demuestra su inmovilidad, ya que no hay nada más absurdo que hacer
las estrellas de primera magnitud 127 veces más grandes que la gran
del orbe terrestre y 1.575.473.627 veces más grande que el sol, que
hacer que las estrellas se muevan tan rápido que hacen seiscientas
mil leguas en el tiempo de un latido de arteria. Y a pesar de que no
sabemos por qué hay 59.967.010 leguas, entre saturno y las
estrellas, no se deduce que este espacio no sea real. No es tan
necesario conocer la causa del movimiento de la tierra para admitir
que se mueve, ya que los que ponen el movimiento de las estrellas, no
conocen la causa...
Corolario I
La razón fundamental que se ha utilizado hasta el presente para
demostrar la movilidad de la Tierra, no es buena, porque demuestra
demasiado, o supone una gran ignorancia porque puesto que Dios no ha
seguido en el estado de gracia el camino más corto de todos los
posibles, para salvarnos, al ver que podía hacer un acto de
voluntad, ¿por qué concluiremos que ha tomado el camino más corto
en la naturaleza? ¿No sería el más corto para la salud o para la
cura de los cuerpos, que hubiera algún agujero hacia el talón, por
el cual todos los humores innecesarios pudieran salir sin utilizar
tantos medicamentos? Por cierto, si quieren entretenerse
considerando todas las obras de la naturaleza y discurrir sobre ello,
siempre nos encontraremos con reprimendas, pero será con las razones
de Momus, que se basan en la presunción del hombre y la ignorancia
de aquellas ( razones) que Dios tuvo estableciendo la firmeza de la Tierra y la
movilidad de los astros, o creando cualquier otra parte del universo,
de lo que todos admiran el artificio mucho más que en las oraciones de
Cicerón, los poemas de Virgilio, o las proposiciones de Euclides
(aunque algunos sostengan que no se puede eliminar una dicción, o
una letra, sin que se estropee todo o se le quite la gracia) si de
todo ello conocen las razones y los resortes, que vamos a ver muy
claramente cuando aquel que gobierna la gran máquina del mundo nos
descubra los secretos y la ciencia.
Corolario II
Hablaré del movimiento de la tierra en las cuestiones 44 y 45, que
contienen el compendio de los Diálogos que Galileo hizo sobre dicho
movimiento, para confirmar las hipótesis de Aristarco y Copérnico.
Ahora podemos imaginar nuevas razones a favor del movimiento diario
de la Tierra, que no son de ninguna utilidad para el anual, del que
hablaré en la cuestión 37: por ejemplo, que si las estrellas y los
planetas se mueven, que es necesario que la Tierra, que no tiene
ningún apoyo o impedimento que la libre de ser arrastrada por dichas
estrellas para girar sobre su eje, da siempre su vuelta; y muchas
otras que omito, por temor a extenderme demasiado. Pero siempre nos
encontramos con nuevas razones, sobre todo porque nunca sabremos la
forma en que las partes del universo se han establecido, hasta que
Dios ha convenido revelárnoslas, de manera que siempre podemos decir
con San pablo: "nunc per speculum, et in aenigmate, tunc autem
facie ad faciem"
Cuestión XXXVII: ¿Qué razón puede haber para creer que la Tierra
gira alrededor del Sol, al que hemos situado en el centro del mundo?
Con todo lo que he hablado del movimiento diario de la Tierra en la
cuestión 34 y que se puede imaginar que la causa por la que se
mantiene en su lugar sin ir de aquí para allá, debe entenderse este
movimiento, como es el caso de que las piedras corren tan rápido en
el aire, que no se pueden caer, y los vasos y otros recipientes
llenos de vino..., no se derraman cuando los giramos lo
suficientemente rápido, sin embargo hay que considerar su otro
movimiento, que llamamos anual, que en la escuela de Aristarco se
cree que compensa el movimiento del Sol; les explico aquí las
razones...
...Dejo las otras razones, porque se pueden leer en Lansberge y
Kepler, para añadir solo que no se ha dado hasta ahora ninguna
razón, que demuestre que el Sol sea el centro del mundo, o que la
tierra gire en lugar del Sol y por lo tanto que es también
preferible abrazar las hipótesis de Tycho y los demás que guardan
todos los fenómenos sin el movimiento terrestre anual, que seguir
las de Aristarco; cada uno es libre de servirse de tal hipótesis que
quiera para explicar las apariciones del cielo y para el cálculo: y puede ser que se presenten otras hipótesis diferentes de todas las que se han formulado hasta el presente, que serán tan SIMPLES y FÁCILES de comprender ( y por ende no contradictorias) que las de Copérnico e, incluso, más ciertas ... Sin embargo esta dificultad puede
servirnos para hacernos reflexionar sobre los principios de otras
ciencias que no son más que hipótesis que podrían no ser más
reales que las de la astronomía, puesto que no nos resultan más
evidentes.
(Cuestiones teológicas..., Mersenne, Chez Henry Guenon. París,
MDCXXXIV. pp. 158-167, 174-176) (3)
Si reparamos en los reparos que expone el P. Mersenne a la doctrina de Aristarco y de Copérnico , (aduciendo que no se debe restringir el poder ni el saber divinos a la elección del camino más corto para producir el orden natural, junto con la implicación de que, frente a la concepción del movimiento de la tierra, " puede ser que se presenten otras hipótesis diferentes de todas las que se han formulado hasta el presente, que serán tan simples y fáciles de comprender - y por ende no contradictorias- que las de Copérnico e, incluso, más ciertas") , no podemos dudar de la gran afinidad de planteamiento con lo que, según Oreggi, el Papa Urbano VIII planteó a Galileo:
"...inquirió si hubiese podido y sabido Dios disponer y mover los orbes y también las estrellas de otra forma, de modo que cuantos fenómenos aparecen en el cielo o cuanto se sabe sobre los movimientos, orden, localización, distancia y disposición de los astros pudiese ser salvado ( explicado).
Pues si niegas esto ( otras hipótesis posibles), dijo Su Santidad, debes probar que implica contradicción que estas cosas puedan ser hechas de manera distinta a lo que has concebido. Puesto que Dios en su infinito poder puede todo lo que no implica contradicción. Y como la ciencia de Dios no es inferior a su poder, si admitimos que Dios pudiese , debemos también afirmar que sabría.
Por lo que si pudo y supo Dios disponer esto de otra manera a la que ha sido concebida, igualmente no debemos restringir la potencia y sabiduría divinas a esta posibilidad (hipótesis) para salvar todas las cosas que han sido dichas" ( De Deo Uno. Tractatus I. Cap. X. pp 194-195)
(1) La récepction de la condamnation de Galilée en France au XVII siècle, M. P. Lerner, en " Largo campo di filosofare, editado por J. Montesinos y Carlos Solís. Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia. 2001. p. 519
(2) Op. cit., pp. 524-525
(3) Texto original:
" Question XXXIV: Quelles raisons a- t'on prouver et pour persuader le mouvement de la Terre, autour de son axe, dans l' espace de vingt-quatre heures?
1. Le premiere raison dont on use pour prouver que la terre se meut, et qu'ella fait chaque jour son rout entier, se prend de ce qu'il n'y a nulle apparence que toute la grande machine de l'univers se remuë, et que le firmament, ou les étoiles facent chaque jour 6000 lieues, ce qui semble incomprehensible: au lieu que si la terre se meut, elle fait seulement 7200 lieues par jour, c'est à dire 14000 moins que les étoiles.
2. L'ordre de la nature semble mieux establi si les moindres corps se meuvent plus vite et les plus grands plus lentement...
3. Puisque la terre a besoin du Soleil, elle doit l'aller chercher comme nous cherchons le feu, dont nous avons besoin...
4. Il n'est pas à propos d'attribuer 2 mouvements contraires à un même corps, ce que font néanmoins ceux qui disent que les étoiles et les autres astres se meuvent et que la terre est immobile, car il est beaucoup plus facile detenir qu'elle se meut d'Occident en Orient, tandis que la lune et les autres planettes se meuvent seulement de leur prope mouvement . Lansberge croid que la premiere raison est demonstrative , qui consiste en ce que le Soleil est éloigné de la terre de 1498 1/2 semidiametres terrestres, lors qu'il est en sa moyenne distance et que les étoiles en sont éloignées de 10302927 semidiametres; d'où il arrive que les étoiles sont chaque heure 23178529692 lieues d'Allemagne, et dans un battement de l'artère, ou dans une seconde minute, 643848 lieues, ou environ: au lieu que la terre dont il net le circuit de 400 lieues, ne fait que la seizième partie d'une lieue, c'est à dire 250 pas dans un seconde: qui n'est guere davantage que ce que fait une bale d'arquebuse en même temps.
