Mi muro y opiniones de autoridades

domingo

Opiniones críticas a mis investigaciones sobre Descartes y su caballo de troya

Las siguientes manifestaciones son algunas de las expresadas por profesionales y especialistas en quienes encontré estímulo para prolongar mi investigación inicial contendia en "El caballo de Troya de Descartes" y algunos de cuyos resultados se encuentran dispersos en este blog. Quiero reconocer expresamente mi agradecimiento a Joaquín E. Meabe, Hermes Benitez y José Biedma. Al Prof. Borghero, de la Sapienza, porque la duda de que una hipótesis bien planteada, sin embargo, no pudiese salir de ser conjetura plausible, me impulsó a llevar a posteriori investigaciones sobre documentos y escritos que ya nadie traduce de Mersenne, Oreggi, Morinus y Morpurgo-Tagliabue. Una vez hecho esto, pude poner en diálogo el descubrimiento de éste con Jean Luc Marion. Así, pues, con una estrategia hermenéutica y filosófica, he podido ir cercando la cuestión planteada en "El caballo de Troya de Descartes" hasta convertirla en algo mucho más sólido e históricamente verosímil que una "conjetura plausible", pero a la espera del complemento necesario de seguir con la investigación. Y creo que sé en qué dirección: investigando en archivos institucionales y buscando la correspondencia de personajes importantes que no han sido nunca tenidos en cuenta en relación con Descartes... Pero esto escapa a las posibilidades de este profesor de enseñanzas medias.


Opiniones críticas sobre mis investigaciones sobre “El caballo de Troya de Descartes”



Del Profesor Dr. D. Joaquín E. Meabe ( Argentina)

Antonio: has encontrado una pista que hay que seguir para develar el contexto de Descartes. El error de los intérpretes de Descartes, incluido Spinoza, es su desatención al contexto, al escenario de los tratos de Descartes, a las relaciones cruzadas en el ámbito religioso. Descartes secularizado es un Descartes castrado. NO OLVIDES ESO. NO OLVIDES TU CONJETURA, NO OLVIDES TU LIBRO.

…………………..

El trabajo de Antonio en torno a Descartes es estupendo y su libro “El caballo de troya de Descartes” con su hipótesis del Deus deceptor coloca todo el tema en un nuevo horizonte de debate. Recomiendo, pues, la lectura de ese libro que para mi es solo el comienzo de un nuevo recorrido en torno a Descartes y al nuevo pensamiento que arranca con la ruptura cartesiana. Por cierto, hay mucha hojarasca en ese camino en el que a veces se pierden Liebniz y Spinoza; y que ya, a mediados del siglo XVIII se agudiza generando una bifurcación (el noúmeno kantiano y el mundo de los fenómenos de la “Kritik der reinen Vernunft”) que a partir de Kant se transforma en una metafísica formalista de la ciencia que lleva a una encrucijada de la que no ha podido salir el idealismo filosófico. Desde ya, todo un desafío para el inteligente planteo de Antonio que festejo como UNA GENUINA IDEA FILOSÓFICA

……………………..

Ese es uno de los problemas de las publicaciones latinoamericanas de filosofía, algo que afecta incluso a las ediciones españolas. En eso estamos muy atrasados. Por eso es muy bueno recomendar a Antonio Hidalgo que haga una de dos: o lo pone en Amazon o libera el pdf para su lectura. Guardado en el cajón del editor no sirve para nada. Insisto: es un libro muy bueno pero le falta distribución y discusión. Por eso es bueno el llamado de atención para Antonio y para su editor.

.....................................................

Antonio:

Si tu quieres puedo hablar con mis editores en Argentina. Las cuarenta está en todo el mundo y es una editorial muy prestigiosa por el rigor en la selección de lo que publica. En Argentina es la editorial top en materia de filosofía ... Sería bueno que amplíes el libro. De todos modos ya el primer intento vale. Te agradeceré si puedes mandarme una copia en papel porque aquí (en Argentina) no va a llegar.

…………………………………..

