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sábado

El comienzo del mundo y el principio de causalidad

Santo Tomás de Aquino vivió en el S. XIII, por lo cual no sabía nada del Big Bang. No obstante, es digno de ser tomado en cuenta su punto de vista sobre la creación del universo, incluso actualmente.

Él pensaba que podíamos demostrar racionalmente que el mundo era creado por Dios. Pero, en segundo lugar, que no se puede demostrar racionalmente que haya sido creado con un comienzo en el tiempo, pues sería posible concebir la posibilidad de una creación desde la eternidad. No obstante, decía él, si nosotros sabemos que Dios creó el mundo de la nada y que, por tanto, hubo un comienzo absoluto, es porque esto nos ha sido revelado por Dios en las Sagradas Escrituras. Por eso los cristianos creemos - sólo por fe- que la creación tuvo un comienzo.

( Ahora viene una parte muy metafísica , pues es algo que se plantea a un nivel de abstracción muy alto, así que comprendo que será difícil de seguir)


Digo esto para que seamos cautos. Los conocimientos científicos hoy, en buena medida, nos propocionan una imagen más adecuada de la realidad que la que se tuvo en el pasado, pero la historia muestra que ni las teorías científicas son inmutables: las ideas cambian, evolucionan, sufren correcciones o son sustituídas por otras. Si bien es verdad que hay personas a las que les gustaría utilizar la teoría del Big Bang como un apoyo para la creencia en la creación, los cristianos no debemos apoyar la fe en Dios creador en un hecho científico cuya explicación es tarea de la ciencia buscar.


Cuando decimos que el mundo es creado estamos diciendo que no existe nada en el mundo físico que no sea contingente. Cuando decimos que los seres de la naturaleza son contingentes estamos diciendo que no necesariamente son como ahora existen. No hay necesidad de que el mundo que conocemos sea siempre lo mismo que es ahora y, de hecho, el Big Bang muestra que alguna vez la materia se encontraba en un estado bien diferente al actual, y que las leyes de la realidad material eran otras que las leyes físicas que rigen el estado de cosas actual del universo en expansión.


Pues bien, independientemente de toda consideración temporal( es decir, da lo mismo que antes del Big Bang no hubiese nada o que la ciencia llegue a descubrir el día de mañana que ese Big Bang se produjo a partir de otro estado de la materia preexistente) , si el mundo material es contingente es esencialmente dependiente en su ser de otro, es decir, debe de tener una causa, como se deduce a partir del principio de razón suficiente, que dice: todo ser tiene su completa razón de ser en sí mismo o en otro.

Podríamos formalizar el razonamiento utilizando el siguiente esquema lógico para argumentar el tema que nos ocupa :

O es A o es no-A ( B)
Pero si es A, entonces se puede inferir C
Y del mismo modo, si es no-A (B), también se puede desprender C
Por tanto, es cierto que C


Este método dice que si de una proposición disyuntiva cierta ( pero cuyos casos sean inciertos ) se sigue deductivamente las mismas consecuencias, podemos concluir que son ciertas éstas últimas.

Queremos determinar si el universo es creado. Partiré de la disyunción de que el universo o bien existe con un principio temporal o bien existe sin principio temporal. Esta disyunción es del tipo A o no-A y, por tanto, conforme a la ley del tercio excluso, es una verdad lógica. Teniendo en cuenta que todo lo que se hace a través de una evolución ( es decir, todo sistema que pasa por una serie de estado evolutivos) es contingente y que, según la ciencia, el universo actual ha ido evolucionando, concluyo que ciertamente el universo es contingente( que no tiene necesidad de ser siempre como es actualmente) , tanto si es eterno ( por ejemplo, si el universo en expansión surgió a partir de una infinita serie de estados previos al hipotético Big Bang) como si este universo hubiese surgido de la nada. Y como todo lo que es contingente no tiene razón suficiente para existir sin una causa necesaria , puedo concluir que el universo es creado por alguna causa incausada,  incluso aunque su evolución fuese desde toda la eternidad.




En efecto, si el mundo físico evoluciona es porque no siempre ha sido así, por lo tanto no es necesario sino que es contingente. Y si es contingente debe su existencia a una causa, pues no tiene su completa razón de ser en sí mismo, sino en otro. Y ese otro del que depende lo que es contingente debe de ser necesario absolutamente, es decir, incausado. El pensamiento religioso tiende rápidamente a identificarlo con Dios, pero filosóficamente sólo puede concluirse que es el ser estrictamente necesario, incausado y "trascendente" en el sentido de "realmente distinguible de todo lo contingente".

Si a la trascendencia de esta dimensión autofundante de la totalidad del ser puede o no serle atribuidas (racionalmente) las perfecciones de la divinidad, esto es otro gran problema de la metafísica. Pues para concluir que lo necesario en el ser es Dios es preciso algún tipo de prueba de que no puede haber nada estrictamente necesario si no existe algo que sea infinitamente perfecto. Sólo podría hablarse de Dios como creador ( de la totalidad de lo existente) si  Dios es infinito, plenitud irrestricta de perfecciones; lo que los escolásticos determinan como el constitutivo formal de Dios: el "ipsum esse subsistens",  "el mismo ser subsistente" .