Je laisse plusieurs autres raisons, que l' on apporte pour le mouvement de la Terre: par exemple, qu'il explique toutes les apparences, ou les phenomenes plus clairement, et plus briefvement ; qu'il s'ensuit même qu'elle se meut, si les cieux se meuvent, parce qu'ils la doivent ravir avec eux, puis qu'elle n'a nulle resistence, à raison qu'elle ne s' éloigne point de son centre, et plusieurs autres, ausquelles Monsieur Morin, Professeur royal, a répondu dans un livre particulier; de sorte qu' il n'y a nulle raison qui prouve le mouvement de la Terre, car puis que Dieu a envoyé son Fils pour nous favuer par sa mort, l'on ne doit pas s'étonner s'il fait rouler les cieux pour nous, et s'il a crée tout le monde corporel pour l' usage et pour le plaisirs des hommes...Mais nous n'en sçavons point aussi jusques à present qui prouve son immobilité, car il n'y a pas plus d'absurdité de faire les étoiles de la premiere grandeur 127 fois plus grandes que le grand orbe terrestre, et 1575473627 fois plus grandes que le soleil, que de faire aller les étoiles si vite qu'elles facent six cent mille lieues dans le temps d'un battement d'artère. Et bien que nous ne sachions pas pourquoi il y a 59967010 lieues, entre saturne et les étoiles, il ne s'ensuit pas que cet espace ne soit veritable. Il n'est pas aussi necessaire de savoir la cause du mouvement de la terre, pour avouer qu'elle se meut, puisque ceux qui mettent le mouvement des étoiles, n'en connoissent pas la cause...
Corollaire I
La raison fondamentale dont on a usé jusqu'à present pour prouver la mobilité de la Terre, n' est pas bonne, parce qu' elle prouve trop, ou qu' elle suppose beaucoup d' ignorance car puis que Dieu n'a pas suivi dans l' état de la grace le chemin le plus court de tous les possibles, pour nous sauver, attendu qu' il le pouvoit faire d' un sel acte de volonté, pourquoi concluirons nous qu'il a gardé le chemin plus court dans la nature? Ne seroit-ce pas le plus court pour la santé, ou pour la guérison des corps, qu' il y eût quelque trou vers le talon, par lequel toutes les humeurs superflues peussent sortir sans user de tant de medecines?. Certes si l'on veut s'amuser à considerer toutes les oeuvres de la nature et à epiloguer dessus, l'on y trouvera toujours à reprende, mais ce sera avec les raisons de Momus, qui seront fondées sur la presomption de l' homme et sur l' ignorance de celles ( ces raisons) que Dieu a eues en établissant la fermeté de la Terre et la mobilité des astres, ou en faisant quelque'autre pièce de l' univers, dont tous admiroient beaucoup plus l'artifice que l'on ne fait celui des oraisons de Ciceron, des Poëmes de Virgile, ou des propositions d'Euclide ( encore que quelques-uns maintiennent que l'on n'en peut ôter une diction, ou une lettre, que l'on ne gâte tout ou que l'on n'en ôte la grace) s' ils en connaissent les raisons et les ressorts, que nous verrons très clairement , quand celui qui gouverne la grande machine de ce monde, nous en découvrira les secrets et la science.
Corollaire II
Je parlerai encore du mouvement de la terre dans la question 44 & 45 qui contienent l'abregé des Dialogues que Galilée a faits du dit mouvement, pour confirmer les hypotheses d' Aristarque et Copernic. Or l'on peut s'imaginer de nouvelles raisons en faveur du mouvement journalier de la Terre, qui ne servent de rien pour l'annuel, dont je parlerai dans la 37 question: par example, que si les étoiles et les planettes se meuvent, qu' il est necessaire que la Terre, qui n'a nul appui, ou empêchement qui l'exempte d'être ravie par les dits astres pour tourner sur son axe, face tousjours son tour; et plusieurs autres que j'obmets, de peur d'être trop long. Mais l'on trouvera tousjours de nouvelles aux nouvelles raisons, d'autant que nous ne saurons jamais la maniere dont les pieces de l' univers ont été establiers, jusque à ce qu' il plaise à Dieu de nous la reveler, de sorte que nous pouvons tousjours dire avec S. Paul: "nunc per speculum, et in aenigmate, tunc autem facie ad faciem"
Question XXXVII: Quelle raison peut on avoir pour croire que la Terre se meut autour du Soleil, que l'on met au centre du monde?
Encore que j' aie parlé du mouvement journalier de la Terre dans la 34 question et que l`on puisse s' imaginer que la cause, pour laquelle elle se tient dans son lieu sans aller deça ny delà, se doit prendre de ce mouvement, comme il arrive que les pierres qui tournent si vite dans l`air, qu' elles ne peuvent tomber, et que les verres et les autres vaisseaux, qui sont pleins de vin...,ne l' épanchent pas, lors qu' on les fait tourner assez vite, néanmoins il faut considerer son autre mouvement, que l`on appelle annuel, par le quel l'on s' imagine dans l' échole d' Aristarque, qu' elle supplée le mouvement du Soleil; dont j'explique ici les raisons...
...Je laisse les autres raisons, parce que l'on peut les lire dans Lansberge et dans Kepler, afin d' ajouter seulement que l' on n' a donné jusqu' ici nulle raison, qui demonstre que le Soleil soit au centre du monde, ou que la terre tourne au lieu du Soleil et conséquemment qu' il est aussi à propos d' embrasser les hypotheses de Tycho et des autres qui sauvent tous les phenomenes sans le mouvement terrestre annuel, que de suivre celles d' Aristarque; quoi qu' il soit libre à un chacun de se servir de telle hypothese qu' il voudra pour expliquer les apparences du ciel et pour le calcul: et peut être que quelques-uns nous donneront bien-tôt d' autres hypoteses differentes de toutes celles qui ont été proposées jusqu' à present, qui seront aussi simples et aussi aisées à comprendre que celles de Copernic et qui pourront être plus veritables...Or cette difficulté peut servir à nous faire des reflexions sur les principes des autres sciences qui ne sont que des hypotheses lesquelles ne sont peut-être pas plus veritables que celles de l' Astronomie, car elles ne nous sont pas plus evidentes.
( Questions Theologiques..., Mersenne , Chez Henry Guenon. Paris, MDCXXXIV. pp. 158-167, 174-176)
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jueves
La primera alusión de Descartes al caso Galileo en la correspondencia con el P.Marin Mersenne
"J`ai compassion avec vous de cet auteur qui se sert de raisons astrologiques pour prouver l' inmobilité de la Terre; mais j´aurais encore plus de compassion du siècle, si je pensais que ceux que ont voulu faire un article de foi de cette opinion n´eussent point de plus fortes raisons pour la soutenir" ( Lettre a Mersenne, Deventer,été 1632 ( ¿ o pudo ser de 1634?). Oeuvres complètes. VIII, vol. 1. Gallimard 2013)
Traducción:
" Yo me compadezco con V. de ese autor que se vale de razones astrológicas para probar la inmovilidad de la Tierra; pero yo me compadecería aún más de nuestro tiempo, si pensase que quienes han querido hacer un artículo de fe de esta opinión no tenían mejores razones para sostenerla.
Creo que se trata de la primera alusión al caso Galileo que podemos encontrar en la correspondencia que Descartes mantuvo con su amigo, el Padre Marin Mersenne.
Comienza haciendo alusión al astrólogo y matemático Jean-Baptiste Morin ( 1583-1656), conocido por su oposición a las ideas de Galileo, para terminar lamentando la oposición de las autoridades teológicas y eclesiásticas al movimiento de la Tierra.