Tu libro es pequeño en formato pero muy grande en importancia y tu hipótesis es de una importancia extraordinaria. Es el producto de una genuina y necesaria pregunta acerca del factor fundante de la duda cartesiana. Si no se determina el substrato de la hipótesis del genio maligno resulta imposible entender el idealismo egocéntrico cartesiano y la nueva secularidad que crea a Dios en la conciencia a partir de la colación de las ideas de Galileo y de la nueva física. El enorme problema del idealismo secular cartesiano es el de la necesidad de determinar ese rol de la razón equiparada a Dios y deificada como factor fundante de la vida intelectual. Es curioso que los expertos aún no se hayan preguntado acerca de la necesidad cartesiana de Dios y de la función del deus deceptor. El genio maligno atraviesa todo el racionalismo de los siglos XVII a XX y a pesar de los embates de Kierkegaard y Nietzsche y sobrevive en Marx al igual que en el atomismo lógico, en Carnap, en Russell, en Wittgenstein y en todo una variedad de naturalismos, materialismos, behaviorismos, conductismos, estructuralismos y otras capillas menores. Todo eso viene de esa época crucial en la que Descartes descubre a Galileo y precede a las Meditaciones. Todavia estamos en el escenario en que Descartes ha tratado de dirimir sus diferencias con Galileo. De allí viene, entre otras cosas y entre otros ejercicios abstractos, el noúmeno kantiano que no encuentra anclaje en el mundo real y tampoco justificación suficiente en la argumentación abstracta de la “Kritik der reinen Vernunft”. La trama que forma el núcleo duro del problema va en dirección a tus averiguaciones. Espero poder mandarte pronto el libro de Gilson que debe ser discutido e incluso rebatido en parte porque la conexión medieval es solo una de las huellas del problema. La otra esta en la relación de Descartes y Galileo. Tengo grandes expectativas con tu trabajo y creo que vas a ofrecer una respuesta que lleva esperando mas de tres siglos. Para parafrasear a Jacques Maritain bien se puede decir que el sueño de descartes es la pesadilla del racionalismo y esa pesadilla no es más que la continuidad de la hipótesis del genio maligno que conduce al laberinto en el que se han perdido Kant y gran parte de epistemología ulterior. Es preciso volver al escenario de confrontación de Descartes con Galileo y a ese momento crucial previo a las Meditaciones. Solo cuando tengamos el contexto de la hipótesis del Genio Maligno tendremos el hilo de Ariadna para salir de laberinto racionalista que enfrenta a ese mismo racionalismo con el empirismo, debate que ha quedado en stand by por los científicos (por lo general agnósticos) que creen (curiosa dependencia vicaria de Descartes y de la hipótesis del Genio Maligno) que de ese modo se alivia (se desentiende de su teologia materialista de base cartesiana) en su práctica. Hace falta volver a ese paso previo o de lo contrario continuar en el laberinto entreteniéndose con juegos de lógica.
Un gran abrazo y debes seguir en tus averiguaciones.

La Profesora Dra. Amelia Valcárcel (España)

Debo decirle que me ha costado encontrar un hueco para poder ver su trabajo con la debida atención y que, una vez visto, me ha resultado informado y francamente interesante.

El Profesor Dr. Hermes Benítez ( Canadá-Chile)