En efecto, y para explicar esto tan difícil de forma un poco más clara: alguien podría admitir que el supuesto universo del que estamos hablando ( el mismo del que somos una mota insignificante nosotros) no es el único existente, sino uno entre otros; nuestro universo sería contingente, pero la totalidad de los universos podría ser necesaria; otra persona podría sostener la hipótesis de que este universo nuestro es obra de algún dios particular, pero que es posible que existan distintos diseñadores y/programadores de otros mundos; otro, al estilo de la crítica del empirista Hume, podría objetar a todas las pruebas racionales de la existencia de Dios el que no lleguen a probar nunca que, tras la vaga o abstracta referencia a una causa necesaria, se llegue a conocimiento alguno sobre el Dios representado por ninguna religión. Finalmente ( aunque mi lista podría seguir), están aquellos que podrán alegar las leyes físico-matemáticas como lo único necesario de lo que dependen todas las cosas...

Pues, bien, para dirimir este conflicto de interpretaciones, creo yo, una de las cuestiones clave es si el Ser Necesario es o no el Ser Infinito.

¿ Todo lo que existe tiene una causa?

No obstante, me tomo la licencia de obviar la dificultad recién planteada. Para lo que voy a plantear a continuación, poco importa si el fondo necesario e incausado en el que se fundamenta este particular universo nuestro, es o no es infinitamente perfecto. El problema que sigue se va a presentar tanto si el ser necesario es llamado "Dios" como de otra manera.

De lo que se trata es de saber si se puede afirmar o no con certeza una causa primera y absolutamente necesaria de la existencia del universo.

No es raro encontrarse con intelectuales que dicen esto: " los creyentes piensan que se puede concluir la existencia de Dios porque es el creador del mundo, pero esto no es creíble para un científico, pues un científico debe seguir preguntándose: ¿ pero quién creó a Dios?".

Quien piense así pretende ser muy científico. Lo sepa o no, es un cientista o positivista. Y dice esto porque parte del presupuesto de que todo es explicable o demostrable científicamente, es decir, mediante el método experimental.

Como podéis entender, este presupuesto es una afirmación que incumple el principio positivista: es una afirmación cuya verdad no puede establecerse experimentalmente.

Quién piense que " todo lo que existe tiene una causa" o que " sólo se puede decir con sentido lo comprobable científicamente", lo hace desde un prejuicio antimetafísico que, contradictoriamente o paradójicamente, entraña una inconsciente metafísica. Veamos por qué.

La fórmula " todo lo que existe tiene una causa", como formulación del principio de causalidad es incorrecta, pues parte del concepto de la totalidad ( " todo lo que existe") dando por supuesto “que nada hay incausado”, es decir, en el punto de partida ya nos hemos formado una idea preconcebida sobre lo que es y lo que no es “ser”. Yo considero que debemos partir de aquellos seres que están a nuestro alcance, lo más accesible para nosotros, que es lo accesible por nuestros sentidos. Dentro de este horizonte que es el mundo no encontramos ningún otro tipo de ser que no sea contingente, es decir, con una existencia limitada en su duración, y, por tanto, sujeto a cambio, transformación, mudanza, evolución. Contingente es todo aquello que puede ser de un modo o de otro, que puede ser o no ser. Por eso, sería más correcto formular el principio así: “todo lo contingente es causado” o “todo lo que tiene un comienzo en su ser es causado”. Cuando se parte de aquí, si alguien llega a demostrar – y lo considero posible- que no todo es contingente, el paso siguiente será la conclusión de que existe algo “necesario” que es causa de todo lo contingente. Al llegar a este punto es absurdo preguntarle “¿pero quién creó a ese ser necesario?”, puesto que se está hablando del ser que no puede dejar de ser en absoluto.

Uno de los primeros principios del ser es el principio de razón suficiente, que no debemos confundir con el principio de causalidad. El principio de razón suficiente tiene una extensión mayor. Es un principio que tuvo en Leibniz a un brillante defensor y que viene a decir que todo lo que existe tiene una razón de su existencia (y de su modo de ser o acontecer). Este principio lo damos como algo evidente en nuestra vida ordinaria, pues, por ejemplo, cuando comprobamos que ha desaparecido dinero de nuestra cartera buscamos lógicamente una razón de ello (¿un descuido?, ¿alguien que nos lo ha robado o nosotros que lo hemos dejado olvidado en alguna parte?…), pero lo que no hacemos es creer que el dinero ha desaparecido porque sí, sin ninguna razón. A no ser que queramos jugar a ser escépticos, no nos atreveríamos a sugerir que el principio de razón suficiente es dudoso, subjetivo o que puede fallar. Estamos diciendo simplemente que todo ser es inteligible, comprensible desde algo que da razón de su ser.

Por cierto, que ahora no hay inconveniente de extender este principio a “todo lo que existe”. Y ello, porque no partimos del “todo” dando por supuesta la exclusión de lo incausado. En efecto, de acuerdo con el tercio excluso ( " A o no A"), podemos deducir de este principio los siguiente: “todo lo que existe tiene una razón de ser o en sí mismo o en otro (una causa)” y, por tanto, “que todo lo que no tiene en sí mismo su razón de ser, debe tenerla en otro distinto”

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