En 1631, Morin ( con quien Descartes mantuvo correspondencia científica ) publicó "Famosi et antiqui problematis de Telluris motu vel quiete haectenus optata solutio". Según sabemos gracias al ensayo del Profesor Antonio Beltrán Marí, Morin hacía referencia al principio de la omnipotencia divina, el argumento que, de acuerdo con este investigador español, Urbano VIII aprendió de los jesuitas y que, como hemos dicho en otra entrada anterior, basándonos en el Prof. Luca Bianchi, se convertía en un reparo de escepticismo teológico anticopernicano pues conducía a la conclusión de que el movimiento de la Tierra, aparentemente contradictorio con algún pasaje bíblico, era completamente indemostrable. El problema es que el corrosivo escepticismo de la angélica doctrina era aplicable a cualquier teoria científica que presupusiera la existencia de un orden causal inteligible dentro del mundo natural. En efecto, si nuestra finitud nos incapacitaba para poder comprender los infinitos mundos posibles que Dios habría podido crear, en la misma medida, también limitaba nuestra capacidad de conocer el mundo efectivamente elegido por Dios. Como he dicho también anteriormente, este último tópico parece que se pudo haber popularizado entre muchos críticos del copernicanismo deseosos de congraciarse con lo que, en aquel tiempo, era lo más fácil de seguir: la autoridad papal ( Véase, por ejemplo, "Ejercicios Filosóficos", de Antonio Rocco)
Demuestra el Prof. Beltrán que Galileo, al leer el pasaje alusivo a la Potentia Dei en el libro de Morin, hizo la siguiente reflexión: " Nosotros no buscamos lo que Dios podía hacer, sino lo que ha hecho. Por lo que yo os pregunto si Dios podía hacer el mundo infinito o no. Si podía y no lo ha hecho, haciéndolo finito y tal cual es de facto, al hacerlo así no ha ejercido su potencia más que si lo hubiese hecho del tamaño de un semilla de algarroba. Y si Él, para mostrar su potencia, lo hace mover en 24 horas, esto es como nada comparado con hacerlo mover en una hora muchas millas y millones de revoluciones... Sr. Morino, Dios podía hacer volar los pájaros con los huesos de oro macizo, con las venas llenas de mercurio, con la carne más pesada que el plomo y con las alas pequeñísimas y pesadas, y así habría mostrado más claramente su potencia; podía hacer los peces más pesados que el plomo, es decir doce o más veces más pesados que el agua; pero ha querido hacer a aquéllos de carne y plumas muy ligeras y a éstos igualmente graves que el agua para enseñarnos que Él gusta de la simplicidad y facilidad, etc." ( Opere VII, 565-566) ( Cita tomada de "Galileo y Urbano VIII: La trama del equívoco", de A. Beltrán Marí. Revista Endoxa, nº 21, 2006)
Pues, bien, volviendo a la cita cartesiana, Descartes valora como lamentables las razones astrológicas con las que Morin trata de probar la inmutabilidad de la Tierra. Obviamente, los argumentos contenidos en el libro del astrólogo le parecen no sólo débiles, sino completamente irrelevantes. Pero si la futilidad retórica le puede parecer digna de compasión en el caso de Morín, mucho más lo son las razones por las que otros han "querido hacer un artículo de fe de esta opinión"
De acuerdo con la opinión de Jean-Robert Armogathe, " Il s`agit d' une critique non déguisée de la condamnation du système corpernicienne prononcé á Rome en 1616" ( Oeuvres Completes VIII,1, p.830)
Pero en el texto hay que detenerse para reflexionar sobre lo escrito por Descartes y sus probables intenciones: él expone una condicional, dice que sería más lamentable la opinión de las autoridades de Roma "si no tenían mejores razones para sostenerla". El P. Armogathe dice bien que se trata de una crítica no disfrazada. Yo diré algo más: es un intento de crítica sutil, matizada, pero que subraya que las razones en las que se sostiene la opinión geocentrista pueden ser tan débiles, inútiles e irrelevantes como las de Morin. Y, obviamente, entre las razones con que las autoridades trataban de convertir en "artículo de fe" el geocentrismo estaban las que obligaban a declarar como indemostrable el movimiento de la Tierra. A partir de 1630, la principal de las mismas era la angélica doctrina papal.
Teniendo en cuenta que hubiese sido impensable en el S.XVII una invectiva directa contra la autoridad eclesiástica más elevada y que, sin embargo, como los estudios históricos han demostrado, el argumento del Papa era públicamente conocido desde 1629 al menos, no debería extrañar a nadie la posibilidad de que Descartes ya estuviese informado sobre la objeción teológica anticopernicana puesta de moda por Urbano VIII. De hecho, por lo que dice, parece saber algo, pues, como hemos visto, también Morin se hizo eco de la problemática objeción teológica... En efecto, pues es altísimamente probable que Descartes conociese la obra de Morin a través de conversaciones con Mersenne, quien hizo referencia a la misma en su tratado " Questions Theologiques", de 1634.
Como se verá en próximas entradas, aunque el interés que demostró entre 1629 y 1630 por la omnipotencia divina y la creación de las verdades eternas no tuviese clara relación con esta problemática, sin embargo, una vez difundida la razón que jugó un papel tan relevante para la acusación oficiosa contra Galileo en su segundo proceso inquisitorial, debió determinar la atención prestada por Descartes a las polémicas con implicaciones escépticas contra la fisicomatemática en las que se entrometiese el principio dogmático de la omnipotencia divina. La obra publicada de Descartes difícilmente podrá comprenderse con justeza sin contextualizarse en referencia a esta problemática. Por otra parte, como seguiremos viendo, Descartes sostuvo en varias ocasiones que su proyecto era levantar los fundamentos de la metafísica y de la física para remover los obstáculos ideológicos levantados contra la aceptación futura del movimiento de la Tierra.
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Traducción:
" Yo me compadezco con V. de ese autor que se vale de razones astrológicas para probar la inmovilidad de la Tierra; pero yo me compadecería aún más de nuestro tiempo, si pensase que quienes han querido hacer un artículo de fe de esta opinión no tenían mejores razones para sostenerla.
Creo que se trata de la primera alusión al caso Galileo que podemos encontrar en la correspondencia que Descartes mantuvo con su amigo, el Padre Marin Mersenne.
Comienza haciendo alusión al astrólogo y matemático Jean-Baptiste Morin ( 1583-1656), conocido por su oposición a las ideas de Galileo, para terminar lamentando la oposición de las autoridades teológicas y eclesiásticas al movimiento de la Tierra.
En 1631, Morin ( con quien Descartes mantuvo correspondencia científica ) publicó "Famosi et antiqui problematis de Telluris motu vel quiete haectenus optata solutio". Según sabemos gracias al ensayo del Profesor Antonio Beltrán Marí, Morin hacía referencia al principio de la omnipotencia divina, el argumento que, de acuerdo con este investigador español, Urbano VIII aprendió de los jesuitas y que, como hemos dicho en otra entrada anterior, basándonos en el Prof. Luca Bianchi, se convertía en un reparo de escepticismo teológico anticopernicano pues conducía a la conclusión de que el movimiento de la Tierra, aparentemente contradictorio con algún pasaje bíblico, era completamente indemostrable. El problema es que el corrosivo escepticismo de la angélica doctrina era aplicable a cualquier teoria científica que presupusiera la existencia de un orden causal inteligible dentro del mundo natural. En efecto, si nuestra finitud nos incapacitaba para poder comprender los infinitos mundos posibles que Dios habría podido crear, en la misma medida, también limitaba nuestra capacidad de conocer el mundo efectivamente elegido por Dios. Como he dicho también anteriormente, este último tópico parece que se pudo haber popularizado entre muchos críticos del copernicanismo deseosos de congraciarse con lo que, en aquel tiempo, era lo más fácil de seguir: la autoridad papal ( Véase, por ejemplo, "Ejercicios Filosóficos", de Antonio Rocco)
Demuestra el Prof. Beltrán que Galileo, al leer el pasaje alusivo a la Potentia Dei en el libro de Morin, hizo la siguiente reflexión: " Nosotros no buscamos lo que Dios podía hacer, sino lo que ha hecho. Por lo que yo os pregunto si Dios podía hacer el mundo infinito o no. Si podía y no lo ha hecho, haciéndolo finito y tal cual es de facto, al hacerlo así no ha ejercido su potencia más que si lo hubiese hecho del tamaño de un semilla de algarroba. Y si Él, para mostrar su potencia, lo hace mover en 24 horas, esto es como nada comparado con hacerlo mover en una hora muchas millas y millones de revoluciones... Sr. Morino, Dios podía hacer volar los pájaros con los huesos de oro macizo, con las venas llenas de mercurio, con la carne más pesada que el plomo y con las alas pequeñísimas y pesadas, y así habría mostrado más claramente su potencia; podía hacer los peces más pesados que el plomo, es decir doce o más veces más pesados que el agua; pero ha querido hacer a aquéllos de carne y plumas muy ligeras y a éstos igualmente graves que el agua para enseñarnos que Él gusta de la simplicidad y facilidad, etc." ( Opere VII, 565-566) ( Cita tomada de "Galileo y Urbano VIII: La trama del equívoco", de A. Beltrán Marí. Revista Endoxa, nº 21, 2006)
Pues, bien, volviendo a la cita cartesiana, Descartes valora como lamentables las razones astrológicas con las que Morin trata de probar la inmutabilidad de la Tierra. Obviamente, los argumentos contenidos en el libro del astrólogo le parecen no sólo débiles, sino completamente irrelevantes. Pero si la futilidad retórica le puede parecer digna de compasión en el caso de Morín, mucho más lo son las razones por las que otros han "querido hacer un artículo de fe de esta opinión"
De acuerdo con la opinión de Jean-Robert Armogathe, " Il s`agit d' une critique non déguisée de la condamnation du système corpernicienne prononcé á Rome en 1616" ( Oeuvres Completes VIII,1, p.830)
Pero en el texto hay que detenerse para reflexionar sobre lo escrito por Descartes y sus probables intenciones: él expone una condicional, dice que sería más lamentable la opinión de las autoridades de Roma "si no tenían mejores razones para sostenerla". El P. Armogathe dice bien que se trata de una crítica no disfrazada. Yo diré algo más: es un intento de crítica sutil, matizada, pero que subraya que las razones en las que se sostiene la opinión geocentrista pueden ser tan débiles, inútiles e irrelevantes como las de Morin. Y, obviamente, entre las razones con que las autoridades trataban de convertir en "artículo de fe" el geocentrismo estaban las que obligaban a declarar como indemostrable el movimiento de la Tierra. A partir de 1630, la principal de las mismas era la angélica doctrina papal.