Estimado don Antonio,

He leído con sumo interés y atención su libro titulado El caballo de Troya de Descartes, y me ha parecido excelente, bien pensado, bien organizado y bien argumentado. Creo que Ud. ha logrado desarrollar y defender, adecuadamente, una tesis original acerca de la función que la doctrina Cartesiana del "genio maligno" desempeñaría al interior de su obra, en lo referente a la problemática de las relaciones entre ciencia y religión, que el filósofo francés habría concebido al ser motivado por al enfrentamiento entre Galileo y la Iglesia católica, a propósito de la teoría copernicana.
Como Ud. habrá podido darse cuenta al leer el ensayo sobre Galileo y la Iglesia que le envié, y en lo que a Ud. se refiere, como yo he podido advertirlo leyendo el resumen de su libro contenido en su Blog, Ud. y yo tenemos opiniones divergentes acerca de la conducta de la Iglesia hacia Galileo en los más de tres siglos y medio que han transcurrido desde 1615. Mi posición es altamente crítica de la Iglesia, la suya justifica en una considerable medida la conducta de aquella institución eclesiástica hacia el científico toscano. Sin embargo, me quedó la impresión, luego de leer el texto de su Blog, y compararlo con los planteamientos de su libro, que en este último pareciera encontrarse Ud. algo más cerca de mi posición crítica de la Iglesia. Después de todo, mediante aquel argumento filosófico-teológico, Descartes ha quebrado una lanza por la independencia y la autonomía de la ciencia respecto de la teología y de la tutela intelectual de la Iglesia católica.

No cabe duda que tanto Ud. como yo juzgamos la conducta de la Iglesia hacia Galileo a partir de compromisos o supuestos metafísicos opuestos, porque es muy posible que Ud. justifique la posición de la Iglesia hacia Galileo porque es (muy probablemente) católico, mientras que yo la crítico y rechazo porque soy ateo. Pero, claro está, lo importante, y lo que hace posible la confrontación de ideas y puntos de vista, es que cada cual sea capaz de argumentar y defender su posición frente a la cuestión que nos ocupa con las mejores armas filosóficas e históricas de que disponga. Por cierto, su tesis sobre el significado profundo del argumento cartesiano que gira en torno a la figura hipotética del genio maligno, me parece válida, ya sea que lo ponga a Ud. más cerca de mi posición critica de la Iglesia, o no.


El Dr. M. Lerner, experto en la modernidad comentó sobre mis tesis sobre Mersenne

Concernant le texte des Questions théologiques, il me semble que la reprise indirecte de l'argument d'Urbain VIII pourrait bien être conforme à l'idée personnelle du théologien Mersenne touchant à la doctrine de la puissance absolue de Dieu, et à l'idée du philosophe qu'il est aussi concernant le statut de l'hypothèse en astronomie.
Que cet argument soit utilisé particulièrement pour "plaire" aux autorités romaines ne me paraît pas évident. Bien plus significatif à ce propos, et potentiellement de nature à être apprécié à Rome, est le fait que Mersenne donne dès 1634, un an après le procès de Galilée, une traduction française de la sentence et de l'abjuration, rendant ainsi de notoriété publique en France une condamnation qui ne sera diffusée par la voie de l'impression en Italie qu'en 1644 par Giorgio Polacco, puis par Riccioli en 1651.

Je ne sais pas si j'ai répondu à votre question de façon satisfaisante. Je vous souhaite en tout cas un bon succès pour vos travaux.


Pero el Dr. Lerner finalmente, tuvo que reconocer la evidencia de mis argumentos

Cher Monsieur,

Vous avez raison: en relisant mon étude "La réception de la condamnation de Galilée en France au XVIIe siècle" publiée dans Largo campo di filosofare, La Orotava, 2002, p. 513-547, je m'aperçois que j'ai évoqué ce point, à savoir la deuxième version des Questions expressément composées par Mersenne à l'intention de Rome.

Bon succès pour votre travail.


Desde Italia, el gran experto Prof. Dr. Luca Bianchi

L'argomento che lei tratta è molto interessante, e l'ipotesi che l'obiezione di Urbano VIII a Galileo sia stata discussa - in modo non esplicito - da molti autori del 600 è più che plausibile: forse conoscerà il vecchio ma bel libro di G. Morpurgo Tagliabue che sosteneva proprio che Descartes cerca di rispondere all'obiezione di Urbano VIII.





Desde Barcelona, el Dr. Miguel A. Granada


No puedo sino felicitarle por su trabajo,que a juzgar por su descripción e independientemente de la confirmación con la documentación disponible, parece sólido, muy bien informado y altamente interesante.