Teniendo en cuenta que hubiese sido impensable en el S.XVII una invectiva directa contra la autoridad eclesiástica más elevada y que, sin embargo, como los estudios históricos han demostrado, el argumento del Papa era públicamente conocido desde 1629 al menos, no debería extrañar a nadie la posibilidad de que Descartes ya estuviese informado sobre la objeción teológica anticopernicana puesta de moda por Urbano VIII. De hecho, por lo que dice, parece saber algo, pues, como hemos visto, también Morin se hizo eco de la problemática objeción teológica... En efecto, pues es altísimamente probable que Descartes conociese la obra de Morin a través de conversaciones con Mersenne, quien hizo referencia a la misma en su tratado " Questions Theologiques", de 1634.
Como se verá en próximas entradas, aunque el interés que demostró entre 1629 y 1630 por la omnipotencia divina y la creación de las verdades eternas no tuviese clara relación con esta problemática, sin embargo, una vez difundida la razón que jugó un papel tan relevante para la acusación oficiosa contra Galileo en su segundo proceso inquisitorial, debió determinar la atención prestada por Descartes a las polémicas con implicaciones escépticas contra la fisicomatemática en las que se entrometiese el principio dogmático de la omnipotencia divina. La obra publicada de Descartes difícilmente podrá comprenderse con justeza sin contextualizarse en referencia a esta problemática. Por otra parte, como seguiremos viendo, Descartes sostuvo en varias ocasiones que su proyecto era levantar los fundamentos de la metafísica y de la física para remover los obstáculos ideológicos levantados contra la aceptación futura del movimiento de la Tierra.
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aletheia
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LA DIFUSIÓN PÚBLICA DE LA ANGÉLICA DOCTRINA Y SU IMPORTANCIA PARA EL ANTICOPERNICANISMO DE LA ESCOLÁSTICA ARISTOTÉLICA
( Brindo este anticipo de una investigación más profunda y extensa a todos los profesores de historia de la filosofía de bachillerato y a aquellos que investigan sin apoyos ni contactos, contribuyendo al conocimiento sin ambiciones meritocráticas ni reconocimientos públicos inmediatos. Mi investigación sobre Descartes es PARA ELLOS)
"Simplicio:...Ma per quella qual si sia assai tenue idea che me ne son formata, confesso, il vostro pensiero parermi bene più ingegnoso di quanti altri io me n'abbia sentiti, ma non però lo stimo verace e concludente: anzi, ritenendo sempre avanti a gli occhi della mente una saldissima dottrina, che già da persona dottissima ed eminentissima appresi ed alla quale è forza quietarsi, so che amendue voi, interrogati se Iddio con la Sua infinita potenza e sapienza poteva conferire all'elemento dell'acqua il reciproco movimento, che in esso scorgiamo, in altro modo che co 'l far muovere il vaso contenente, so, dico, che risponderete, avere egli potuto e saputo ciò fare in molti modi, ed anco dall'intelletto nostro inescogitabili. Onde io immediatamente vi concludo, che, stante questo, soverchia arditezza sarebbe se altri volesse limitare e coartare la divina potenza e sapienza ad una sua fantasia particolare.
Salviati: Mirabile e veramente angelica dottrina: alla quale molto concordemente risponde quell'altra, pur divina, la quale, mentre ci concede il disputare intorno alla costituzione del mondo, ci soggiugne (forse acciò che l'esercizio delle menti umane non si tronchi o anneghittisca) che non siamo per ritrovare l'opera fabbricata dalle Sue mani. Vaglia dunque l'esercizio permessoci ed ordinatoci da Dio per riconoscere e tanto maggiormente ammirare la grandeza Sua, quanto meno ci troviamo idonei a penetrare i profondi abissi della Sua infinita sapienza." (Dialogo di Galileo Galilei sopra i due massimi sistemi del mondo tolemaico e copernicano. In Fiorenza MDCXXXII, pp. 488-489) Es posible acceder a la edición original digitalizada a través de museogalileo.it )
Todavía puede haber quienes crean el mito transmitido de que la gota que colmó la paciencia del Papa Urbano VIII fueron las insidiosas murmuraciones de algunos enemigos de Galileo que trataron de hacerle creer que Galileo le había ridiculizado asociándolo con Simplicio, el personaje del diálogo que, con sus toscos y débiles argumentos, representaba la posición anticopernicana. Sin embargo, aunque no pasa de ser una mera conjetura, todavía hay quienes pueden creer que o bien tal fue la intención de Galileo o bien que la cólera o el sentimiento de venganza fueron determinantes en la condena del científico italiano. Pero estrictamente, lo único que puede aceptarse como histórico es que hubo murmuraciones... Tratar de explicar los hechos históricos consecuentes valorando las intenciones de ambos amigos es pura especulación.
Sin embargo, no creo que sea especulativo defender que muchos lectores cultos del "Diálogo" podían encontrarse predispuestos a reconocer fácilmente la autoría de la "saldissima dottrina" puesta en boca de Simplicio y a la que Salviati califica de " angelica". Sí, procedía del Papa Urbano VIII. Y muchas autoridades académicas y eclesiásticas, antes de 1632, ya lo sabían. Hasta el punto de que, viniendo de quién provenía, y teniendo tal doctrina bases muy considerables en la tradición medieval, inevitablemente, influyó poderosamente en el enroque de los defensores a ultranza de la filosofía aristotélica y la vieja cosmología geocentrista. Y tal se pudo confirmar en el juicio y condena de Galileo en 1633. Y, aparte del juicio, las implicaciones relativizadoras de la objeción papal sobre el valor científico de la hipótesis del movimiento de la Tierra pueden hallarse en aquellos que, como Antonio Rocco ( Esercitazioni Filosofiche, 1633), combatieron a Galileo basándose en la autoridad de Aristóteles. Por cierto, que los "Ejercicios Filosóficos", a los que Galileo no pudo responder, estaban dedicados al Papa Urbano.
¿ Es cierto que la famosa angélica doctrina tuvo una difusión, y un divulgador muy prestigioso por cierto, anterior al juicio de Galileo e, incluso, a la publicación del "Diálogo" ( que, según la correspondencia de Descartes, no parece que éste hubiese podido tener en sus manos hasta 1634, gracias al físico-matemático Beeckman ). Creo que la confirmación debemos agradecerla al Prof. Luca Bianchi. En su artículo, publicado en "Galilée en procès, Galilée réhabilité?" , titulado " Urbain VIII, Galilée et la tote-puissance divine", este especialista nos da a conocer un hecho que considero de enorme interés, a saber: que en 1629 Agostino Oreggi divulgó en su tratado " De Deo Uno" la famosa conversación que probablemente ocurrió en 1616, entre el cardenal Maffeo Barberini ( el Papa Urbano VIII) y Galileo. Fue entonces cuando Urbano le expuso la objeción determinante del convencionalismo epistemológico forzoso al que debía quedar reducida la nueva perspectiva científica ( galileana), sin peligro para la cosmovisión escolástico-aristotélica. Se trataba de la angélica doctrina defendida por Simplicio. Un argumento que, a juicio del Papa, era "fundamental para probar que el sistema de Copérnico era indemostrable"( Bianchi).