Me alegra saber que Luca Bianchi, que de la "angélica doctrina" sabe mucho, da alas a su investigación. G. Morpurgo Tagliabue pubicó en 1963 un libro importante titulado I processi di Galileo e l'epistemologia, Edizioni di Comunità, Milán. He de confesar que no lo conozco.


Sobre mis tesis sobre Mersenne, la Dra. Natacha Fabbri, del Museo Galileo

Je trouve votre interprétation à la fois exacte et complète. J’ai d’ailleurs proposé une lecture assez proche de la vôtre dans le troisième chapitre de mon livre «De l’utilité de l’harmonie.
Filosofia, scienza e musica in Mersenne, Descartes et Galileo» (Pisa, Edizioni della Normale, 2008).


Desde Roma, el Dr. Carlo Borghero

Ho letto con interesse il saggio su Descartes che Lei ha avuto la cortesia di mandarmi. Lei affronta un tema molto dibattuto dalla letteratura cartesiana in tutte le sue articolazioni (il dubbio metodico e iperbolico, la "potentia Dei absoluta", il volontarismo teologico, il debito di Descartes per Suarez, il fondamento metafisico della fisica, il confronto del meccanicismo cartesiano con la fisica sperimentale galileiana ecc.), mostrando di saper leggere in profondità i testi cartesiani. La sua ipotesi di un uso da parte di Descartes del volontarismo teologico (e del "Deus deceptor" e del "malin génie") come di una sorta di cavallo di Troia per contrastare gli argomenti scolastici usati dall'Inquisizione contro Galilei e la scienza moderna, e garantire l'autonomia e l'universalità di questa, è suggestiva, anche se sarà difficile pervenire a un livello di maggiore approfondimento degli aspetti storici dato lo stato della documentazione di cui disponiamo, che sembra condannarci a mere congetture seppure plausibili

Del Prof. Ramón García ( Universidad Nebrija) recibí una crítica filosofico-literaria

Estimado Antonio, Llevo mucho tiempo queriendo leer tu texto y por fin ... he tenido oportunidad. La verdad es que es un trabajo excelente. Está muy bien escrito, pues es claro y conciso. Creo que puede ser leído incluso por legos de la filosofía, pues, sin llegar a ser divulgativo, tiene mucha frescura. Me lo he leído casi de un tirón, pues me ha atrapado. Creo que tienes que tratar de publicarlo, porque merece la pena sacar a relucir la nueva lectura que haces de la duda metódica de Descartes, en pro de la ciencia moderna. Algo que efectivamente le ha costado llegar a pensar en algunas partes de sus meditaciones que hace teología en lugar de filosofía. Ahora quedaría justificada su intención; especialmente en su relación con lo acontecido con Galileo. Te voy a hacer una pequeña retroalimentación.

1. En cuanto a la forma, no sé si es el defecto al pasarlo al PDF, pero casi todos los signos de puntuación del estilo paréntesis, signos de interrogación, etc. aparecen separados de las palabras. Ej. (Descartes dijo… ) en lugar de (Descartes dijo…). Esos espacios no deberían aparecer. Por lo demás, en cuanto a forma está genial.

2. En el apartado de la duda metódica y la lectura que hace Suárez.Hacia el final de esta parte expones tu hipótesis con referencia al rodeo deductivo de Descartes que explicas de manera profunda al final. Creo que merece la pena explicar, aunque sea con una frase, a qué haces referencia cuando mencionas el rodeo deductivo. De esta forma, el que no lo conozca se haga una idea. O como me pasó a mí, que lo recordemos. No hace falta profundizar, sólo mencionar qué es.

3. Me pareció muy interesante cómo desgranas la crítica que hace Descartes sobre Galileo. Si lo he entendido bien, critica a éste último por su empirismo. O sea, por no buscar los axiomas inamovibles que brinda el conocimiento apriorístico. Sin embargo, echo en falta saber si esta crítica es justificada. Todo parece indicar que sí. Que Galileo es más empirista que racionalista (si es que alguna vez se planteó este dilema), pero ¿existe algún tipo de evidencia que pueda darle la razón a Descartes? ¿Qué opinas tú al respecto? Me gustaría, aunque fuese en una nota al pie, saber tú qué opinas.

4. Antes de la polémica escolástica sobre la omnipotencia de Dios entras de lleno hablando de Pedro Damian y Pedro Lombardo. Seguro que debe ser ignorancia mía y que el que lee tu libro debería saberlo. Yo a veces peco de ingenuo explicando aspectos que para algunos lectores son obvios. Pero creo ayudaría esclarecer al comienzo quiénes son y su relevancia para tu investigación. Creo que ganaría en claridad, en lugar de pecar de ingenuo.

5. Me encantó el apartado que relaciona la omnipotencia de Dios y cómo la idea del Dios que puede hacer lo verdadero falso, en realidad justifica el instrumentalismo y se opone a la búsqueda de la verdadera naturaleza del universo. O sea, la oposición de las indagaciones científicas, pues ¿de qué sirve estudiar algo que en realidad Dios puede, por capricho, hacerlo de otra forma? Buscar la esencia de la naturaleza sólo tiene sentido si ésta es inamovible.

6. Por último, y en esto no me voy a meter mucho porque es espinoso. En la página 47 se sigue muy bien el argumento que propones de la posición de Descartes a la “angélica doctrina” como una estrategia para poder justificar la construcción del mundo. Si lo he entendido bien, la idea de perfección de Dios y por ello de su bondad (pero también de su existencia; pues esto también se justifica con su perfección según el argumento de San Anselmo de Canterbury) no ayuda para saber que no puede engañarnos en el conocimiento más claro y distinto (la extensión, figura, etc.). Muy bien hasta aquí, lo que no termino de ver es por qué los escolásticos no cayeron en este argumento. Sobre todo porque reflexionaron mucho sobre él. ¿Realmente estaban en contra del conocimiento científico? ¿O se les pasó? En cualquier caso, es cierto que con ello Descartes se adelanta a posibles críticas en este sentido, lo cual has sacado a relucir muy bien. Me ha gustado mucho de verdad.

Prof. Gilberto Cunha


Galileu, Descartes e Eu

Sexta-Feira, 08/05/2015 às 07:18, por Gilberto Cunha

Antes que pareça demasiada a pretensão do colunista e algum leitor possa concluir que o escriba, ao se imiscuir entre dois gigantes do pensamento filosófico universal, perdeu o senso do ridículo (ou o juízo), apresso-me em esclarecer. Qualquer alusão ao título dessa coluna deve ser entendida com base no conteúdo de um e-mail que recebi, na véspera do Natal passado, desde Córdoba/Espanha, enviado pelo professor Antonio Hidalgo Pedraza, perguntando se eu era o autor do livro “Galileu é meu pesadelo”. Com a resposta afirmativa, foi esclarecida a intenção do professor Hidaldo, que era enviar o livro que ele havia recém publicado na Espanha, “El Caballo de Troya de Descartes: La Duda Metódica y el Secreto del Genio Maligno”, para eu apreciar a tese, nem sempre perceptível ou assumida por muita gente, que ele defendia na obra, tratando da influência de Galileu sobre Descartes, no que tange à relação entre a dúvida metódica e as figuras de um Deus enganador ou de um Gênio maligno.

Foi a dúvida metódica cartesiana, ao questionar o pensamento escolástico-aristotélico, que nos conduziu à filosofia do sujeito pensante (ego cogito). E foi por duvidar dos cálculos dos geógrafos helenistas e medievais que Colombo pode achar a América, por exemplo. Assim, quer seja na ciência, no mundo dos negócios ou no dia a dia de qualquer um de nós, temos que duvidar dos limites das certezas humanas estabelecidas (ou que herdamos pela educação que recebemos) para que possamos aventurar-nos em busca do novo (que não é necessariamente melhor do que já temos). Essa foi, na minha visão, a grande contribuição deixada por René Descartes, ao nos ensinar a por em dúvida/cheque a visão de mundo herdada do passado. Pela dúvida metódica de Descartes, há que se começar duvidando de tudo, na mais radical crítica que podemos submeter a nossa razão.