Oreggi es un personaje clave en esta historia, pues, al parecer, fue teólogo personal del Cardenal Belarmino y también, más tarde, del Papa Urbano, llegando a ser Consultor del Santo Oficio. Por tanto, el divulgador de la anécdota era una figura de gran relieve, autoridad y prestigio intelectual, teológico y eclesiástico. Y, con más razón, si tenemos en cuenta sus relaciones con dos personajes tan destacados en la controversia entre escolásticos aristotélicos y los partidarios de las nuevas ideas científicas, como Galileo.
A partir de "De Deo Uno" el mundo académico, tanto partidarios como detractores de la nueva perspectiva científica, podía darse por enterado de la posición intelectual del Papa y que en el texto de Bianchi se califica como la "santa alianza" entre el " escepticismo teológico" y el " dogmatismo" filosófico de los aristotélicos. Personalmente, estimo que se trata de un aspecto heurístico fundamental para estudiar y enriquecer nuestro conocimiento del contexto histórico-cultural-filosófico de la revolución científica durante, al menos, la primera mitad del S.XVII. Y no sólo por su importancia como determinante de la condena de Galileo, no sólo porque toda la comunidad académica y científica de la época podía conocer su gran importancia, sino, lógicamente, porque los amantes de la nueva ciencia podían temer las implicaciones inmovilistas de este escepticismo que impedía la autonomía del pensamiento científico respecto del control y la controversia teológicas.
Podría añadirse algo más, como los estudios históricos refrendan, la doctrina papal consideraba necesario el recurso al principio de la omnipotencia divina en aquellos casos en que una teoría científica pareciese entrar en contradicción con la Biblia, es decir, en caso de posibles implicaciones heréticas. Si el movimiento de la tierra era aparentemente contradictorio con ciertos pasajes bíblicos, entonces, de acuerdo con el principio de que Dios puede hacer todo lo que quiera, había que afirmar que puede elegir infinidad de mecanismos para producir los mismos efectos naturales, de modo que, antes de afirmar una teoría teológicamente problemática, debían descartarse las demás explicaciones teoréticas. Y como esto era prácticamente imposible, se podía, por ejemplo, concluir que el heliocentrismo era indemostrable.
Tiene sentido pensar que cuando el mundo católico recibió la condena de Galileo, las autoridades eclesiásticas y teológicas supieran que, en la mente de la máxima autoridad de la Iglesia católica, era obligado aplicar este reparo al movimiento de nuestro planeta ( verdad sobre la que confesaba Descartes en su correspondecia privada algunos "escrúpulos" que deseaba ver superados...) . Y si esta hipótesis histórica es más que plausible, puesto que es bien contrastable, ¿ con qué razones podrá decirse que las mentes científicas más brillantes de países católicos durante el S. XVII ( por ejemplo, Descartes) ignorasen y no deseasen superar una controversia escolástica con fuertes implicaciones escépticas para con las nuevas ideas científicas? ... El problema era que tratar de oponerse a este escepticismo científico era, manifiestamente, cuestionar la autoridad del Papa: ¿ cómo combatir esta posición anticopernicana sin confrontación directa con el poder ?
E incluso podría seguirse la reflexión, pensando qué forma de escepticismo podría preocupar más a científicos como Descartes: ¿ El escepticismo de los renacentistas franceses, cuyos discursos poco podían hacer zozobrar a los creyentes en el potencial heurístico de las razones matemáticas en la investigación de la naturaleza, o el escepticismo anticientífico y sostenido por el poder, derivado de las controversias escolásticas tradicionales?.
Y, en esta justa medida, considero que la angélica doctrina iba esencialmente unida a las controversias escolásticas geocentristas cuya superación tanto deseaba Descartes a fin de que su intento de fundamentación de la nueva cosmología llegase a ser algún día definitivamente aceptada por la Iglesia. Dejo esto apuntado, pues es otro de los temas que voy a tratar en próximas entradas, a partir de un examen de la correspondencia cartesiana ( y no sólo la mantenida con Marin Mersenne, antes y después de 1630). Creo que, cruzando informaciones, podré sacar a la luz aspectos muy interesantes sobre los que creo que no se ha reparado suficientemente.
Quiero concluir con estas consideraciones del Prof. Bianchi, que traduzco a continuación. Considero que si ello es verdad, hay que hacer justicia reconociendo que debió de preocupar a un hombre tan sagaz, tan bien informado y preocupado por defender la ciencia como Descartes :
" Si ( como consecuencia de la afirmación del principio de que Dios puede hacer todo lo que no implique contradicción) las diferentes hipótesis astronómicas eran todas equivalentes... no había ninguna razón para abandonar el sistema geocéntrico, fundado sobre la doble autoridad de los pasajes cosmológicos de la Biblia y de la filosofía natural de Aristóteles " ( op.cit., Bianchi, pág. 86)
De Deo Uno. Tractatus I. Cap. X. Quaeritur Tertio: La evocación del diálogo entre Maffeo Barberini y Galileo
He aquí el texto latino y su traducción:
"Quod argumentum quanti faciendum sit, diligentius animadvertere incepi, dum Summus Pontifex Urbanus VIII ( quem diu Deus Ecclesiae suae incolumem servet) adhuc cardinalis familiarem suum, non minus doctrina conspicuum, quam religione laudabilem, admonuit, ut diligenter adverteret: An Sacris congruerent Scripturis, quae de motu terrae excogitaverat, ad salvanda ea omnia, quae in caelo apparent phenomena, et quaecumque de caeli, atque astrorum motibus ex eorum diligenti inspectione et consideratione communiter recipiunt Philosophi. Concessis enim omnibus, quae vir doctissimus excogitaverat, quaesivit, an potuerit et sciverit Deus alio modo disponere et movere orbes, vel sidera ita, ut quaecumque vel in caelis apparent phenomena, vel de siderum motibus, ordine, situ, distantia ac dispositione dicuntur, salvari possint.
Quod si neges, Sanctissimus dixit, probare debes implicare contradictionem, posse haec aliter fieri, quam excogitasti. Deus enim infinita sua potentia potest, quicquid non implicat contradictionem: cumq(ue) Dei Scientia non sit minor potentia; si potuisse Deum concedimus; et scivisse etiam afirmare debemus
Quod si potuit ac novit Deus haec alio modo disponere, quam excogitatum est, ita, ut salventur omnia, quae dicta sunt: Non ad hunc modum debemus divinam arctare potentiam et scientiam.
Quibus auditis, quievit vir ille doctissimus..." ( Op. cit., 1629. pp 194-195)
Traducción:
" Empecé a notar con más atención cuán valioso era el argumento cuando el Sumo Pontífice Urbano VIII ( a quien Dios guarde mucho tiempo incólume para su Iglesia) , siendo todavía cardenal, recordó a un amigo suyo, no menos conspicuo por su sabiduría que loable por la religión, que se fijase diligentemente si convenía con las Sagradas Escrituras lo que había concebido sobre el movimiento de la tierra para salvar todos esos fenómenos que aparecen en el cielo, y ( si convenía también) con todo lo que sobre el cielo y los movimientos de los astros comúnmente admiten los Filósofos en base a una atenta inspección y consideración de los mismos. Concedido, pues, todo lo que este hombre sapientísimo había cavilado, inquirió si hubiese podido y sabido Dios disponer y mover los orbes y también las estrellas de otra forma, de modo que cuantos fenómenos aparecen en el cielo o cuanto se sabe sobre los movimientos, orden, localización, distancia y disposición de los astros pudiese ser salvado ( explicado).
Pues si niegas esto, dijo Su Santidad, debes probar que implica contradicción que estas cosas puedan ser hechas de manera distinta a lo que has concebido. Puesto que Dios en su infinito poder puede todo lo que no implica contradicción. Y como la ciencia de Dios no es inferior a su poder, si admitimos que Dios pudiese , debemos también afirmar que sabría.
Por lo que si pudo y supo Dios disponer esto de otra manera a la que ha sido concebida, igualmente no debemos restringir la potencia y sabiduría divinas a esta posibilidad para salvar todas las cosas que han sido dichas.
Oídas tales cosas, aquel hombre doctísimo descansó"
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Addenda:
Interesantísima esta biografía de Oreggi. Obsérvese cómo Urbano VIII premió a Oreggi en su destacado papel en el juicio contra Galileo el año de 1633. Puede encontrarse en www.treccani.it http://www.treccani.it/enciclopedia/agostino-oreggi_(Dizionario-Biografico)/
" OREGGI, Agostino. – Nacque nel 1577 a Santa Sofia, «terra illustre del Gran Ducato di Toscana ai confini della Romagna» (Strocchi, 1838, p. 158), oggi in provincia di Forlì-Cesena.
Non si hanno notizie dei suoi genitori, a quanto sembra oriundi di Bironico...dove la famiglia esercitava la professione notarile...
Inviato a Roma all’età di 17anni, entrò nel circolo del cardinale Roberto Bellarmino, che lo collocò nel convitto di S. Anna, destinato a ospitare nobili italiani...avrebbe frequentato le Scuole pie sotto la direzione di José de Calasanz. Studiò filosofia e teologia presso il collegio romano della Compagnia di Gesù, conseguendo il dottorato, e quindi diritto civile e canonico all’Università la Sapienza. Ordinato sacerdote, per interessamento di Bellarmino divenne canonico teologo della cattedrale di Faenza (23 novembre 1605) e insegnò pubblicamente in città per nove anni. Fu quindi assunto come teologo nella famiglia del cardinale Maffeo Barberini quando questi venne preposto alla legazione di Bologna negli anni 1611-14.
L’ascesa al soglio pontificio del suo protettore, divenuto Urbano VIII (6 agosto 1623), significò per Oreggi l’accesso agli alti gradi della carriera ecclesiastica...
Nel gennaio 1624 fu nominato consultore del S. Uffizio, una scelta che denota la volontà del papa di non dipendere da altri membri del tribunale. Divenne inoltre elemosiniere pontificio e prelato delle congregazioni dei Riti e per l’Esame dei vescovi. Nell’autunno del 1626, quando Urbano VIII incaricò il gesuita Terenzio Alciati di scrivere una storia del Concilio di Trento da opporre agli scritti di Paolo Sarpi, Oreggi fu incaricato di mettere a disposizione dello scrittore tutti i documenti del concilio esistenti negli archivi pontifici; Alciati però non riuscì a portare a termine il compito assegnatogli.
In quanto consultore del S. Uffizio, Oreggi partecipò a diversi gruppi di lavoro, in collaborazione con i colleghi della congregazione de Propaganda fide, incaricati di discutere problemi di varia natura emergenti in diverse parti del mondo cristiano.
A partire dal 1628 Propaganda si pose il problema di superare i limiti del padroado e nel 1630 nominò un gruppo di lavoro, composto da Marzio Ginetti, Giovanni Battista Pamphili e Oreggi, a cui si devono le origini della costituzione Ex debito pastoralis officii, pubblicata il 22 febbraio 1633, che aboliva l’esclusiva dei gesuiti in Giappone...
Tra il 1629 e il 1633 Oreggi pubblicò a Roma alcuni trattati teologici e filosofici: De Deo uno, De individuo sacratissimae Trinitatis mysterio, De angelis, De opere sex dierum, De sacrosancto incarnationis mysterio, Aristotelis vera de rationalis animae immortalitate sententia; vennero successivamente ripubblicati nel 1637, insieme con diversi inediti (tra cui una sorta di manuale di teologia dedicato a Urbano VIII), e ancora nel 1642.
Tali scritti permettono di cogliere alcune idee circolanti tra i collaboratori più vicini al pontefice. Il De opere sex dierum ingloba il De rationalis animae immortalitate; la sua origine risale a uno studio commissionato una ventina d’anni prima all’autore dal cardinale Maffeo Barberini per verificare l’ortodossia della dottrina aristotelica circa l’anima umana. La prima parte dell’opera, dedicata ai primi cinque giorni della creazione, propone un’immagine del mondo costruita a partire dai testi biblici, escludendo i contributi della scienza contemporanea; vi si afferma che la conoscenza dell’uomo rispetto alla realtà fisica è incerta e la libertà di pensiero limitata, poiché non può esercitarsi su realtà oggetto della rivelazione. In particolare, nel De Deo uno è riportato un colloquio intercorso nel 1616 tra Maffeo Barberini e Galileo Galilei, nel quale il cardinale sosteneva fosse impossibile provare la verità dell’eliocentrismo, data la difficoltà dell’uomo a cogliere le innumerevoli combinazioni del moto degli astri, frutto dell’infinita potenza di Dio. In caso di conflitto tra affermazioni filosofiche e la rivelazione biblica si sarebbe dovuto ricorrere all’argomento dell’onnipotenza divina e confessare che Dio ha potuto produrre la realtà rivelata dalla Bibbia sotto forme molto più numerose e perfette di quelle che l’uomo può conoscere.
Oreggi fu coinvolto nel processo contro Galileo, iniziato nel 1632 in seguito alla pubblicazione del Dialogo sopra i massimi sistemi del mondo, che aveva ricevuto l’imprimatur dal maestro del Sacro Palazzo Niccolò Riccardi. Il papa, sentendosi raggirato da Galileo, nell’autunno del 1632 sottopose l’opera a una commissione composta dallo stesso Riccardi, da Oreggi e dal gesuita Melchior Inchofer. La relazione stesa da Riccardi e Oreggi, che aveva lo scopo di giustificare l’imprimatur incautamente concesso dal primo, fu presentata al S. Uffizio il 23 settembre 1632. Essa asseriva la necessità che il libro fosse sottoposto al giudizio dell’Inquisizione in quanto Galileo aveva continuato a sostenere la teoria eliocentrica, disobbedendo all’ingiunzione intimatagli nel 1616, con l’aggravante di aver taciuto su tale circostanza, e indicava le correzioni indispensabili per rimettere in circolazione il Dialogo. Dopo l’interrogatorio di Galileo, che ebbe luogo a Roma nell’aprile 1633, Oreggi, insieme con Inchofer e il teatino Zaccaria Pasqualigo, fu uno dei tre qualificatori che attestarono formalmente l’aver Galileo contravvenuto all’ordine ingiuntogli nel 1616: pubblicando il Dialogo, lo scienziato aveva portato argomenti efficaci in favore del movimento della Terra e si rendeva così sospetto di aderire a una dottrina condannata dalla Chiesa; fu questo il fondamento dell’abiura pronunciata il 22 giugno 1633.
Il 28 novembre 1633 Urbano VIII creò Oreggi cardinale, probabilmente in ricompensa per l’appoggio prestatogli nel procedimento contro lo scienziato fiorentino, e contestualmente lo nominò arcivescovo di Benevento, diocesi della quale Oreggi prese possesso per procura il 16 dicembre. Il canonicato in S. Pietro da lui detenuto, dichiarato vacante, fu assegnato al nipote Bartolomeo Oreggi, familiare del cardinale Francesco Barberini...
"Simplicio:...Ma per quella qual si sia assai tenue idea che me ne son formata, confesso, il vostro pensiero parermi bene più ingegnoso di quanti altri io me n'abbia sentiti, ma non però lo stimo verace e concludente: anzi, ritenendo sempre avanti a gli occhi della mente una saldissima dottrina, che già da persona dottissima ed eminentissima appresi ed alla quale è forza quietarsi, so che amendue voi, interrogati se Iddio con la Sua infinita potenza e sapienza poteva conferire all'elemento dell'acqua il reciproco movimento, che in esso scorgiamo, in altro modo che co 'l far muovere il vaso contenente, so, dico, che risponderete, avere egli potuto e saputo ciò fare in molti modi, ed anco dall'intelletto nostro inescogitabili. Onde io immediatamente vi concludo, che, stante questo, soverchia arditezza sarebbe se altri volesse limitare e coartare la divina potenza e sapienza ad una sua fantasia particolare.
Salviati: Mirabile e veramente angelica dottrina: alla quale molto concordemente risponde quell'altra, pur divina, la quale, mentre ci concede il disputare intorno alla costituzione del mondo, ci soggiugne (forse acciò che l'esercizio delle menti umane non si tronchi o anneghittisca) che non siamo per ritrovare l'opera fabbricata dalle Sue mani. Vaglia dunque l'esercizio permessoci ed ordinatoci da Dio per riconoscere e tanto maggiormente ammirare la grandeza Sua, quanto meno ci troviamo idonei a penetrare i profondi abissi della Sua infinita sapienza." (Dialogo di Galileo Galilei sopra i due massimi sistemi del mondo tolemaico e copernicano. In Fiorenza MDCXXXII, pp. 488-489) Es posible acceder a la edición original digitalizada a través de museogalileo.it )
Todavía puede haber quienes crean el mito transmitido de que la gota que colmó la paciencia del Papa Urbano VIII fueron las insidiosas murmuraciones de algunos enemigos de Galileo que trataron de hacerle creer que Galileo le había ridiculizado asociándolo con Simplicio, el personaje del diálogo que, con sus toscos y débiles argumentos, representaba la posición anticopernicana. Sin embargo, aunque no pasa de ser una mera conjetura, todavía hay quienes pueden creer que o bien tal fue la intención de Galileo o bien que la cólera o el sentimiento de venganza fueron determinantes en la condena del científico italiano. Pero estrictamente, lo único que puede aceptarse como histórico es que hubo murmuraciones... Tratar de explicar los hechos históricos consecuentes valorando las intenciones de ambos amigos es pura especulación.
Sin embargo, no creo que sea especulativo defender que muchos lectores cultos del "Diálogo" podían encontrarse predispuestos a reconocer fácilmente la autoría de la "saldissima dottrina" puesta en boca de Simplicio y a la que Salviati califica de " angelica". Sí, procedía del Papa Urbano VIII. Y muchas autoridades académicas y eclesiásticas, antes de 1632, ya lo sabían. Hasta el punto de que, viniendo de quién provenía, y teniendo tal doctrina bases muy considerables en la tradición medieval, inevitablemente, influyó poderosamente en el enroque de los defensores a ultranza de la filosofía aristotélica y la vieja cosmología geocentrista. Y tal se pudo confirmar en el juicio y condena de Galileo en 1633. Y, aparte del juicio, las implicaciones relativizadoras de la objeción papal sobre el valor científico de la hipótesis del movimiento de la Tierra pueden hallarse en aquellos que, como Antonio Rocco ( Esercitazioni Filosofiche, 1633), combatieron a Galileo basándose en la autoridad de Aristóteles. Por cierto, que los "Ejercicios Filosóficos", a los que Galileo no pudo responder, estaban dedicados al Papa Urbano.
¿ Es cierto que la famosa angélica doctrina tuvo una difusión, y un divulgador muy prestigioso por cierto, anterior al juicio de Galileo e, incluso, a la publicación del "Diálogo" ( que, según la correspondencia de Descartes, no parece que éste hubiese podido tener en sus manos hasta 1634, gracias al físico-matemático Beeckman ). Creo que la confirmación debemos agradecerla al Prof. Luca Bianchi. En su artículo, publicado en "Galilée en procès, Galilée réhabilité?" , titulado " Urbain VIII, Galilée et la tote-puissance divine", este especialista nos da a conocer un hecho que considero de enorme interés, a saber: que en 1629 Agostino Oreggi divulgó en su tratado " De Deo Uno" la famosa conversación que probablemente ocurrió en 1616, entre el cardenal Maffeo Barberini ( el Papa Urbano VIII) y Galileo. Fue entonces cuando Urbano le expuso la objeción determinante del convencionalismo epistemológico forzoso al que debía quedar reducida la nueva perspectiva científica ( galileana), sin peligro para la cosmovisión escolástico-aristotélica. Se trataba de la angélica doctrina defendida por Simplicio. Un argumento que, a juicio del Papa, era "fundamental para probar que el sistema de Copérnico era indemostrable"( Bianchi).
Oreggi es un personaje clave en esta historia, pues, al parecer, fue teólogo personal del Cardenal Belarmino y también, más tarde, del Papa Urbano, llegando a ser Consultor del Santo Oficio. Por tanto, el divulgador de la anécdota era una figura de gran relieve, autoridad y prestigio intelectual, teológico y eclesiástico. Y, con más razón, si tenemos en cuenta sus relaciones con dos personajes tan destacados en la controversia entre escolásticos aristotélicos y los partidarios de las nuevas ideas científicas, como Galileo.
A partir de "De Deo Uno" el mundo académico, tanto partidarios como detractores de la nueva perspectiva científica, podía darse por enterado de la posición intelectual del Papa y que en el texto de Bianchi se califica como la "santa alianza" entre el " escepticismo teológico" y el " dogmatismo" filosófico de los aristotélicos. Personalmente, estimo que se trata de un aspecto heurístico fundamental para estudiar y enriquecer nuestro conocimiento del contexto histórico-cultural-filosófico de la revolución científica durante, al menos, la primera mitad del S.XVII. Y no sólo por su importancia como determinante de la condena de Galileo, no sólo porque toda la comunidad académica y científica de la época podía conocer su gran importancia, sino, lógicamente, porque los amantes de la nueva ciencia podían temer las implicaciones inmovilistas de este escepticismo que impedía la autonomía del pensamiento científico respecto del control y la controversia teológicas.
Podría añadirse algo más, como los estudios históricos refrendan, la doctrina papal consideraba necesario el recurso al principio de la omnipotencia divina en aquellos casos en que una teoría científica pareciese entrar en contradicción con la Biblia, es decir, en caso de posibles implicaciones heréticas. Si el movimiento de la tierra era aparentemente contradictorio con ciertos pasajes bíblicos, entonces, de acuerdo con el principio de que Dios puede hacer todo lo que quiera, había que afirmar que puede elegir infinidad de mecanismos para producir los mismos efectos naturales, de modo que, antes de afirmar una teoría teológicamente problemática, debían descartarse las demás explicaciones teoréticas. Y como esto era prácticamente imposible, se podía, por ejemplo, concluir que el heliocentrismo era indemostrable.
Tiene sentido pensar que cuando el mundo católico recibió la condena de Galileo, las autoridades eclesiásticas y teológicas supieran que, en la mente de la máxima autoridad de la Iglesia católica, era obligado aplicar este reparo al movimiento de nuestro planeta ( verdad sobre la que confesaba Descartes en su correspondecia privada algunos "escrúpulos" que deseaba ver superados...) . Y si esta hipótesis histórica es más que plausible, puesto que es bien contrastable, ¿ con qué razones podrá decirse que las mentes científicas más brillantes de países católicos durante el S. XVII ( por ejemplo, Descartes) ignorasen y no deseasen superar una controversia escolástica con fuertes implicaciones escépticas para con las nuevas ideas científicas? ... El problema era que tratar de oponerse a este escepticismo científico era, manifiestamente, cuestionar la autoridad del Papa: ¿ cómo combatir esta posición anticopernicana sin confrontación directa con el poder ?
E incluso podría seguirse la reflexión, pensando qué forma de escepticismo podría preocupar más a científicos como Descartes: ¿ El escepticismo de los renacentistas franceses, cuyos discursos poco podían hacer zozobrar a los creyentes en el potencial heurístico de las razones matemáticas en la investigación de la naturaleza, o el escepticismo anticientífico y sostenido por el poder, derivado de las controversias escolásticas tradicionales?.
Quiero concluir con estas consideraciones del Prof. Bianchi, que traduzco a continuación. Considero que si ello es verdad, hay que hacer justicia reconociendo que debió de preocupar a un hombre tan sagaz, tan bien informado y preocupado por defender la ciencia como Descartes :
" Si ( como consecuencia de la afirmación del principio de que Dios puede hacer todo lo que no implique contradicción) las diferentes hipótesis astronómicas eran todas equivalentes... no había ninguna razón para abandonar el sistema geocéntrico, fundado sobre la doble autoridad de los pasajes cosmológicos de la Biblia y de la filosofía natural de Aristóteles " ( op.cit., Bianchi, pág. 86)
De Deo Uno. Tractatus I. Cap. X. Quaeritur Tertio: La evocación del diálogo entre Maffeo Barberini y Galileo
He aquí el texto latino y su traducción:
"Quod argumentum quanti faciendum sit, diligentius animadvertere incepi, dum Summus Pontifex Urbanus VIII ( quem diu Deus Ecclesiae suae incolumem servet) adhuc cardinalis familiarem suum, non minus doctrina conspicuum, quam religione laudabilem, admonuit, ut diligenter adverteret: An Sacris congruerent Scripturis, quae de motu terrae excogitaverat, ad salvanda ea omnia, quae in caelo apparent phenomena, et quaecumque de caeli, atque astrorum motibus ex eorum diligenti inspectione et consideratione communiter recipiunt Philosophi. Concessis enim omnibus, quae vir doctissimus excogitaverat, quaesivit, an potuerit et sciverit Deus alio modo disponere et movere orbes, vel sidera ita, ut quaecumque vel in caelis apparent phenomena, vel de siderum motibus, ordine, situ, distantia ac dispositione dicuntur, salvari possint.
Quod si neges, Sanctissimus dixit, probare debes implicare contradictionem, posse haec aliter fieri, quam excogitasti. Deus enim infinita sua potentia potest, quicquid non implicat contradictionem: cumq(ue) Dei Scientia non sit minor potentia; si potuisse Deum concedimus; et scivisse etiam afirmare debemus
Quod si potuit ac novit Deus haec alio modo disponere, quam excogitatum est, ita, ut salventur omnia, quae dicta sunt: Non ad hunc modum debemus divinam arctare potentiam et scientiam.
Quibus auditis, quievit vir ille doctissimus..." ( Op. cit., 1629. pp 194-195)
Traducción:
" Empecé a notar con más atención cuán valioso era el argumento cuando el Sumo Pontífice Urbano VIII ( a quien Dios guarde mucho tiempo incólume para su Iglesia) , siendo todavía cardenal, recordó a un amigo suyo, no menos conspicuo por su sabiduría que loable por la religión, que se fijase diligentemente si convenía con las Sagradas Escrituras lo que había concebido sobre el movimiento de la tierra para salvar todos esos fenómenos que aparecen en el cielo, y ( si convenía también) con todo lo que sobre el cielo y los movimientos de los astros comúnmente admiten los Filósofos en base a una atenta inspección y consideración de los mismos. Concedido, pues, todo lo que este hombre sapientísimo había cavilado, inquirió si hubiese podido y sabido Dios disponer y mover los orbes y también las estrellas de otra forma, de modo que cuantos fenómenos aparecen en el cielo o cuanto se sabe sobre los movimientos, orden, localización, distancia y disposición de los astros pudiese ser salvado ( explicado).
Pues si niegas esto, dijo Su Santidad, debes probar que implica contradicción que estas cosas puedan ser hechas de manera distinta a lo que has concebido. Puesto que Dios en su infinito poder puede todo lo que no implica contradicción. Y como la ciencia de Dios no es inferior a su poder, si admitimos que Dios pudiese , debemos también afirmar que sabría.
Por lo que si pudo y supo Dios disponer esto de otra manera a la que ha sido concebida, igualmente no debemos restringir la potencia y sabiduría divinas a esta posibilidad para salvar todas las cosas que han sido dichas.
Oídas tales cosas, aquel hombre doctísimo descansó"
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Addenda:
Interesantísima esta biografía de Oreggi. Obsérvese cómo Urbano VIII premió a Oreggi en su destacado papel en el juicio contra Galileo el año de 1633. Puede encontrarse en www.treccani.it http://www.treccani.it/enciclopedia/agostino-oreggi_(Dizionario-Biografico)/
" OREGGI, Agostino. – Nacque nel 1577 a Santa Sofia, «terra illustre del Gran Ducato di Toscana ai confini della Romagna» (Strocchi, 1838, p. 158), oggi in provincia di Forlì-Cesena.
Non si hanno notizie dei suoi genitori, a quanto sembra oriundi di Bironico...dove la famiglia esercitava la professione notarile...
Inviato a Roma all’età di 17anni, entrò nel circolo del cardinale Roberto Bellarmino, che lo collocò nel convitto di S. Anna, destinato a ospitare nobili italiani...avrebbe frequentato le Scuole pie sotto la direzione di José de Calasanz. Studiò filosofia e teologia presso il collegio romano della Compagnia di Gesù, conseguendo il dottorato, e quindi diritto civile e canonico all’Università la Sapienza. Ordinato sacerdote, per interessamento di Bellarmino divenne canonico teologo della cattedrale di Faenza (23 novembre 1605) e insegnò pubblicamente in città per nove anni. Fu quindi assunto come teologo nella famiglia del cardinale Maffeo Barberini quando questi venne preposto alla legazione di Bologna negli anni 1611-14.
L’ascesa al soglio pontificio del suo protettore, divenuto Urbano VIII (6 agosto 1623), significò per Oreggi l’accesso agli alti gradi della carriera ecclesiastica...
Nel gennaio 1624 fu nominato consultore del S. Uffizio, una scelta che denota la volontà del papa di non dipendere da altri membri del tribunale. Divenne inoltre elemosiniere pontificio e prelato delle congregazioni dei Riti e per l’Esame dei vescovi. Nell’autunno del 1626, quando Urbano VIII incaricò il gesuita Terenzio Alciati di scrivere una storia del Concilio di Trento da opporre agli scritti di Paolo Sarpi, Oreggi fu incaricato di mettere a disposizione dello scrittore tutti i documenti del concilio esistenti negli archivi pontifici; Alciati però non riuscì a portare a termine il compito assegnatogli.
In quanto consultore del S. Uffizio, Oreggi partecipò a diversi gruppi di lavoro, in collaborazione con i colleghi della congregazione de Propaganda fide, incaricati di discutere problemi di varia natura emergenti in diverse parti del mondo cristiano.
A partire dal 1628 Propaganda si pose il problema di superare i limiti del padroado e nel 1630 nominò un gruppo di lavoro, composto da Marzio Ginetti, Giovanni Battista Pamphili e Oreggi, a cui si devono le origini della costituzione Ex debito pastoralis officii, pubblicata il 22 febbraio 1633, che aboliva l’esclusiva dei gesuiti in Giappone...
Tra il 1629 e il 1633 Oreggi pubblicò a Roma alcuni trattati teologici e filosofici: De Deo uno, De individuo sacratissimae Trinitatis mysterio, De angelis, De opere sex dierum, De sacrosancto incarnationis mysterio, Aristotelis vera de rationalis animae immortalitate sententia; vennero successivamente ripubblicati nel 1637, insieme con diversi inediti (tra cui una sorta di manuale di teologia dedicato a Urbano VIII), e ancora nel 1642.
Tali scritti permettono di cogliere alcune idee circolanti tra i collaboratori più vicini al pontefice. Il De opere sex dierum ingloba il De rationalis animae immortalitate; la sua origine risale a uno studio commissionato una ventina d’anni prima all’autore dal cardinale Maffeo Barberini per verificare l’ortodossia della dottrina aristotelica circa l’anima umana. La prima parte dell’opera, dedicata ai primi cinque giorni della creazione, propone un’immagine del mondo costruita a partire dai testi biblici, escludendo i contributi della scienza contemporanea; vi si afferma che la conoscenza dell’uomo rispetto alla realtà fisica è incerta e la libertà di pensiero limitata, poiché non può esercitarsi su realtà oggetto della rivelazione. In particolare, nel De Deo uno è riportato un colloquio intercorso nel 1616 tra Maffeo Barberini e Galileo Galilei, nel quale il cardinale sosteneva fosse impossibile provare la verità dell’eliocentrismo, data la difficoltà dell’uomo a cogliere le innumerevoli combinazioni del moto degli astri, frutto dell’infinita potenza di Dio. In caso di conflitto tra affermazioni filosofiche e la rivelazione biblica si sarebbe dovuto ricorrere all’argomento dell’onnipotenza divina e confessare che Dio ha potuto produrre la realtà rivelata dalla Bibbia sotto forme molto più numerose e perfette di quelle che l’uomo può conoscere.
Oreggi fu coinvolto nel processo contro Galileo, iniziato nel 1632 in seguito alla pubblicazione del Dialogo sopra i massimi sistemi del mondo, che aveva ricevuto l’imprimatur dal maestro del Sacro Palazzo Niccolò Riccardi. Il papa, sentendosi raggirato da Galileo, nell’autunno del 1632 sottopose l’opera a una commissione composta dallo stesso Riccardi, da Oreggi e dal gesuita Melchior Inchofer. La relazione stesa da Riccardi e Oreggi, che aveva lo scopo di giustificare l’imprimatur incautamente concesso dal primo, fu presentata al S. Uffizio il 23 settembre 1632. Essa asseriva la necessità che il libro fosse sottoposto al giudizio dell’Inquisizione in quanto Galileo aveva continuato a sostenere la teoria eliocentrica, disobbedendo all’ingiunzione intimatagli nel 1616, con l’aggravante di aver taciuto su tale circostanza, e indicava le correzioni indispensabili per rimettere in circolazione il Dialogo. Dopo l’interrogatorio di Galileo, che ebbe luogo a Roma nell’aprile 1633, Oreggi, insieme con Inchofer e il teatino Zaccaria Pasqualigo, fu uno dei tre qualificatori che attestarono formalmente l’aver Galileo contravvenuto all’ordine ingiuntogli nel 1616: pubblicando il Dialogo, lo scienziato aveva portato argomenti efficaci in favore del movimento della Terra e si rendeva così sospetto di aderire a una dottrina condannata dalla Chiesa; fu questo il fondamento dell’abiura pronunciata il 22 giugno 1633.
Il 28 novembre 1633 Urbano VIII creò Oreggi cardinale, probabilmente in ricompensa per l’appoggio prestatogli nel procedimento contro lo scienziato fiorentino, e contestualmente lo nominò arcivescovo di Benevento, diocesi della quale Oreggi prese possesso per procura il 16 dicembre. Il canonicato in S. Pietro da lui detenuto, dichiarato vacante, fu assegnato al nipote Bartolomeo Oreggi, familiare del cardinale Francesco Barberini...
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aletheia
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