René Descartes não era muito adepto do reconhecimento das contribuições e influências de outros autores sobre a sua obra, nem dos pensadores do passado e nem dos seus contemporâneos. Não foi diferente com Galileu, cuja condenação pela Inquisição (1633), até pela proximidade que Descartes tinha com os jesuítas, e cujas obras “Diálogos sobre os dois grandes sistemas” (1632) e “Duas novas ciências” (1638), ainda que ele tivesse negado que conhecia, há evidências em documentos e correspondência, levantadas pelo professor Hidalgo, que demostram o contrário. Sim, afirma taxativamente o professor Hidalgo, Descartes conhecia a condenação pelos tribunais da Inquisição e não ignorava a obra de Galileu. Então, por que o homem que se esmerou em “andar mascarado pela vida” sempre negou isso?

Não foi sem razão que Descartes, prudentemente, tratou de evitar qualquer enfrentamento com as autoridades eclesiásticas. A tese do professor Hidalgo é que René Descartes usou uma tática equivalente ao famoso “cavalo de Troia” para questionar o princípio, então dominante e defendido pela Igreja, da onipotência infinita de Deus, e assim poder construir um conhecimento estritamente científico do mundo, que pelo racionalismo cartesiano significa um conhecimento baseado em verdades inquestionáveis e demonstráveis. Afinal, como afrontar um Deus enganador que podia tudo, inclusive fazer que não houvesse acontecido algo que já havia acontecido no tempo ou que algo verdadeiro se transformasse em falso?
Então eis que, o verdadeiro Cavalo de Troia de Descartes, deixado como “presente aos inquisidores”, para evitar equívocos de fé, driblando os escolásticos, foi a substituição, no final do desenvolvimento do processo da dúvida metódica, da figura de um Deus enganador pela figura de um Gênio maligno. Afinal, a pretensão de Descartes foi escapar da submissão da razão aos condicionantes ideológicos da tradição medieval, que deram causa à condenação de Galileu Galilei.















Prof. Dr. José Biedma en quintadelmochuelo.blogspot.com.es

Caballo de Troya de Descartes


Antonio Hidalgo Pedraza ha escrito un interesante ensayo sobre Descartes: El Caballo de Troya de Descartes (2015).  Nuestro joven autor se apunta a una hermenéutica de la escucha orientada mejor a desvelar los posibles sentidos del ser, que a la tan manida -y à la page- “hermenéutica de la sospecha” que reduce lo superior a lo inferior para dar cuenta de su sinsentido. Me gustaría señalar que ha sido precisamente un miembro de la hermenéutica de la escucha, Paul Ricoeur, quien ha establecido esta distinción, convertida ya hoy en filosofema historicista.

Cada vez se ve mejor que el adanismo de Descartes fue puro “postureo”. Además de las influencias de autores menos escolásticos, algunos hispánicos como Gómez Pereira o Francisco Sánchez el Escéptico, y según prueban las investigaciones históricas de Baciero Ruiz, las reflexiones suarecistas sobre las causas del error (Disputación metafísica 9) inspiraron decisivamente a Descartes. Es seguro que el francés conocía estupendamente la obra del jesuita granadino. Por otra parte, Descartes estuvo toda la vida carteándose con jesuitas cultos.

La condena de Galileo fue capital en la biografía intelectual de Descartes. Tomó por ella la decisión de no publicar su Tratado del mundo. Y es muy probable que decidiera la  hipótesis escéptica radical del famoso “genio maligno”. Aquí es donde Antonio Hidalgo es original postulando que tal hipótesis sirvió a Descartes para desmantelar las objeciones metafísicas y teológicas principales que los doctores de la iglesia habían lanzado contra los ensayos del físico y astrónomo italiano.

Descartes pretendía resolver definitivamente el debate entre los partidarios de la nueva física y los de la física aristotélico-ptolemaica. El autor pretende comprender la estrategia argumentativa de la duda hiperbólica cartesiana y su superación mediante el rodeo teológico deductivo, o sea el recurso al Dios perfecto y veraz, en relación a dicho debate.  Descartes pretendía algo que nunca se atrevió a confesar: refutar las objeciones lógico-teológicas que se oponían a los defensores de la nueva astronomía y muy particularmente las que se formularon en el juicio inquisitorial contra Galileo (1633).

La hipótesis del genio maligno adquiere todo su sentido si se la considera una estrategia (un caballo de Troya) para liquidar y superar los límites que la objeción teológica basada en la omnipotencia divina imponía a la autonomía del nuevo pensamiento científico y a la validez de sus descubrimientos. La idea de un Dios omnipotente era por decirlo así llevada a su absurdo mediante la hipótesis cartesiana del Deus deceptor, del Dios engañador.

En efecto la nueva ciencia nunca podría superar el carácter hipotético de sus opiniones (suppositiones), útiles pero disputables, ni librarse de las falacias ad auctoritatem, mientras echase por tierra la suposición teológica de un Dios todopoderoso. Curiosamente, esa tesis de un Dios que, por citar un ejemplo anacrónico, podría enterrar fósiles en las montañas para poner a prueba nuestra fe en el fijismo, acompañaba el método resolutivo-compositivo, cuyos precursores deben ser buscados en la Escuela de Oxford (s. XIII), en Grosseteste y Bacon, y en el empirismo nominalista de un Ockam.

Por otra parte, el modelo heliocéntrico propuesto por Galileo podía ser más verdadero que el geocéntrico, pero para defenderlo Galileo incurría a veces en falacias lógicas, como la de la afirmación del consecuente: “Si el modelo heliocéntrico es cierto, entonces Venus debe tener fases. Es un hecho comprobado que Venus tiene realmente fases. Por tanto, el modelo heliocéntrico es cierto”, (A → B) & B ⇒ A.

De hecho existían otras propuestas teóricas para explicar los mismos fenómenos o, como se decía entonces, para “salvar las apariencias”, por ejemplo la de Tycho Brahe. Puede que Galileo fuese muy consciente de la existencia de alternativas teóricas, pero consideraba una buena razón a favor del modelo copernicano su simplicidad matemática. Justamente aquí era donde las autoridades eclesiásticas –que no eran ni tan memas ni tan fanáticas como el mito cientifista las suele presentar al público- podían esgrimir la objeción de que es completamente injustificable limitar a Dios por razones de orden subjetivo, como podría ser la utilidad, la belleza o la simplicidad de un constructo matemático.

Galileo compareció dos veces ante el tribunal eclesiástico. En 1616 se le instó a hablar “ex suppositione” sobre el modelo copernicano. La sentencia del segundo juicio (1633) obligó a Galileo a retractarse y a vivir retirado en su finca el resto de sus días. La objeción teológica con la que Urbano VIII (amigo de Galileo) quería limitar el valor de la hipótesis heliocéntrica era que el infinito poder de Dios puede hacer que todo suceda como si la Tierra estuviese en movimiento aun cuando realmente esté inmóvil.
Por su parte, Tycho Brahe dejaba a la Tierra en el centro del universo y al sol girando a su alrededor, mientras los restantes planetas orbitarían alrededor del Sol, modelo que también "salvaba las apariencias". Y Kepler había explicado las mareas por el influjo de la Luna, mientras que Galileo se equivocó al desestimar esta hipótesis kepleriana.

Pero cuando el Papa apelaba al Dios omnipotente tardomedieval tal vez no se daba cuenta de que Dios, haciendo uso de su poder ilimitado, podía convertirse en un Deus deceptor, en un creador engañoso, y este sería el antecedente del Genio maligno cartesiano. No tanto porque pueda hacer que lo que sea verdadero se convierta en falso, sino más bien porque representa un obstáculo insuperable para poder investigar la verdad, dado que bajo este supuesto la ciencia difícilmente podría establecer como verdaderas leyes naturales incontrovertibles. Quedaría expuesta a una duda continua y sujeta por tanto a los ataques del escepticismo, que era lo que a Descartes preocupaba sobre manera.

A pesar de que, al contrario que Huygens, la física de Descartes no formulaba ni matematizaba sus principios y la suya era una física matemática sin matemáticas, el filósofo francés bien pudo haber pensado en una táctica equivalente a la del caballo de Troya, valiéndose del postulado de la omnipotencia divina para desmontar los reparos de los teólogos al modelo copernicano defendido por Galileo. Ello lo conseguirá superando las consecuencias de la hipótesis de un Deus deceptor al demostrar la existencia de un Ser Perfecto, veraz e inmutable, conservador de las leyes universales del mundo material y garante de la veracidad de la razón metódica. Para evitar equívocos de fe, Descartes al final de una de sus meditaciones sustituye la denominación de “Dios engañador” por la de “Genio maligno”.

El autor piensa que Descartes procede a esta sustitución para resaltar de una forma contundente que su intención es buscar un motivo puramente ficticio, imaginativo, sin compromiso ontológico ni ideológico. Se trata de una idea que ni es clara ni distinta, una idea de la perfección divina en la que Dios puede hacer verdadero y bueno lo que quiera haciendo uso de su potencia absoluta, pues no se ve sujeto a conservar el orden (físico y moral) de sus decretos y, por tanto, su libertad no puede verse constreñida a ningún orden necesario, real o posible.

Como explicará Hegel, la certeza del cogito se debe a que es en el yo donde se verifica la inextricable unidad entre el pensar y el ser. La duda metódica y el rodeo teológico-deductivo pueden verse bajo una nueva luz: un intento deliberado pero prudente por eliminar o remover los prejuicios escolásticos tradicionales que obstruían el pensamiento científico moderno. Para ello fue preciso demostrar que Dios no puede ser engañador, para que devenga el garante gnoseológico del criterio de evidencia. Y Descartes no parte para ello de la bondad sino de la misma omnipotencia divina, pues el engaño, el error, son un defecto, una deficiencia, un no-ser. Luego no pueden ser resultado de la acción de un ser omnipotente en el cual toda posible acción hemos de pensarla como lograda y productora de un efecto real, y no como productora de ausencias de efectos. 

Causar el error es signo de deficiencia y no de omnipotencia. Para Descartes, la hipótesis de un Genio maligno es contradictoria con la de un Dios omnipotente. Cualquier decisión de Dios crea verdad, y por tanto no puede engañarnos. Dios podría haber creado otra matemática en la que dos más dos fueran cinco, pero incluso el valor inmutable y eterno de las verdad matemática de que dos más dos son cuatro depende de la voluntad divina.



Echando mano del concepto de Potentia Dei Absoluta, que servía a los teólogos para condenar las proposiciones realistas de la nueva física matemática, Descartes supera las limitaciones impuestas al pensamiento científico para devolverle al conocimiento racional su certidumbre evidencial y su autonomía. Su rodeo teológico deductivo era una especie de “regalo envenenado”, para derribar los muros de contención que impedían el progreso de la libre investigación. 

La hipótesis del Genio maligno aparece a esta luz como una caricatura o reducción al absurdo de la del Deus deceptor que era usada como objeción contra la nueva ciencia.
Publicado por José Biedma en 13:48





artes" hasta hacer mi hipótesis más que probable: digna de consideración académica seria. Reconozco los límites a los que he llegado, sé que hay personajes en esta historia cuya correspondencia debe de conservarse y documentos en archivos institucionales... pero esto escapa a mis medios y posibilidades, escasos dado que no soy más que un humilde profesor de enseñanzas medias con muy poco tiempo para la libertad de investigación. Espero que algún día la cuestión que yo he planteado y de la que especialistas de historia de la filosofía de grandes universidades han escrito mucho - pero sin incluir a Descartes-, sea considerada y discutida con más interés, pese a que haya sido dada a la luz por este profesor para adolescentes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario